viernes, 8 de abril de 2011

Domingo V Cuaresma (A)

10-4-11 DOMINGO V CUARESMA (A)


Ez. 37, 12-14; Slm. 129; Rm. 8, 8-11; Jn. 11, 1-45



Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:


- Como ya sabéis, hace dos domingos escuchábamos en el evangelio el relato de la Samaritana. Aquí Jesús se nos presentaba como Agua Viva. Nos decía Jesús que, quien bebiera de cualquier agua, volvería a tener sed, pero, quien bebiera del agua que Él le diera, nunca más tendría sed: “El agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna”. Al domingo siguiente volvíamos a escuchar el evangelio de San Juan. En él Jesús curaba a un ciego de nacimiento, y Jesús se nos presentaba entonces como Luz del mundo: “Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo”. Jesús es Agua Viva y Luz del mundo.


En el día de hoy volvemos a escuchar otro evangelio de San Juan, concretamente en el que se narra la resurrección de Lázaro y en donde Jesús se denomina a sí mismo como Resurrección y Vida. “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”.


Con estos tres evangelios San Juan intenta llevarnos hacia Jesús, pues en Él está todo y fuera de Él no hay nada o, al menos, nada bueno. Unas veces Jesús nos es presentado como Agua Viva, que quita la sed para siempre: en este mundo y después de este mundo. Otras veces Jesús nos dice que es Luz: Luz que quita la oscuridad al hombre y que le ilumina hacia la verdad plena. Hoy se nos dice que Jesús da Vida a los vivos, y también da Vida o resucita a los muertos. Quien no está con Jesús, si muere, morirá para siempre; asimismo quien no está con Jesús, si está vivo, es como si estuviera muerto.


Vamos a reflexionar, a profundizar un poco sobre la muerte y sobre la vida.


Hace poco se estrenó una película francesa; creo que se titulaba Hombres y dioses”. Trataba de unos monjes católicos que fueron secuestrados y asesinados en 1996 en Argelia. Eran siete. Les cortaron la cabeza y no se sabe cuántas cosas más les hicieron. Habían recibido varias amenazas de muerte de los fundamentalistas musulmanes para que se fueran de allí. Ellos se sentaron a deliberar sobre aquellas amenazas y sobre aquella situación, y cada uno expresó lo que sentía y lo que quería hacer. Había libertad para marcharse a un lugar más seguro. Todos decidieron quedarse allí y afrontar los peligros que pudieran venir. Jesús vino a este mundo por nosotros; Jesús no huyó, sino que se entregó a la muerte por todos nosotros. Ellos tampoco podían escapar. No hacían mal a nadie y esta comunidad de monjes orantes eran como un oasis en el desierto: oasis de perdón, oasis de reconciliación, oasis de paz, oasis de oración, oasis de fraternidad entre los hombres independientemente de sus culturas y de sus creencias. Las gentes de los alrededores les apreciaban y no deseaban su marcha, sino todo lo contrario. Estos siete monjes hablaron y escribieron lo que sentían ante las amenazas y la proximidad de su muerte. Yo he recogido aquí las palabras de dos de ellos: Por ejemplo, Fr. Luc Dochier dijo: “¿Qué nos puede pasar? Que caminemos hacia el Señor y nos sumerjamos en su ternura. Dios es el gran misericordioso y el gran perdonador”<!--[if !supportFootnotes]-->[1]<!--[endif]-->. O Fr. Christophe Lebreton, que escribió sus últimas voluntades: Mi cuerpo es para la tierra, pero, por favor, ninguna protección entre ella y yo. Mi corazón es para la vida, pero, por favor, nada de retoques entre ella y yo. Mis manos para el trabajo… sencillamente se cruzarán. Pero el rostro, que quede completamente desnudo para no impedir el beso. Y la mirada, dejadla VER”. Para decir y escribir esto, hay que estar o muy loco, o muy convencido, o… tener a Dios muy dentro. Estas palabras retratan a unos creyentes totalmente enamorados de Dios y olvidados de sí mismos. La vida no es un fin en sí mismo; tampoco lo es el cuerpo, ni el corazón, ni las manos, ni el rostro, ni la mirada…; nada de lo que se posee es fin en sí mismo, sino que todo ello es don y regalo de Dios. De Dios lo hemos recibido y a Dios hemos de entregárselo de nuevo.


