viernes, 28 de noviembre de 2008

Domingo I de Adviento (B)

30-11-2008 1º DOMINGO ADVIENTO (B)
Is. 63, 16b-17; 64, 1.3b-8; Slm. 79; 1ª Co. 1, 3-9; Mc. 13, 33-37
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Queridos hermanos:
- Hace unos 2.500 años en Israel se vivía una situación bastante dura y difícil en muchos aspectos, especialmente en el ámbito religioso. El profeta Isaías veía esta situación con sus propios ojos y, como él tenía una gran sensibilidad, lo sufría en carne propia. Este dolor lo dejó plasmado en sus escritos. En el trozo que hoy hemos leído se dice: “Nadie invocaba Tu nombre ni se esforzaba en aferrarse a Ti”. “Todos éramos impuros”. “Nuestra justicia era un paño manchado”. “Todos nos marchitábamos como follaje”. En esta misma línea se pronuncia el salmo 13, en el que se lee: “Dice el necio para sí: ‘¡Dios no existe!’ Todos están pervertidos y practican la maldad, no hay quien haga el bien. El Señor mira desde el cielo a los hombres para ver si queda alguien juicioso que busque a Dios. Pero todos se obstinan en su rebeldía, ninguno hace el bien”. Sí, el profeta, igual que el salmista, veía que la fe en Dios era abandonada: no creían ni los jóvenes, ni los viejos, ni los hombres, ni las mujeres. Pero Isaías sufría por tantas cosas. Veamos si la situación hoy día está algo mejor.
* También ahora se abandona la fe a marchas forzadas. Hay muchas solicitudes de apostasía en toda Europa, y no sólo en España, pero estas apostasías formales son únicamente la punta del iceberg de la gran apostasía práctica de tantos y tantos bautizados a lo largo y ancho de Asturias, de España, de Europa.
* En una sentencia judicial reciente, concretamente en Valladolid, se obliga a quitar los crucifijos de un colegio; el otro día leía en el periódico que un número de la Guardia Civil paró a una señora que circulaba en su coche hacia el Valle de los Caídos y le obligó a quitar el rosario que llevaba colgando alrededor del espejo retrovisor porque “eso” era algo provocador y podía originar altercados y desordenes públicos; también leía esta semana que dos números de la Guardia Civil de un cuartel en Córdoba presentaron una reclamación para que una imagen de la Virgen del Pilar que estaba a la entrada del cuartel fuera quitada, pues ofendía a su sensibilidad; el año pasado, por estas fechas, en varios centros escolares se obligó a suspender la celebración de las fiestas navideñas para no herir las sensibilidades de los niños, cuyos padres eran no creyentes.
* No se puede poner una placa en el Congreso de los Diputados a Sor Maravillas, una monja santa y católica. Si fuera una tenista, o una escritora, o una artista de la música o del teatro o del cine… entonces sí que se podría poner dicha placa.
* Se ensalza como un logro sanitario la vacuna contra el cáncer de útero en las adolescentes, cuando el otro día escuchaba cómo un médico decía que esta vacuna actúa exclusivamente contra dos virus que se contraen por tener frecuentes relaciones sexuales con varones distintos y que el mejor remedio contra estos dos virus no es la vacuna, sino que es evitar la promiscuidad, es decir, mantener relaciones sexuales con una única persona. Pero decir esto es políticamente incorrecto.
* En España y en Asturias se ponen problemas para las medicaciones de tantos enfermos crónicos; se dice a los médicos de cabecera que ahorren en las recetas lo que puedan, pues la Seguridad Social tiene que ahorrar (lo cual me parece muy bien y creo que nos medicamos demasiado), pero, por otra parte, se quiere financiar a cargo de esta misma Seguridad Social el cambio de sexo o la vacuna contra el cáncer de útero o la píldora poscoital, porque todo esto es moderno y progresista.
* Estamos en una época donde no se puede decir la verdad, sino que la verdad es la que se propugna desde la clase política dominante o desde determinados medios de comunicación.
