viernes, 13 de mayo de 2011

Domingo IV de Pascua (A)

15-5-11 DOMINGO IV DE PASCUA (A)

Hch. 2, 14a.36-41; Slm. 23; 1 Pe. 2, 20b-25; Jn. 10, 1-10



Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

En este Domingo IV de Pascua celebramos al Buen Pastor. Jesús es en realidad el Buen Pastor y el único Pastor. Los demás somos buenos pastores en la medida en que estamos injertados en Jesús y somos obedientes y dóciles a la Iglesia de Dios, la cual nos marca el camino a seguir y las tareas a realizar.

El Concilio Vaticano II ha resaltado en su enseñanza que Jesús fue sacerdote, profeta y rey. Como sacerdote (misión de santificar) realizó un culto espiritual y divino para acercarnos a Dios y para acercar a Dios a todos los hombres. Como profeta (misión de enseñar) nos habló de parte de Dios y nos enseñó quién y como es Dios y lo que le agrada. Como rey (misión de gobernar) fue nuestro servidor y nos gobernó desde la humildad, como cuando nos enseñaba con su ejemplo a lavar los pies (un trabajo de esclavos y de sirvientes) a los otros.

Todos los cristianos, por el solo hecho de haber recibido el sacramento del Bautismo, hemos sido constituidos en sacerdotes, en profetas y en reyes. E igualmente, por el sacramento del Orden, los sacerdotes o presbíteros, en nombre de Cristo, hemos de cumplir con las tres misiones arriba reseñadas: la de santificar, la de enseñar y la de gobernar, y las tres misiones las hemos de realizar al modo de Jesús. Es decir, 1) ningún presbítero o párroco o cura puede santificar a los fieles, si antes no es santificado él mismo por Dios. 2) Ningún presbítero puede enseñar a los fieles, si antes no es enseñado él mismo por Dios. 3) Ningún presbítero puede gobernar a los fieles, si antes no es él mismo manso y humilde de corazón como Jesús, si antes no está él mismo como el que sirve ante sus hermanos. En efecto, para Jesús, gobernar es servir y dar la vida por los otros.

No sé si sabéis que tengo encomendada por el obispo la responsabilidad de impartir clases de derecho canónico a los seminaristas. En un determinado momento, les explico en clase todas las leyes y normas relativas a los párrocos, y existen unos cánones de la ley universal de la Iglesia (Código de Derecho Canónico) en donde se nos dice a los párrocos qué y cómo debemos actuar en nuestras parroquias y tareas. Y estos cánones están distribuidos según la trilogía que tengo explicado más arriba. Veamos cuáles son las tareas de un presbítero para así comprender mejor cuáles son también las responsabilidades de los fieles laicos:

- Misión de enseñar: El párroco está obligado a procurar que la palabra de Dios se anuncie en su integridad […]; cuide por tanto de que los fieles laicos sean adoctrinados en las verdades de la fe, sobre todo mediante la homilía[…] y la formación catequética; ha de fomentar las iniciativas con las que se promueva el espíritu evangélico, también por lo que se refiere a la justicia social; debe procurar de manera particular la formación católica de los niños y de los jóvenes y esforzarse con todos los medios posibles, también con la colaboración de los fieles, para que el mensaje evangélico llegue igualmente a quienes hayan dejado de practicar o no profesen la verdadera fe (Canon 528 § 1).

- Misión de santificar: Esfuércese el párroco para que la santísima Eucaristía sea el centro de la comunidad parroquial de fieles; trabaje para que los fieles se alimenten con la celebración piadosa de los sacramentos, de modo peculiar con la recepción frecuente de la santísima Eucaristía y de la penitencia; procure moverles a la oración, también en el seno de las familias, y a la participación consciente y activa en la sagrada liturgia (Canon 528 § 2).

- Misión de gobernar: Para cumplir diligentemente su función pastoral, procure el párroco conocer a los fieles que se le encomiendan; para ello, visitará las familias, participando de modo particular en las preocupaciones, angustias y dolor de los fieles por el fallecimiento de seres queridos, consolándoles en el Señor y corrigiéndoles prudentemente si se apartan de la buena conducta; ha de ayudar con pródiga caridad a los enfermos, especialmente a los moribundos […]; debe dedicarse con particular diligencia a los pobres, a los afligidos, a quienes se encuentran solos, a los emigrantes o que sufren especiales dificultades; y ha de poner también los medios para que los cónyuges y padres sean ayudados en el cumplimiento de sus propios deberes y se fomente la vida cristiana en el seno de las familias.

Reconozca y promueva el párroco la función propia que compete a los fieles laicos en la misión de la Iglesia, fomentando sus asociaciones para fines religiosos […] esforzándose también para que los fieles vivan la comunión parroquial y se sientan a la vez miembros de la diócesis y de la Iglesia universal (canon 529).

También hoy Jesús, en el evangelio que acabamos de escuchar, nos dice con palabras sencillas en qué consiste esa labor del párroco: “Las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera […] Camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”.