Los siete monjes católicos están muertos desde 1996. Sus asesinos probablemente siguen vivos a fecha de hoy. Preguntas: Desde la perspectiva de Jesús, de Dios, ¿quiénes están más muertos: los siete monjes asesinados o aquellos que los mataron? ¿Quiénes están más vivos: los siete monjes que murieron o aquellos que los mataron? Para mí las respuestas están claras. De hecho, en estos siete monjes católicos se cumplieron y se cumplen totalmente las palabras de Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”.


- Preparando esta homilía cayó en mis manos este cuento. ¡Otro cuento! Os lo leo y luego reflexiono un poco sobre él: “Un sabio griego hacía exploraciones por las tierras del Nilo. Muy satisfecho de su ciencia y de su filosofía, buscaba ufano por aquellas regiones oscuras los secretos que guarda la naturaleza. En una ocasión tuvo que pasar un río y subió a una barca. El viejo barquero movía acompasadamente sus remos y miraba distraído las aguas. De pronto, el sabio le preguntó: -¿Sabes astronomía? –No, señor. –Pues has perdido la cuarta parte de tu vida… ¿Sabes filosofar? – No, señor. –Pues has perdido la otra cuarta parte de la vida… ¿Sabes algo de la historia de este mundo? –No, señor. –Pues has perdido otra cuarta parte de tu vida. En esto, un golpe de viento zarandeó con estrépito la barca, la cual no resistió el golpe, dio media vuelta, y los dos cayeron al agua. El barquero comenzó a nadar a grandes brazadas en busca de la orilla; el sabio se hundía sin remisión dando grandes gritos y luchando por salvarse. Entonces el barquero le preguntó: -¿Sabes nadar, amigo sabio? –No, señor. –Pues ha perdido usted toda la vida”. Tenemos una vida. Sólo se vive una vez y, en tantas ocasiones, ¡perdemos tiempo en tantas cosas que no son fundamentales o nos vanagloriamos de lo que sabemos y despreciamos a los que saben o lo que tienen los otros!


Decía San Bernardo: “Que nuestra vida tenga su centro en nuestro interior, donde Cristo habita”. Para poder morir como los siete monjes de Argelia hay que vivir como ellos, es decir, con Cristo como centro de nuestro ser. Cristo da VIDA a los muertos sólo cuando ha dado VIDA a los vivos. En tantas ocasiones no somos felices; sabemos astronomía, sabemos filosofía y sabemos historia del mundo, como el sabio griego, pero no “sabemos” a Cristo. Cristo es el único que da VIDA, que da AGUA VIVA, que da LUZ. Vayamos, pues, siguiendo los pasos de Cristo. Ya está aquí la Semana Santa. ¡Vivámosla con Él!


<!--[if !supportFootnotes]-->


<!--[endif]-->

<!--[if !supportFootnotes]-->[1]<!--[endif]--> Fijaros: en vez de decir: ‘¿Qué nos puede pasar: que nos maten o que nos torturen…?’ Dice: “Que caminemos hacia el Señor y nos sumerjamos en su ternura…”

6 comentarios:

  1. Don Andrés, no sabe lo mucho que le agradezco que todas las semanas se acuerde de enviarme la homilía. Me ayuda mucho a vivir la semana “en clave cristiana” y la verdad es que es una de las mejores herramientas para ello.
    Muchas gracias

    ResponderEliminar
  2. Cuanta verdad .. en tu homilia ... cuantas veces nos sumergimos en tinieblas .. sin saber saber buscar la luz .. y es en ese momento donde quizas alguito te hace er la luz .. ese alguito como decia mi abuela .. no es nada mas ni nada menos que la Luz que te envia el Señor .-. solo que a veces nos quedamos en la oscuridad .. y si buscamos la luz en el camino .. dentro nuestro .. viviremos como estrellas pues daremos testimonio de la fuerza de Jesus dentro de muestro corazon ... Como decia la Madre Teresa .. que nadie se vaya de tu lado sin una sonrisa ..esa sonrisa quizas sea la luz para su camino ..
    Demos testimonio de la luz del Señor ...
    Un abrazo ...

    ResponderEliminar
  3. He visto la pelicula de la que hablas y me impresionó mucho sobre todo porque los sactores supieron reflejar muy bien el modo en que aquellos monjes estaban viviendo aquellos momentos.