* La crisis de valores, ya no sólo religiosos, sino simplemente humanos es impresionante. El vacío en los valores religiosos o espirituales, o dicho de otro modo, el buscar sólo las cosas materiales, el tener más que el ser… hace que la gente se encuentre y se sienta sin ilusión y vacía, y buscando siempre más y más sensaciones extremas. Parece que si no bebes alcohol, si no vas de vacaciones a Cancún, si no tienes dos casas, si no sales a comer o cenar los fines de semana, si no estrenas ropa frecuentemente, si no te realizas personalmente…, entonces eres un carca y un pasado de moda o de la Edad Media.
Ante todos los desastres que observaba el profeta Isaías en su tiempo, él clamaba al Señor y le pedía: “Vuélvete por amor a tus siervos […] ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia! […] Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en El […] Señor, tú eres nuestro padre”. Ante todas estas situaciones también nosotros hemos de clamar al Señor y no dejarnos arrastrar por las modas y por lo que no construye a la persona, sino que la destruye por dentro.
Además de clamar al Señor, Jesús nos dice que hemos de vigilar y estar en vela para no dejarnos arrastrar por modas y pensamientos que no dan vida, sino que nos la quitan. Como medio, en este Adviento, para estar vigilantes y para clamar al Señor os propongo, como cada año, confeccionar un plan de Adviento.
- En efecto, al llegar este primer domingo de Adviento, os recuerdo la conveniencia de que todos realicemos y preparemos un plan de vida, que dure desde hoy, 30 de noviembre hasta el 24 de diciembre por la noche. Todos los cristianos somos o debemos ser como madres embarazadas de Cristo Jesús. Hemos de preparar los patucos, la cuna, biberones… para el Niño Jesús, que nacerá el 24 del mes que viene.
Los que tenéis experiencia de otros años ya sabéis las cosas que yo aconsejo para este tiempo: 1) intensificar la oración y los tiempos dedicados a ella, 2) más lectura espiritual, que pueden ser lecturas de las Misas o las cartas de San Pablo, pues estamos en el año paulino, 3) confesarnos antes del 24 de diciembre, 4) no comprar lotería, 5) no comer nada de dulces navideños antes del 24 de diciembre, 6) visitar a enfermos, ancianos, amigos que lo necesitan y agradecerán, 7) obras de caridad y de amor con nuestros familiares de casa o de fuera de casa, 8) luchar contra algún vicio o defecto más dominante en nosotros: tabaco, alcohol, comida, lengua, televisión, ordenador, gastos excesivos…, 9) más limosnas, 10) asistir a Misas por la semana, 11) reconciliarse con alguna persona, 12) ordenar cosas mías o de la casa, 13) darse en el trato con el cónyuge y los hijos, 14) y un largo etcétera.
Yo os doy simplemente ideas. Vosotros las concretaréis según vuestras fuerzas y circunstancias. Lo que sí es cierto, y de ello estoy totalmente seguro, es que, si hacemos un plan para el Adviento y procuramos adecuarnos a él, estas Navidades el Niño Jesús estará mucho más a gusto en la cuna de nuestro espíritu.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Domingo Jesucristo, Rey del Universo (A)

Por error he preparado la homillía según las lecturas del Ciclo B, lo siento. Ya no me da tiempo a preparar la homilía según el Ciclo A. Las lecturas que figuran aquí son las del ciclo B, pero la referencia la he puesto para el Ciclo A. Siento todo este lío.
23-11-08 JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO (B)
Dn. 5, 1-3; Slm. 92; Ap. 1, 5-8; Jn. 18, 33-37
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Queridos hermanos:
- Con este domingo terminamos el año litúrgico , pues el día 30 empieza un nuevo año litúrgico con el tiempo de Adviento. Con la festividad de Cristo Rey se hace referencia al sentido de nuestra vida y de la vida en este mundo. Nuestra visión del mundo no es cíclica o repetitiva, sino que para nosotros este mundo tiene un principio y un fin: Dios es el origen y será también la meta de todo y de todos. Hacia Dios caminamos.
