jueves, 4 de noviembre de 2010

Domingo XXXII del Tiempo Ordinario (C)

7-11-2010 DOMINGO XXXII TIEMPO ORDINARIO (C)

2 Mcb. 7, 1-2.9-14, 2; Slm. 16; 2 Ts. 2, 16-3, 5; Lc. 20, 27-38



Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

Con la homilía de hoy termino estas predicaciones sobre Julio Figar.

- La fuerza de la Palabra de Dios en Julio. La Palabra es la espada del Espíritu y Julio no quería suavizar en nada la gravedad del corte. Una vez, recién ordenado sacerdote, un fraile mayor que él y Julio mismo dieron dos días ejercicios espirituales a 70 chicas de 3º de BUP. La predicación fue directísima. Nada de los temas socorridos del momento como por ejemplo: la responsabilidad, padres de hijos, chicos y chicas, aborto, divorcio o algo semejante, sino que se predicó directamente la muerte de Cristo, nuestra muerte en todo, conversión, el don del Espíritu Santo, etc. Al segundo día las dejaron unas horas para que expresaran sus opiniones o testimonios. Les pusieron perdidos… Una se levantaba y decía: “porque yo he vivido hasta ahora, ¿no?” Otra: “Sí, yo admito que el Señor me ayude, pero soy yo, yo, yo”. Llegó la cosa a tal punto que a las chicas les empezó a dar lástima de los dos frailes. En un momento que pudo, sin embargo, Julio le dijo por lo bajo al fraile mayor: “te das cuenta lo que hace la Palabra de Dios”. Al subir después de la media hora de descanso el fraile mayor tenía pensado suavizar un poco las cosas y decirles que esto hay que entenderlo así o así… Julio le dijo: “déjame hablar a mí”. Julio cogió la 1ª a los Corintios, capítulo 2: “Yo no he venido a predicar con palabras de sabiduría humana…”. En vez de suavizar, agudizó todavía mucho más la dureza de la Palabra. Durante tres cuartos de hora el silencio se cortaba con un cuchillo. En algún momento el fraile mayor pensó que las chicas se les iban. Pero no fue así, todo lo contrario. El Señor obró maravillas y siguieron todavía después de varios años.

La finalidad de la predicación de Julio era la liberación de las gentes. Hay mucha gente que no está liberada. Pero el hecho de predicar la liberación no libera a la gente; al contrario, cuando predicamos la liberación donde no hay liberación la gente queda frustrada y es posible que se aumente su desesperación. Entonces de lo que se trata es de dar a las gentes un poder para ser liberados. Jesús no vino a traernos una nueva doctrina, sino un poder para ser sanados, para ser liberados; pero este poder no lo tenemos en nosotros mismos. Julio prescindió casi por completo de dar consejos, de hacer psicología o pedagogía, incluso de consolar a la gente; él iba derecho a pedir al Señor ese poder para que la gente que acudía a él fuera liberada. Entraba con la gente en oración y el Señor, sin quitar los problemas, derramaba su paz. La mayoría de los problemas humanos vividos en el Señor, dejan de ser problemas.

Finalmente, otra de las características de la predicación de Julio era hacerla desde la pobreza de espíritu: Desaparición de la persona del predicador convertido en puro instrumento para que no hubiera ningún impedimento a la acción del Espíritu. Julio estaba bien convencido de la imposibilidad de convertir y liberar a nadie por las solas fuerzas humanas. Imposible. El Señor es el único dueño de los corazones y la Palabra sólo convierte cuando va acompañada por la acción del Espíritu en el interior de los corazones. Julio oraba con muchísima frecuencia: “Señor no permitas que te robemos tu gloria”. Y es que el predicador tiene el peligro de referir los frutos a la fuerza o al atractivo de su personalidad. Él tuvo problemas con esto, porque la gente le daba mucha gloria y demasiados elogios. Y el Señor no cede su gloria a nadie. Y es bueno que así lo haga. Pero el Señor defendió a Julio de una manera admirable dándole el don de una gran pobreza interior. De tal forma que todo su gran éxito humano no llegó nunca a afectarle el corazón. Tampoco le afectaron demasiado las críticas. Una vez en Lanzarote al acabar una charla de Julio alguien le dijo: “Me ha defraudado Vd. Lo único que siento es cómo está Vd. engañando a la gente”. Y siguió con su discurso sobre métodos orientales de oración. Julio ni se inmutó. No se dejaba conmover ni por los racionalismos, ni por ningún tipo de ideología. Él sabía que no debía entrar en discusión y alimentar así los mecanismos de defensa de mucha gente.

