jueves, 19 de mayo de 2011

Domingo V de Pascua (A)

22-5-11 DOMINGO V DE PASCUA (A)

Hch. 6, 1-7; Slm. 32; 1 Pe. 2, 4-9; Jn. 14, 1-12



Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

- En esta semana me habló una chica que está muy angustiada con la muerte. Me preguntaba cómo sería después de la muerte, me decía que de allí no había venido nadie, me decía que si le habían hablado de que el cielo no existe… En definitiva, me suplicaba para que le dijera algo de todo esto que tenía en su cabeza.

En otras ocasiones hemos oído decir que de Dios nadie sabe nada, pues a Él nadie lo ha visto. Es verdad, ¿qué sabemos de las cosas que no vemos, que no experimentamos sensiblemente? ¿Qué sabemos de Dios, del Espíritu Santo, de los ángeles…? Respuestas: *Una de las respuestas que nos llega es que no se sabe nada o no se puede saber nada de todo esto. *El científico británico Stephen Hawking cree que la idea del paraíso y de la vida después de la muerte es un “cuento de hadas” de gente que le tiene miedo a la muerte. Igualmente pone énfasis en su rechazo a las creencias religiosas y considera que no hay nada después del momento en que el cerebro deja de funcionar. *Otros dicen que las respuestas que nos llegan desde las religiones son inventadas, o son simplemente teorías, o son mitos de la Edad Media, o, como decía un filósofo, son proyecciones de nuestros anhelos y deseos. En efecto, según este filósofo, el hombre aspira a lo bello, a lo bueno, a lo eterno, a lo santo… y, como no lo encuentra en sí ni alrededor de sí, lo que hace es proyectar (o inventar) un ente que posea todas esas cualidades en grado sumo y a ese ente lo llama “dios”. A ese dios se le adora, se le construye una liturgia y se le adorna con un sistema de dogmas, de doctrinas y comportamientos. Esto sucedió desde el inicio del ser humano y así surgieron diversas y muy variadas religiones y dioses. ¿A que suena terrible todo esto? ¿A que puede hacernos dudar a algunos de nosotros? La primera vez que yo estudié esto en el Seminario me produjo un shock en mi interior. ¿Sería verdad lo que dice este filósofo? ¿Será todo el cristianismo un invento o un montaje?

- A todo esto que acabo de decir sólo podemos responder desde la fe. Hay que dar un salto al vacío: O crees o no crees, o te fías o no te fías, o te abandonas en las manos de Dios o no te abandonas.

San Anselmo decía: “No intento, Señor, penetrar tu profundidad porque de ninguna manera puedo comparar con ella mi inteligencia; pero deseo comprender tu verdad, aunque sea imperfectamente, esa verdad que mi corazón cree y ama. Porque no busco comprender para creer, sino creer para llegar a comprender. Creo, en efecto, porque si no soy creyente, no llegaría a comprender”.

Decía Pascal: “Preferiría equivocarme creyendo en un Dios que no existe, más que equivocarme no creyendo en un Dios que existe. Si no hay nada, después estando inmerso en el aniquilamiento eterno, obviamente no lo sabré jamás; pero si existe algo, si existe Alguien, deberé rendir cuentas de mi rechazo”.

En 1892 un señor de unos 70 años viajaba en el tren, teniendo a su lado a un joven universitario que leía su libro de Ciencias. El caballero, a su vez, leía un libro de portada negra. Fue cuando el joven percibió que se trataba de la Biblia y que estaba abierta en el Evangelio de Marcos. Sin mucha ceremonia, el muchacho interrumpió la lectura del viejo y le preguntó: - Señor, ¿usted todavía cree en ese libro lleno de fábulas y cuentos? - Sí, mas no es un libro de cuentos, es la Palabra de Dios. ¿Estoy equivocado? - Pero claro que lo está. Creo que usted señor debería estudiar Historia Universal. Vería que la Revolución Francesa, ocurrida hace más de 100 años, mostró la miopía de la religión. Solamente personas sin cultura todavía creen que Dios hizo el mundo en 6 días. Usted, señor, debería conocer un poco más lo que nuestros científicos dicen de todo eso. - Y... ¿es eso mismo lo que nuestros científicos dicen sobre la Biblia? - Bien, como voy a bajar en la próxima estación, no tengo tiempo de explicarle, pero déjeme su tarjeta con su dirección para mandarle material científico por correo con la máxima urgencia. El anciano entonces, con mucha paciencia, abrió cuidadosamente el bolsillo derecho de su bolso y le dio su tarjeta al muchacho. Cuando éste leyó lo que allí decía, salió cabizbajo, sintiéndose peor que una ameba. En la tarjeta decía:

Profesor Doctor Louis Pasteur

Director General del Instituto de Investigaciones Científicas

Universidad Nacional de Francia

- Ciertamente podemos conocer cosas de Dios en base a nuestra inteligencia natural, a nuestra experiencia y a nuestro raciocinio. Dice San Pablo: “Lo que se puede conocer de Dios, lo tienen claro (los hombres) ante sus ojos, por cuanto Dios se lo ha revelado. Y es que lo invisible de Dios, su eterno poder y su divinidad, se ha hecho visible desde la creación del mundo, a través de las cosas creadas. Así que no tienen excusa, porque, habiendo conocido a Dios, no lo han glorificado, ni le han dado gracias, sino que han puesto sus pensamientos en cosas sin valor y se ha oscurecido su insensato corazón. Alardeando de sabios, se han hecho necios” (Rm 1, 19-22). Pero fundamentalmente nuestro conocimiento sobre Dios procede de lo que Dios mismo nos ha enseñado a través de su Hijo Jesucristo. Sí, nuestra fe es revelada. En el evangelio de hoy Jesús nos dice: “No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí […] Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais mí, conoceríais también a mi Padre […] Quien me ha visto a mí ha visto al Padre […] Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí”. Sabemos de Dios por Jesús. Sabemos del Espíritu Santo por Jesús. Sabemos del cielo por Jesús. Sabemos… por Jesús. Sólo Jesús conoce realmente a Dios. Sólo por Jesús podemos llegar a Dios. Por lo tanto, creer no significa aceptar una serie de dogmas o de doctrinas, o de comportamientos, o de ritos. Creer es aceptar a Jesús y acogerlo totalmente en nuestro ser.

Ni Jesús ni sus palabras fueron aceptadas por todos, ni siquiera por sus discípulos. En el evangelio de hace dos sábados leíamos como Jesús explicaba que, quien no comiera su carne y bebiera su sangre, no tendría vida en sí. “Muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: -Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso? […] Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los doce: -¿También vosotros queréis marcharos? Simón Pedro le contestó: -Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios” (Jn 6, 61-70). La creencia y la sabiduría de los apóstoles les han dado la vida y les ha hecho llegar a Dios. Como decía el poeta: “Aquel que se salva, sabe, y el que no, no sabe nada”.

6 comentarios:

  1. Debido a mi fe mediocre, el tema de la vida después de la muerte siempre (desde niña) ocupó un tiempo considerable en mis reflexiones. No seré la única, porque el tema es... "el gran tema". Mis meditaciones variaban el resultado, según se encontrara mi interior y mi sensibilidad. He ido pasando por la vida con esta preocupación constante y he llegado a la edad en la que empiezan a morir los familiares más cercanos, de modo que pude tocar la muerte con mis manos. Mis padres han muerto ya; mi madre hace muy poco tiempo. He vivido íntimamente el sufrimiento previo a dejar de existir y mis reflexiones han variado algo. Si el padecer no sirviese de nada y la NADA absoluta fuese nuestra meta..., la naturaleza tendría que haber sido más simple; marchitarnos como otros seres vivos sería lo lógico, un final sin complicaciones, apagarnos como luces que se extinguen...Ver a mi madre luchar y sufrir para llegar a esa NADA empezó a carecer de sentido para mí. La naturaleza, sin capacidad para pensar, no podría ser tan injusta... Sin embargo, si en mi batiburrillo mental incorporo a mi DIOS y el de mis padres, que purifica a sus amados hijos para un gozo perpetuo, no es injusto, sino al revés. Gracias a Él, si nuestra fe es fuerte, y en esto tenemos nosotros mucho protagonismo dejándonos formar y trabajando nuestro espíritu para dejarnos hacer por Él, Nuestro Señor nos concede LA ESPERANZA que nos ayudará en este transitar de la vida a aceptar la separación de nuestros seres queridos y la certeza de ir hacia una VIDA infinitamente mejor.
    Que el Señor nos de esa certeza a todos.