    Vivian como verdaderos hermanos que se quieren, que están unidos en el rezo, en el sufimiento de la espera por no saber qué iba a pasar y sobre todo porque desde el mas joven al mas viejo trasmitían una infinita fe y sobre todo una inmensa esperanza en el encuentro con Dios.
    Muy buena la homilía y con mucha miga para la reflexión
    Un abrazo para cada un@

    ResponderEliminar
  4. Me ha gustado esa expresión del "saber divino" , porque realmente si “sabemos” a Jesús, es que le hemos buscado y encontrado;hemos bebido de Él y nos ha iluminado. Saber a Jesús debe ser algo así como ir recuperando esa imagen nítida del hombre que un día fue creado a Su imagen y semejanza.
    Nos vamos acercando a Jerusalén desde Su Palabra, ojalá ésta nos ayude a vivir la frase de este monje -Fr Luc- a cada uno de nosotros:"Que caminemos hacia el Señor y nos sumerjamos en su ternura."
    Santa semana, amigos.

    ResponderEliminar
  5. Preciosa la homilía.
    Lo cierto es que toda ella no tiene desperdicio, pero hoy me quedo con la frase: A Dios, solo puede agradarle Dios.
    Y me consuela mucho, porque tengo la "osadía" de tratar de agradarle yo, intentar hacer aquello que le agrada, como queriendo "comprarle" y claro esto me frustra, porque me doy cuenta de que para mi es imposible. Por eso me ayuda esta frase, porque me hace ver que, Dios me quiere porque le da la gana, porque quiso fijarse en mi, n o por aquello que yo le pueda ofrecer, si no por lo que que Él me ofrece a mi. " Yo soy la resurrección y la Vida" y esto es lo único que importa.
    De nada me sirve la sabiduría humana, si no poseo la divina, pues si carezco de esta que es la que puede llevarme tras los pasos de Cristo, de nada me sirve todo el saber, pues habrá sido en balde.
    Emocionan los escritos de estos monjes, y la docilidad con que se enfrentan a la muerte; es claro que el que así actúa ha de tener a Dios dentro; yo veo en general y en mi misma, como me "agarro" a la vida, ahora me doy cuenta de que, yo no se mirar con los ojos de Dios; si así fuera todo sería distinto, y hasta diríamos como Stª Teresa que : Muero porque no muero. Tantas son las ganas de encontrarse con El Amado, en la casa del Padre, para gozar de su ternura y presencia, que lo que menos importa es la edad que tengas cuando el Señor venga a buscarte. Él es la Vida, es la Luz que te ilumina y te marca el sendero, y es el Agua que sacia mi sed, mi sed de Amor.
    Así vuelvo a Stª Teresa: "Quién a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta". Y que razón tenía la santa, si tienes a Dios en tu vida, de nada careces, Él te proporciona todo lo necesario para tu felicidad; por el contrario, puedes poseer todas las riquezas, todo el poder....
    Si te falta Dios, te falta todo. Esto es una experiencia vivida, siento que Dios está en mi vida, y que con su ayuda trato de ponerlo en el centro, en lo mas alto, y la verdad es que me llena tanto, que no añoro nada mas. Solo Dios basta.
    También me "agrada" el ver en la narración del Evangelio, como Jesús llora la muerte del amigo, y al ver sufrir a sus hermanas, me muestra su humanidad y sentimientos.
    Andrés, ¡cuantas gracias he de dar a Dios, por poderte escuchar! que Él te bendiga.
    Hermanos, que el Espíritu de Cristo, nos ayude a vivir santamente, estos misterios de nuestra salvación.
    BENDITO SEA DIOS.

    ResponderEliminar
  6. Me quedé con un trozo de la homilía que me llamó más la atención:
    "Todo lo recibimos de Dios. Por encima de nuestro pecado tiene que estar nuestra fe, por encima de nuestra fe está Dios y Jesucristo. Nunca os miréis a vosotros mismos, ni vuestros logros, ni vuestros pecados, no importan, importa Dios. Esto será lo que nos salve. Únicamente Dios es el que nos salva. No hagáis una lista de logros, a Dios solo le puede agradar Dios."
    Últimamente tengo tentaciones relacionadas con esto que has dicho. Veo que hablas del abandono absoluto en Dios. Cuando intentas vivir de esa manera y hablas en consecuencia, la gente no te entiende

    ResponderEliminar