- La muerte de Julio. El 28 de diciembre de 1981 hacia las tres de la tarde, viniendo de Ocaña a Madrid, el P. Julio Figar tuvo un accidente que le costó la vida. Venía a un cursillo sobre oración En una curva peligrosa, en el Km. 41, tal vez por la abundante lluvia caída todo el día, el coche patinó y, dando vueltas sobre sí mismo, invadió la calzada contraria en el momento que pasaba un camión que le arrolló. Allí mismo hay un puesto de la Cruz Roja. Los que estaban de servicio fueron testigos del accidente y ellos mismos le trasladaron a la Clínica 1º de Octubre de Madrid. Allí ingresó con una relativa gravedad a las 16,20 horas. Tenía rotas dos vértebras y un hematoma grande, pero apenas perceptible al exterior, detrás de la oreja derecha. Viajaba solo.

Esta primera tarde reconoció a algunas personas y aunque no podía hablar daba signos de presencia apretando las manos de los que le saludaban. Le pusieron en la habitación 237, ya que no parecía su situación de extrema gravedad. Se quedó con él por la noche Beatriz, una chica del grupo Rosa de Sarón (de la Renovación Carismática), que es enfermera. Hacia las cuatro de la mañana su situación se agravó y Beatriz se dio cuenta de que se iba. Llamó a médicos y enfermeras que le trasladaron a la UVI y le entubaron, ya en situación crítica. Al llegar por la mañana temprano, Beatriz entre lágrimas y sollozos contó lo que había pasado y llena de emoción repetía sin cesar: “Se me ha muerto Jesucristo entre mis brazos. Me he pasado toda la noche besándole los pies. ¡Qué impotencia, Dios mío, que impotencia!”

Permaneció varios días clínicamente muerto, si bien seguía respirando con ayuda de aparatos. En estos días acudió al hospital una multitud de personas que terminaban, por lo general, en la capilla del 7º piso haciendo oración por grupos o asistiendo a alguna Eucaristía. El Señor fue dando paz a los corazones y se comenzó a vislumbrar el misterio de una muerte tan temprana y tan absurda a los ojos de los hombres. Incluso sus padres y sus dos hermanas se contagiaron del ambiente reinante y de la paz de todos. Su madre el segundo día dijo: “noto una fuerza mágica dentro de mí que me da mucha paz”. Así hasta las ocho de la mañana del día 1 de Enero en que falleció. Tenía 27 años de edad y le faltaban algunos meses para cumplir los tres años como sacerdote.

Fueron centenares de personas las que acudieron a visitar su lecho de muerte. Nunca se vio un cadáver tan querido, tan tocado, tan besado, tan contemplado… pasándole rosarios, estampas, etc. Su madre dijo en un momento de especial aglomeración: “nos le rompen, nos le rompen”.

Por eso mucha gente ha comentado: Julio ha muerto, pero su espíritu está entre nosotros. Y la verdad es que esta palabra “espíritu” se podía poner con mayúscula, porque el que actuó en Julio no fue su espíritu, sino el Espíritu de Cristo. Otras han hablado de la necesidad de heredar y continuar el espíritu de Julio. Y desde la fe mucha gente se ha visto sorprendida por una fuerte presencia espiritual de Julio. La muerte de una persona santificada por el Señor, se puede interpretar sin duda en términos de resurrección y de presencia consoladora, sobre todo cuando suceden hechos reales de cambios de vidas y se percibe que algo nuevo ha brotado entre nosotros. Y esto no por los méritos de nadie, sino por un aumento de la Misericordia del Señor.

7 comentarios:

  1. Andrés, una crítica constructiva:
    ¿Porqué le dedicas tanto tiempo a temas como el de Julio, dejando a un lado el evangelio que es mucho más importante?
    Entiendo que te guste la vida de los grandes hombres que han marcado pauta y dejado huellas en la humanidad como Julio, pero de allí a dejar de lado la Palabra de Dios dominical, no estoy de acuerdo.
    Recibe un abrazo fraternal en Cristo Jesús.
    Lorenzo Gómez

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  2. Yo creo, amigo del Blog –Lorenzo-, que si predica así D. Andrés es porque logra acercarnos a aquellos que han sido testigos VIVIENDO EL EVANGELIO precisamente, que en ocasiones se nos puede hacer difícil a nosotros, y que al ver a quienes se han dejado “hacer” por Dios, nos animemos a seguirles; teniendo por supuesto presente que si son testigos es porque han seguido al Único fiel, al Señor a quien hemos de dirigir nuestra mirada, como ellos lo han hecho. Oración, docilidad y obediencia, compasión y misericordia, lucha espiritual, enfrentarnos al mundo por seguir la voluntad de Dios, vivir la gratuidad y permitir que sea la Palabra de Dios la fuerza que nos lleve por las huellas de su discipulado…¿no es vivir el evangelio?, ¿no es predicar el evangelio cuando se personaliza en quienes nos van precediendo – como en este caso? Yo lo veo así. Y me ayuda a crecer espiritualmente. Aunque por supuesto, hay muchas maneras de predicar y es bueno poder “elegir” –por expresarme de alguna manera- aquella que mejor nos vaya a cada uno.
    Buena semana amigos. Salgo para Covadonga estos dos dias, tendré allí un recuerdo para vosotros.