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  2. Qué hermosas palabras Andrés. Realmente morir es el comienzo de la vida. Recuerdo que en antaño al día de la muerte de un cristiano se le llamaba DIES NATALIS (perdonen mi pésimo latin), o sea, el día del nacimiento. Decía el Padre Pío de Pietralcina: "Oh muerte, porquè hemos de temerte, si gracias a tí, se nos abren las puertas de la vida"

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  3. Me alegra mucho que toques este tema, porque creo que todos en mayor o menor medida, nos hemos hecho y nos hacemos este tipo de preguntas.
    Al menos en mi muchas veces surgen las dudas, y la tentación de querer pasar por la razón, lo que es superior a ella. Y surge el temor al mas allá. Y esto se acentúa cuando un ser querido se va; te preguntas ¿será cierto que está con El Padre? ¿que ya no sufre y es feliz? etc. etc.
    Si realmente fuera como nos asegura Hawking, seríamos realmente desgraciados, porque si todo acaba con la muerte, ¿Que sentido tiene la vida? ¿El sufrimiento?
    Es cierto que a Dios nadie le ha visto, pero sí se nos ha mostrado en Jesucristo, El mismo nos lo dice en el Evangelio de hoy; por eso cuando me asaltan estas dudas, trato de hacer lo que Jesús mismo nos dice "No perdáis la calma, Creed en Dios y creed también en mi" Y trato de pensar en todo lo que "veo" de Dios.
    Yo me pregunto: Si Dios no existe, ¿Que es esto que siento en mi interior en algunas ocasiones? y no precisamente ha sido siempre estando en oración; puede surgir en cualquier momento; esta alegría, este gozo y plenitud, este sentimiento de amor tan grande que parece que no te cabe en el pecho, y que parece que este te va a "reventar" por no poder albergarlo en su interior?
    Quién, si no el Espíritu Santo me concede perdonar y humillarme ante alguna persona a la que no soy consciente de haber ofendido?
    ¿Quién me empuja a compartir lo poco que poseo con quién está mas necesitado que yo? ¿Porque surgen las lágrimas cuando escucho una voz en mi interior que me habla de amor y con amor?
    ¿Como es posible que en un enfermo terminal y consciente de su situación, se dulcifique su semblante y forma de ser? ¿Que acepte su situación sin revelarse, mas bien, deseando partir hacia la casa de su Padre?
    De tantas y distintas maneras se nos muestra Dios en nuestra vida, que negarlo es cosa de necios.
    Muchas gracias Andrés y que Dios te bendiga.
    Un abrazo a todos.
    BENDITO SEA DIOS.

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  4. No se como te arreglas, pero cada día te superas.
    La homilía de hoy me ha parecido impresionante; es un tema que nadie suele tocar, quizás porque es un tanto complicado de exponer, pero tú lo has hecho clarísimo y sencillo; a mí me has emocionado. Soy bastante sensiblona. El caso es que como son dudas que me surgen tantas veces, me ha gustado que hablaras de ello. Me apetecía abrazarte, y decirte: gracias, gracias, porque, aunque sé que mis dudas y mis miedos surgirán sin duda muchas veces, me invita a "colgarme" de Jesucristo. A Él sí le han visto y escuchado, y por tanto también al Padre y al Espíritu.

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  5. De la homilia de Andrés me ha conmovido la anécdota sucedida con el científico Louis Pasteur como prueba de cúanto podemos saber de la tierra y el mundo que nos rodea, sin dejar por ello de tener una fé grande grande en el Dios del cielo que lo ha creado todo.Pido para todos los que seguimos este blog que el amor al Dios del cielo nos lleve a querer mucho las cosas de la tierra que El ha puesto junto a cada uno de nosotros.

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  6. Hablabas de la muerte en la homilía, pues yo digo que la muerte es cuando no estamos con el Señor, cuando nos alejamos de Él y la vida es cuando vivimos en su presencia, en sus manos. O confías, o no confías en el Señor. Te abandonas, o no te abandonas. Qué verdad es, no hay términos medios.

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