En la homilía de hoy me fijaré especialmente en dos verbos referidos a Jesús: VER Y ESCUCHAR.
- VER. Al preparar esta homilía me detenía en unas palabras de la lectura del libro del Apocalipsis, que es el último libro de la Biblia. Dice así: “¡Mirad! Jesús viene en las nubes. Todo ojo lo verá, también los que lo atravesaron”. Este texto responde a un anhelo grande (más o menos consciente) de la humanidad: ver a Dios. Recuerdo que hace unos 28 años, siendo yo seminarista, una chica de una parroquia, en la que yo colaboraba pastoralmente y que tenía algunas dudas de fe, me decía que para creer en Dios a ella le bastaría que El se le mostrase físicamente una sola vez. A esta chica le costaba creer en algo que le contaban, pero que no palpaba, que no veía, que no se podía demostrar científicamente. En esta misma línea, Nietzsche, filósofo alemán del siglo XIX decía de Jesús: “Si de verdad eras el Hijo de Dios, ¿por qué no nos lo has mostrado más claramente?” Incluso un famoso jesuita del siglo XX, Teilhard de Chardin, dijo: “¿Por qué callas, Señor? Tus criaturas están ante ti perdidas y angustiadas pidiendo ayuda; y a ti, si existieras, te bastaría –para hacerlas correr hacia ti- mostrarles un rayo de tus ojos, la orla de tu manto. Pero tú no lo haces.” Sí, en nuestro tiempo a muchas personas les cuesta creer en Jesús como Dios, pues la historia de su nacimiento, vida y muerte en cruz es algo que pasó hace muchos años. Estas personas no sienten en su ser, como experiencia concreta, que Jesús haya muerto por ellas. Por todo esto –repito- a muchos les cuesta creer en Jesús como Dios. Pero es que a las personas que estuvieron hace 2000 años con Jesús por las tierras de Israel también les costaba creer en El como Dios, porque lo veían como un hombre completamente normal, que comía, bebía, dormía… como todos los hombres. Sí, es verdad que le veían hacer cosas extraordinarias, pero algunos pensaban que hacía esto por ser un mago muy poderoso, o porque tenía el poder de Satanás, o de Dios, pero El, Jesús, no era más que un hombre; extraordinario, pero hombre.
Por todo esto, la Iglesia sitúa hoy este texto (“¡Mirad! Jesús viene en las nubes. Todo ojo lo verá, también los que lo atravesaron”) en la Misa. Al final de los tiempos, o de nuestro tiempo, todos los ojos veremos a Jesús. Lo veremos quienes hemos creído en El y quienes no han creído. Verán a Jesús los que le atravesaron con la lanza en el costado cuando colgaba en la cruz; lo verán los que le crucificaron, los que le flagelaron, los que le condenaron, los que le negaron, los que se burlaron de él, los que lo amaron, los que lo siguieron, los que apostataron y los que se mantuvieron fieles. Lo verán quienes acuden a Misa y los que no acuden, quienes rezan el rosario y quienes no lo rezan. Lo verán quienes hicieron el bien y quienes hicieron el mal.
Sin embargo, yo no me conformo con ver a Jesús al final de los tiempos o al final de mi vida. Quiero verlo ya, aquí y ahora. Naturalmente que sé que esto es un don de Dios. Nosotros sólo podemos disponernos para recibirlo y clamar al Señor por este don. Clamamos por este don mediante la oración y la espera paciente ante Dios. Y nos disponemos para recibir este don por la pureza de nuestro comportamiento, de nuestras palabras, por la humildad y por la práctica de las virtudes. Este es un camino infalible para ser regalados aquí y ahora con la vista admirable del Señor Jesús.
- ESCUCHAR. Al finalizar el evangelio de hoy Jesús le dice a Pilato: “Soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”.