Y termino ya con un texto de San Juan de Ávila, patrono de los sacerdotes españoles y cuya festividad celebrábamos el martes pasado. Este texto es un trozo de una plática a los sacerdotes: “Mirémonos, padres, de pies a cabeza, alma y cuerpo, y vernos hemos hecho semejables a la sacratísima Virgen María, que con sus palabras trajo a Dios a su vientre, y semejables al portal del Belén y pesebre donde fue reclinado, y a la cruz donde murió, y al sepulcro donde fue sepultado. Y todas estas cosas santas, por haberlas Cristo tocado; y de lejanas tierras van a las ver, y derraman de devoción muchas lágrimas, y mudan sus vidas movidos por la gran santidad de aquellos lugares. ¿Por qué los sacerdotes no son santos, pues es lugar donde Dios viene glorioso, inmortal, inefable, como no vino en los otros lugares? Y el sacerdote le trae con las palabras de la consagración, y no lo trajeron los otros lugares, sacando a la Virgen. Relicarios somos de Dios, casa de Dios y, a modo de decir, criadores de Dios; a los cuales nombre conviene gran santidad”.

Pidamos por los sacerdotes para que llenos de Dios y de su santidad amemos y atendamos a sus hijos, aquellos que Él mismo puso en nuestras manos.

5 comentarios:

  1. Esta semana, nos há hecho una descripción muy bonita de lo que es ó deberia ser un sacerdote,
    cuanto me gustaría que tambien fuera nuestro párroco. Es una pena; me he pasado media vida, de una parroquia a otra, buscando el sacerdote que pudiera atraer a mi familia hacia la Iglesia, que nós explicara bien las Escrituras y no fuera la Misa algo rutinario, o lo que es peor, tener que escuchar verdaderas barbaridades.
    Precioso el escrito de San Juan de Ávila, es una maravilla la descripción que hace de los sacerdotes.
    Rezo para que así sea.

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  2. Que maravilla el escrito de San Juan de Avila ... lo quees dificil .. es encontrar un sacerdote asi .. Rezo por ellos .. y para que su real vocacion sea ser un buen pastor con todo lo que ello implica .. Un abrazo Andres .. aunque lejos en km te llevo en muy cerca de mi corazon ...

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  3. ¡¡Preciosísima homilía,Pater!Y cuánto me apetecía escucharte sobre esta triple misión que hemos recibido en nuestro Bautismo, participando de la del mismo Cristo;¡cuánta dignidad no merecida!
    Hay ocasiones en que el audio supera la homilía escrita y esta es una de ellas. ¡Qué buen pastor eres Pater!! y qué suerte tiene esta Comunidad de las Once de tener tu voz, tu cercanía y tú pastoreo fiel. Gracias.
    Al terminar de escuchar la homilía, he pensado que hoy has cumplido esa triple misión que se te encomienda como presbítero;he sido enseñada, para saber "pastorear" a cuántos el Señor pone en mi vida y me recuerdas que el evangelio recibido en integridad, así he de trasmitirlo a los mios; guste o no;me he sentido "acercada a Dios" y también cómo Dios mismo se ha abajado hacia mi..ha sido tu tarea como Sacerdote, la de santificar; también al término de este rato de lectura-reflexión y de escucha, la imagen del buen pastor ha venido a mi mente inmediatamente y me he sentido atendida,querida, valorada..¡qué mas puede desear una oveja de su Pastor!
    Has hablado del gran pecado de los presbíteros, la falta de Oración pero creo que es también el de todos nosotros fieles laicos que "perdemos muy poco tiempo" con El Buen Pastor...el Único Pastor, y así lo comprobamos en tantas ocasiones. A pesar de ello creo que gracias a tanta oración como hubo el pasado año dedicado "al Sacerdocio", han sido muchos los presbíteros que han recuperado ilusión, alegría..santidad, en sus vidas, como sacerdotes. Y esto debe de animarnos a seguir orando mucho por nuestros sacerdotes, por la santidad de nuestros pastores.
    ¡Jesús, el Buen pastor os bendiga a todos!

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  4. "El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas [...]; Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan".
    Hermosísimo salmo que nos habla del PASTOR, ese Buen Pastor que cuida y da la vida por sus ovejas.
    En mi vida puedo decir que he sentido esa gran preocupación y desvelo por parte de Jesús, que tantas veces ha dejado el rebaño, para ir en busca de la "oveja" que despistada ha tomado otro camino; y como con gran cariño ha curado mis heridas, y cargándome sobre sus hombros, me ha llevado al aprisco.
    Hoy solo quiero bendecir y agradecer al Señor tantos detalles, y el esmero con que me ha cuidado; así como por haber puesto en mi camino una persona concreta que reune todas las condiciones necesarias, para junto con Él, ayudarme a recorrer ese camino de la Vida, que me conduce hacia esas verdes praderas, que calma mi sed, y es mi descanso. Que en tiempos de "oscuridad" me ayuda a seguir confiada sabiéndome acompañada y protegida. "Tu vara y tu cayado me sosiegan".
    Gracias Señor te doy, desde lo mas profundo de mi ser, porque tu amor me desborda.
    Señor, hoy quiero pedirte por todos los sacerdotes, concédeles tu Santo Espíritu que avive la llama de su vocación y entrega a su misión; danos Señor vocaciones santas, que puedan ayudar a tantas ovejas perdidas.
    Padre, bendice a nuestro presbítero, y ayúdale a seguir creciendo en santidad.
    A todos nosotros concédenos no perder de vista la PUERTA, con tu gracia, y reconocer siempre tu voz
    Un abrazo a todos.
    BENDITO SEA DIOS

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  5. Me ha gustado especialmente, una cosa que ha dicho en su homilia en áudio.
    Habla a cerca de la importáncia de la oración para los sacerdotes, y seglares. Yo afirmo que la oración es la respiración del alma. Lo mismo que el cuerpo necesita alimento, tambien el alma necesita ese alimento que es la oración.

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