20-7-2025 DOMINGO XVI TIEMPO ORDINARIO (C)
Gn. 18, 1-10a; Slm. 14; Col. 1, 24-28; Lc. 10, 38-42
Homilía en vídeo.
Homilía de audio.
Queridos hermanos:
Vamos a reflexionar sobre el
evangelio que acabamos de escuchar para sacar algunas conclusiones que nos
puedan ayudar en nuestra vida de fe, en nuestra vida de cada día:
- En el evangelio hoy se dice: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya
dejado sola con el servicio?” Marta estaba queriendo dar de comer a Jesús,
a los apóstoles, y María, su hermana, estaba sentada a los pies de Jesús
escuchándolo. “¿No te importa que mi
hermana me haya dejado sola con el servicio?” Jesús, ¿no te importa que yo
me esté muriendo de cáncer? ¿No te importa que yo no tenga trabajo? ¿No te importa
que haya guerra por el mundo? ¿No te importa que haya hambre por el mundo? ¿No
te importa que aquel pegue a la mujer o a los hijos o al marido? ¿No te
importa…? Podemos poner la frase que queramos…
Tengo un amigo. Es algo mayor que yo. Me comentaba que, cuando era joven
salía a divertirse con sus amigos. Se llevaba en aquel tiempo beber algo, como
ahora, y entonces lo que se llevaba beber era ginebra, y el que no bebía
ginebra no se divertía; no era buen paisano, no era un macho. Este amigo mío
podía beber de cualquier cosa, pero la ginebra era olerla o beber un traguín y
se ponía malísimo, pero malísimo que casi tenían que llevarle para el hospital.
Total, sirvió de mofa; se rieron de él y, poco a poco, como no podía beber
ginebra, que era lo que se llevaba, pues él tuvo que aislarse del grupo de
jóvenes; tuvo que irse para otro lado, y seguramente le preguntó al Señor: ‘¿Señor, no te importa que no pueda estar
con mis amigos? ¿No te importa que me señalen con el dedo? ¿No te importa que
se rían de mí? ¿Te importa o no te importa?’ Hoy muchos de esos amigos
jóvenes de su pandilla tienen su historia: algunos están muertos por
alcoholismo, otros tienen la familia destrozada, y él, sin embargo, salió de
ese ambiente, y encontró otro ambiente mucho más sano; donde ya encontró a su
mujer y dice: ‘¿Qué hubiera sido de mi
vida, si no me hubiera hecho daño la ginebra?’ Por eso, cuando en aquel
momento le dijo al Señor: ‘¿No te
importa….?’, hoy se da cuenta de que sí le importaba. Por eso, ese ‘¿no te importa….?’ es ver las cosas con
ojos distintos a los de Dios. ¿Qué distinto es ver las cosas con los ojos de
Dios, a ver las cosas con los ojos del mundo? Es tan distinto.
- Un día llegó
un hermano nueva a un monasterio. El aval era el anciano Silvano. Cuando este
hermano llegó allá, vio a los demás hermanos del monasterio trabajar, y
entonces le dijo el recién llegado al abad: “No trabajéis por un sustento que perece”. Estaba citando este texto
de Juan 6,27 y, a continuación, citó otro texto del evangelio, el que acabamos
de escuchar ahora, que María escogió la mejor parte (Lucas 10, 42). Entonces el
abad Silvano sin responder nada, para no entrar en discusión, habló con un
discípulo suyo llamado Zacarías y le dijo: “Hermano
Zacarías, por favor, traiga un libro a este hermano nuestro que acaba de
llegar, que vaya a una celda donde no tenga ninguna cosa más”. Así se hizo
y, cuando dieron las nueve de la noche, el hermano nuevo que estaba en aquella
celda, con aquel libro, miró a la puerta para ver si enviaban a alguien que lo
llamara para la cena. Como nadie iba a buscarlo, se puso de pie, se fue al
anciano abad y le preguntó: “¿Es que los
hermanos no han comido hoy?” El abad Silvano respondió que por supuesto que
sí. Y volvió a preguntar el nuevo hermano: “Entonces,
¿por qué no me habéis llamado a mí?” Y el abad replicó: “Es que como eres un hombre espiritual y no
necesitas ese alimento, por eso no ha sido llamado. En cambio nosotros, hombres
carnales, tenemos que comer y por eso trabajamos. Pero tú has elegido la mejor
parte al pasarte todo el día leyendo sin querer comer ningún alimento material”.
Al oír esto el hermano nuevo cayó a los pies del abad y dijo: “Perdóname, padre”. Y así el abad le dio
una lección al joven hermano. María necesita absolutamente de Marta, pues, a
causa de Marta, es también celebrada María.
Y hasta aquí la
narración de los hechos. Vamos a reflexionar sobre este episodio y sacar
algunas enseñanzas:
* Tras haber
criticado el monje a sus hermanos que estaban trabajando, el abad, de una
manera sencilla, le pone en la tesitura de vivir una experiencia esencial: ni
la quietud, ni la actividad pueden existir unilateralmente, ni tampoco se
pueden exagerar fanáticamente. Ninguno de los dos extremos puede subsistir
solo.
* El abad Silvano
utilizó un sencillo método: no llama al hermano a la comida común, sino que,
por su desmedido talante contemplativo y por sus juicios negativos hacia los
otros, por su soberbia de creerse superior a los otros, el abad hace caso omiso
de él. Entonces, nuestro monje echa de menos a la comunidad con sus hermanos y
la comida.
* Ser católico
no consiste en hacer esto o lo otro. No se puede caer en los dos extremos, como
la ley del péndulo. Cada uno tiene su propio carisma, su propia vocación.
Valora los dones que Dios te ha dado y valora igualmente los dones que Dios ha
dado al otro. Hagamos nuestras tareas para cumplir la voluntad de Dios y para
edificación de la Iglesia de Cristo.
* En definitiva,
el hombre es lo uno y lo otro. Hacen falta Martas, hacen falta Marías. Tú mira
cuál es tú carisma, lo que Dios te ha dado, pero no desprecies al otro hermano
porque tenga otro carisma distinto a ti. No juzgues que su carisma es menor que
el tuyo. Todo es necesario dentro de la Iglesia y dentro del plan de Dios y de
la voluntad de Dios. Así se nos dice en la primera carta los Corintios,
capítulo 12: san Pablo dice el cuerpo es uno, con diferentes miembros. Ni todos
somos ojos, ni todos somos manos, ni todos somos pies, ni todos somos corazón.
Todos necesitamos absolutamente de todos. Cuando un miembro de nuestro cuerpo
se alegra, todo se alegra; cuando un miembro de nuestro cuerpo sufre, todo
sufre. Pues de la misma manera, cuando tú ves que tú hermano trabaja
materialmente y eso te sustenta, alégrate; cuando tú tienes la espiritualidad
de la oración, de la contemplación, utiliza ese carisma para ayudar a ese
hermano tuyo que trabaja materialmente, y así, de la mano Marta y de la mano de
María, caminaremos hacía el Señor.