Existe una diferencia entre oír y escuchar. Oye la persona a la que se le habla, pero puede hacer caso o no, puede acoger dichas palabras o no. Los fariseos en tiempos de Jesús le oían, pero no acogían lo que les decía y lo despreciaban o lo dejaban de lado. Hacían realidad aquel refrán que dice: “Predícame, cura, predícame, fraile, que por aquí me entra y por aquí me sale”. Anás y Caifás oyeron a Jesús; Herodes y Pilato oyeron a Jesús; Judas y tantos fariseos oyeron a Jesús; hoy tanta gente oye a Jesús, pero no acogen sus palabras.
Escuchar, no quiere decir que se acepte sin ningún tipo de crítica o de reflexión lo que se nos dice. Escuchar significa oír las palabras y acogerlas en el corazón, en la mente, en el alma y tratar de adecuar la vida a lo que hemos escuchado. Escucho lo que me dice Jesús porque sus palabras me dan vida, alegran mi ser más íntimo, me conmueven las entrañas, arrojan de mí todos los miedos… Escucho las palabras de Jesús porque me fío de El; he tenido experiencia de El y sé que nunca me engaña ni me engañará; sé que me quiere y me ama, y que desea lo mejor para mí. Por lo tanto, escucho las palabras de Jesús por lo que me dice y por quién me lo dice. Así lo hicieron S. Pedro, María Magdalena y tantas personas a lo largo de la historia. María, la madre de Jesús, es el mejor modelo de escucha de su Hijo Jesús y de las cosas de su Hijo Jesús. En el evangelio de S. Lucas por dos veces se nos dice que “María guardaba estas palabras y las meditaba en su corazón” (Lc. 2, 19.51).
- Ya termino con unas palabras de un gran santo: S. Agustín. El ansió ver y escuchar a Jesús y lo logró. Por eso escribió estas palabras tan bellas de su Amado Jesús, y que yo hoy suscribo del mismo modo:
"Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti" (S. Agustín, Confesiones, Libro I, Cp. I, 1).
"¿Quién me dará descansar en ti? ¿Quién me dará que vengas a mi corazón y le embriagues para que olvide mis maldades y me abrace contigo, único bien mío? […] Que yo corra tras tu voz y te dé alcance. No quieras esconderme tu rostro. Muera yo para que no muera y pueda así verle" (S. Agustín, Confesiones, Libro I, Cp. V, 5).
“¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! […] Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y siento hambre y sed; me tocaste, y abráseme en tu paz” (S. Agustín, Confesiones, Libro X, Cp. XXVII, 38).

viernes, 14 de noviembre de 2008

Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario (A)

16-11-08 DOMINGO XXXIII TIEMPO ORDINARIO (A)
Prov. 31, 10-13.19-20; Slm. 127; 1 Tes. 5, 1-6; Mt. 25, 14-30
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Queridos hermanos:
- En este domingo se celebra en toda España el día de la Iglesia Diocesana: en todas las Diócesis de España se pide a los fieles una colaboración económica para afrontar las distintas tareas evangelizadoras y de asistencia espiritual y social que la Iglesia Católica desarrolla entre nosotros. Este año el lema de la jornada es Tú eres testigo de la fe de tu Iglesia.
Nos siguen llegando noticias de modo incesante sobre la mala situación económica en España, en el mundo. Además, lo experimentamos en nuestras carnes cuando algunos de nosotros o de nuestros familiares y amigos quedan sin su puesto de trabajo. Caritas española avisa que está desbordada ante tanta gente que se acerca a ella para pedirle ayuda a fin de pagar lo indispensable: luz, alimentos, agua, gas y hasta para el pago de la hipoteca o del alquiler de la casa. También para recoger ropa. En la Cocina Económica se está viendo la presencia incluso de personas mayores, que tienen su propia pensión, pero que van a comer allí el menú del día por 0,50 €, pues de otro modo no llegarían a final de mes. En este caso concreto de los ancianos, otra situación que viene a marchas forzadas se da cuando estas personas mayores ya no se valen por sí mismas y necesitan pagar a alguien para que los atienda, pero su sueldo no les da para ello. Si ya no pueden estar solos y quieren ir (o no tienen más remedio que ir) a una residencia de ancianos, se encuentran que las públicas del Principado están atestadas, las de las monjas también y las privadas les cobran unos 1.500 €, cuando su pensión es de unos 800 € o poco más.