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  3. Querido D. Andrés y demás hermanos:

    Yo creo en ese Dios, capaz de cambiar los corazones y hacer que una determinada actitud de odio hacia otra persona se transforme en amor. El Señor en su infinita
    misericordia llega a intervenir en esos asuntos si se ora con perseverancia, dicen que el tiempo lo cura todo, no creo en eso, el tiempo no es nada y menos con poder para hacer que los problemas se arreglen.

    Tenemos el ejemplo de San Agustín de como la vida de un impío se transformó en una entega total a Dios y uno de los más grandes teólogos de la historia del cristianismo y todo porque su Madre se lo pidió a Dios y El en su infinita misericordia intervino.

    Un abrazo a todos.

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  4. Hasta hoy no entendía por qué el mismo Evangelio a unos les cambia toda su vida y a otros les deja indiferentes. Las palabras de Andrés hoy me lo han hecho ver claro: "cuando predicamos la liberación donde no hay liberación la gente queda frustrada y es posible que se aumente su desesperación."... por eso durante tantos años me había sentido como el joven rico, como el hermano mayor del hijo pródigo, siendo fiel a todos los preceptos, pero...sin ser suficiente, frustrada. Es por eso que esta otra frase de la homilía me ha abierto los ojos:"Jesús no vino a traernos una nueva doctrina sino un poder para ser sanados, para ser liberados"...hay que dejarse hacer por ese Poder y hay que pedirlo y buscarlo con insistencia, porque al final el Espíritu de Dios acude siempre y los problemas humanos van dejando paso a una gran paz.
    Que el Espíritu de Dios venga sobre todos nosotros.
    ¡Mil gracias Andrés!

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  5. Doy gracias a Dios, por haber podido escuchar estas homilías sobre la vida de Julio Figar.
    Es increíble que una vida tan corta, ya que fue arrebatado en plena juventud, haya sido tan fecunda, dando tantos frutos.
    En esta última parte me llama la atención, el conocer que era lo que este joven le pedía al Señor: Pobreza de espíritu, no robar la gloria a Dios, que sane nuestro corazón endurecido, y lo cambie por uno de "carne" tierno, acogedor, sensible, amoroso.....Digo que me llama la atención porque, estas peticiones salen de mi corazón con mucha frecuencia; porque he podido comprobar, que sin Dios no soy nada ni puedo nada; es por eso que le ruego me conceda esa pobreza que me hace depender únicamente de Él; cuando Él permite que actúe o diga cosas que los demás pueden elogiar, también soy consciente de que no he sido yo, si no el Espíritu Santo, así que le ruego al Señor, que lo reconozca así, y no le robe la gloria.
    Tantos días cuando me dirijo a misa por la mañana, voy hablando con Él, y una de las cosa que le digo es: Señor sana mi corazón, cámbiamelo, dame uno "esponjoso" que se deje empapar de Ti.
    Julio era fiel a la palabra, esa Palabra que es la espada del espíritu, y era Ella la que arrastraba, la que curaba tras "herir"; y aquí se valió de julio, incluso después de "muerto"
    Muchas gracias Andrés.
    Hermanos, que el Señor nos conceda desear ese Espíritu que actuaba en este joven sacerdote.
    BENDITO SEA DIOS.

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  6. gracias por esta serie de predicaciones. Además de conocer la vida de Julio Figar, es un 'toque' de Dios, para que abramos los ojos y veamos a nuestros curas como lo que son: un regalo de Dios.

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  7. Han sido un “maravilloso regalo” de Dios estas tres homilías sobre la vida del P.Julio Figar.
    Al escuchar ya la 1ª homilía, sentí como el Espíritu Santo invadía mi ser, me llenaba de alegría producía en mí, deseos de caminar hacía la santidad, me llevaba a la oración. El miércoles 3 de noviembre la liturgia nos presentaba la carta a los Filipenses, y quedó en mí interior esta frase de la lectura: “Porque es Dios quien activa en vosotros el querer y la actividad para realizar su designio de amor.” Y es lo que Dios hizo en este santo sacerdote, sale a su encuentro y lo cura y a partir de ahí hace grandes maravillas en su vida y “ahí empezó todo, con la marca y el sello del Señor” como nos lo dice Andrés en las homilías. Nos ha regalado Dios a través de Andrés un verdadero testimonio de AMOR DE DIOS EN LA PERSONA DEL P.JULIO FIGAR, es tema para muchos, muchísimo días de oración ¡QUE RIQUEZA!
    Pido al Señor me dé el regalo de la ORACIÓN y así en ella ir encontrando la estabilidad interior, vivir permanentemente la gratuidad, me ayude a relativizar todo y que sea EL, SOLO ÉL quien actúe como lo hizo en la corta vida del P. Julio.
    GRACIAS A DIOS que a través de Andrés nos da este maravilloso regalo de sus homilías, el poder leerlas y escucharlas en el Blog. Alimentan, animan, nutren nuestra vida. QUE DIOS NOS LO GUARDE Y LE BENDIGA SIEMPRE.
    Un abrazo y una feliz semana.
    Olga

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