Ante toda esta situación y muchas más cosas que se podrían decir, la Iglesia Católica pide vuestra colaboración. Ayudadnos para que podamos ayudar.
- El evangelio de hoy nos narra la famosa parábola de los talentos. Plantea Jesús el caso de un hombre que entrega a sus empleados unas cantidades de dinero: a uno 5 talentos de plata, a otro 2 y a otro 1. Los dos primeros trabajan ese dinero y su esfuerzo produce un rendimiento. A Jesús no le interesa cuánto producen, le interesa que trabajan y que se esfuerzan. Por eso, a estos dos empleados, cuando dan cuentas a su señor de los talentos recibidos, el amo les responde del mismo modo: “Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor”. La primera lectura, que trata de la mujer hacendosa, va en la misma línea. Se valora el trabajo humano como modo de realización personal, familiar, profesional y social. Hemos de poner al servicio del Reino de Dios, de la Iglesia y de la sociedad humana los dones que Dios nos ha dado.
Fijaros en el otro empleado que no hizo nada y al que se le quitó el talento recibido y se le despidió. ¿Por qué fue castigado, si no malgastó viciosamente el dinero y lo devolvió íntegro? Precisamente por eso, porque se limitó a conservarlo. No hizo nada malo, pero tampoco nada bueno. El fue condenado por su pecado de omisión. No solemos examinarnos ni sentirnos culpables de los pecados de omisión. Sin embargo, el absentismo, la apatía, la pereza, la comodidad, el miedo, la inacción egoísta son los mayores pecados sociales que puede cometer un cristiano hoy día. ¡Cuántos cristianos entierran sus talentos y se apuntan al mínimo obligatorio para no complicarse la vida, para no tener que arriesgar nada en un compromiso serio por el bien de los demás! Como el criado holgazán, no malgastan el talento, pero lo entierran. Se contentan con mantener intacta, pero infecunda, la fe que heredaron de la familia. (Esta semana vino a verme un chico de unos 29 años que quería casarse con una chica en América y deseaba que se le dieran los papeles de la Iglesia para la boda. Yo le pregunté que cuándo había sido la última vez que se había confesado. Me contestó que hacía 16 años. Le pregunté que cuánto hacía que no se confesaba. Me contestó que hacía 16 años. A más preguntas me dijo que no sabía ni la Salve, ni el Credo. Me dijo que no sabía en qué consistía el matrimonio cristiano ni el sacramento de la unión entre un hombre y una mujer, pero… me dijo que él era católico). Pregunta: Para Jesús este chico, ¿se parecerá más a los dos primeros empleados o al tercero?
Conclusiones de la parábola de los talentos:
1) ¿Cuáles son los talentos que Dios me ha dado? ¿Los tengo enterrados por miedo, por pereza, por comodidad? ¿Los tengo produciendo a favor del Reino de Dios, de la Iglesia, de la sociedad, de las personas que me rodean o los tengo produciendo más bien en beneficio mío?
2) En una empresa o en un banco se marcan una serie de objetivos para el año. Por ejemplo, este año tiene que facturarse o venderse por valor de tantos miles euros o de tantos millones de euros. Si uno no cumple esos objetivos, se le mira mal o se le puede despedir. Pero a Dios no le interesa cuánto ha recogido o cosechado uno, eso pertenece a Dios y lo hace Dios. A Dios lo que le interesa es cuánto ha sembrado uno. Dicho de otro modo, Dios no va a mirar tus éxitos o fracasos en la vida o en tus responsabilidades; Dios va a mirar el empeño que has puesto en ello.
3) En definitiva, este evangelio nos dice que sólo quien arriesga, quien trabaja y se esfuerza por Dios y por los demás, podrá escuchar de labios de Jesús al final de su vida: “Muy bien, como has sido fiel, pasa al banquete de tu señor”.
- Termino con un testimonio del Cursillo de Cristiandad en el que he estado el pasado fin de semana en Covadonga. Estuvimos allí 41 personas: 27 recibiendo el Cursillo y el resto impartiéndolo. Una vez más saqué la conclusión que merece la pena todo el esfuerzo que hagamos por dar a conocer a Dios a los demás. Dios sigue cautivando cuando se le muestra en toda su fuerza, su radicalidad, su amor y su ternura. De cada uno de los asistentes podría contaros algunos de los dones que el Señor nos ha dado en esos días. Solamente haré mención aquí de una chica bautizada y que después de su bautizo no supo nada más de la fe, más que de modo circunstancial y esporádico. No había hecho la 1ª Comunión. Ella anhelaba poder comulgar junto con los demás compañeros del Cursillo. La preparamos y el último día hizo su 1ª Comunión entre la alegría, la compañía, el cariño y la fe de todos los asistentes. Normalmente en España uno recibe los sacramentos: Bautismo, Confesión, 1ª Comunión, Confirmación, Matrimonio, y también recibe diversas catequesis, y en algunos casos la fe viene después de todo esto. Es decir, son catequizados y sacramentados con una fe muy débil, y a veces sin ella. En el caso de esta chica ella recibió un sacramento: el Bautismo, y luego ha recibido la fe. Posteriormente recibió la Confesión, la 1ª Comunión y luego la catequesis. En el Cursillo tuve una entrevista personal con ella y le dije que para recibir la 1ª Comunión debía cumplir dos condiciones: a) creer en la presencia real de Cristo Jesús en la Eucaristía; b) comprometerse a realizar una catequesis formativa. A las dos cosas dijo que sí.
¡Ojalá hubiéramos recibido nosotros tantos sacramentos como hemos recibido con la fe con la que esta chica hizo su 1ª Comunión!

jueves, 6 de noviembre de 2008

Domingo XXXII del Tiempo Ordinario (A)

9-11-08 DOMINGO XXXII TIEMPO ORDINARIO (A)
Sb. 6, 12-16; Slm. 62; 1 Tes. 4, 13-17; Mt. 25, 1-13
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Queridos hermanos:
En estos días de atrás leía en Internet unas noticias muy curiosas: resulta que a principios del siglo XX, en la recién estrenada Rusia bolchevique, juzgaron a Dios en un juicio sumarísimo: fue condenado a morir fusilado. La figura de Dios aparecía para las doctrinas marxistas como el centro de las desdichas humanas: Un ser todopoderoso que mantenía a su pueblo sufriendo injusticias y los hacía pobres, sumisos y conformes con su dolor. Por ello, Anatoli Vasílievich Lunacharski (1875-1933), comisario de educación en la Unión Soviética dirigió un juicio en contra de Dios. Se acusó a Dios de crímenes en contra la humanidad. Por suerte, Dios tuvo abogados defensores que alegaron en su favor que sufría trastornos mentales como para indicar que no sabía lo que hacía o que no era responsable de lo que hacía, pero, a pesar de todo, el jurado encontró culpable a Dios y procedieron a dictaminar un veredicto: muerte por fusilamiento. Una mañana de 1917 un destacamento de fusileros levantó sus armas y disparó contra el cielo. Dios había sido fusilado.
Asimismo creo que algunos de vosotros aún recordéis que hace poco tiempo un senador de EE.UU., Chambers, interpuso un juicio contra Dios por haber causado nefastas catástrofes, que han provocado muerte y destrucción sin misericordia. La demanda fue interpuesta ante un tribunal en Nebraska, y ello es signo de que las demandas pueden prosperar pese a lo extravagante de su contenido. En la demanda se decía que el demandado es conocido con varios “alias, títulos, nombres y designaciones”. Se le invocó para que se manifestase dondequiera que estuviese…, aunque sin éxito. Ante la imposibilidad de que Dios se presentase en el proceso, se citó a los representantes de “varias religiones, denominaciones y cultos que, de manera notoria, reconocen ser agentes del demandado y hablan en su representación”. Al final, parece que el senador abandonó el proceso judicial.
Para concluir, diré que en Rumanía hace unos años un rayo fulminó una vaca y el ganadero quiso cobrar al seguro el daño causado, pero le contestaron que la empresa aseguradora no era responsable de los “rayos divinos”; así le dijeron. Entonces el ganadero, ni corto ni perezoso, demandó a Dios para que le pagara la vaca. El juez en un principio aceptó la demandada, pero posteriormente la archivó, porque… no fue posible entregar la citación a Dios en un domicilio concreto.
Todo esto que acabo de decir, aunque suena a broma, sin embargo, es verídico.
- A este senador de Estados Unidos, al ganadero rumano, a los jueces que aceptan demandas y juicios contra Dios, y a tanta gente les es muy difícil encontrar a Dios. ¿Por qué? Por nuestra parte, también nosotros queremos encontrar a Dios, nosotros queremos encontrar su casa, pero no para procesarle o para demandarle en juicio, sino para estar con El.
¿Cómo hemos de hacer para encontrar a Dios? En la primera lectura que acabamos de escuchar se nos dan una serie de pistas para hallar a Dios. Se dice: “La sabiduría (es decir, Dios mismo) la ven fácilmente los que la aman, y la encuentran los que la buscan; ella misma se da a conocer a los que la desean. Quien madruga por ella no se cansa: la encuentra sentada a la puerta […] Ella misma va de un lado a otro buscando a los que la merecen; los aborda benigna por los caminos y les sale al paso en cada pensamiento”. Es decir, en estas palabras vemos cómo parece muy fácil encontrar a Dios. Para lograrlo se reseñan las siguientes condiciones personales: amarlo, buscarlo, desearlo, madrugar por El, merecerlo… Y quien tiene estas actitudes y disposiciones encontrará que Dios mismo se les da a conocer, lo encontraremos sentado a la puerta de nuestra casa, será Dios mismo quien nos vaya buscando por los caminos, será El quien nos abordará en cualquier esquina, incluso en nuestros pensamientos.
¿Por qué no pudieron encontrar a Dios el senador, el ganadero rumano, los jueces y tantas personas? Pues porque no tenían las actitudes necesarias y, a pesar de pasar al lado de Dios, no fueron capaces de reconocerlo. Unos querían fusilarlo, otros que les pagara la vaca, otros humillarlo en un juicio sumarísimo, otros sólo querían cumplir con su trabajo al citarlo para el juicio sin importarles para nada lo que Dios tuviera que entregarles o decirles a ellos mismos, otros sólo quieren su salud, su trabajo, el pago de su hipoteca, que les toque la lotería; en definitiva, que atienda sus necesidades…, pero no desean ni esperan que Dios se dé a sí mismo.
Ya decía Pascal: “Si de verdad os parece que tener fe sea deseable, entonces procuradla no aumentando las pruebas de la existencia de Dios, sino disminuyendo las pasiones (carnales) en vosotros”. En efecto, quizás no encontramos a Dios en nuestras vidas y en nosotros mismos porque en realidad no le amamos, no lo deseamos con todo nuestro ser y nuestra mente (como nos decía hace poco Jesús en un evangelio), no madrugamos por El, no lo merecemos.
Por lo tanto, para encontrar a Dios hay que tener previamente esta serie de disposiciones, ya que Dios no puede ser buscado “en frío”. El día en que lo amemos, lo buscaremos. El día en que lo busquemos, madrugaremos. El día en que madruguemos por El, significará que lo deseamos. El día en que lo deseemos como lo más importante de toda nuestra existencia (presente, pasada y futura), ese día realmente lo mereceremos y El se dará a conocer a nosotros, lo encontraremos sentado a nuestra puerta y nos saldrá al paso en cada pensamiento.
Esta disposición era la que tenía el salmista, pues compuso este salmo 62 –un salmo precioso-. En este texto el creyente abre todo su corazón y canta a ese Dios, al que ya ha encontrado, pues no se pueden decir estas cosas si es que antes uno no ha tenido experiencia de este Dios. Ahí va el salmo:
“Oh Dios, tu eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansía de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloría!
Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo”.