17-7-11 DOMINGO XVI TIEMPO ORDINARIO (A)
Sab. 12, 13.16-19; Slm. 85; Rm. 8, 26-27; Mt. 13, 24-43
Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
Tenemos que acostumbrarnos a escuchar, y no simplemente a oír, la Palabra de Dios. Escuchar supone un plus: supone acoger en mi interior lo que se me dice o lo que leo y, además, supone profundizar en el sentido de las palabras. Así, hemos de preguntarnos qué nos quiere decir Dios, aquí y ahora, con su Palabra y de qué modo hemos de aplicar dicha Palabra a nuestra vida concreta. Yo voy a tratar de ayudaros un poco a esto sabiendo que lo que vale para mí, vale igualmente para los demás, pues no somos tan diferentes unos de otros, ni tenemos necesidades tan diversas unos de otros.
- Creo que alguno de vosotros ya ha escuchado alguna vez esta anécdota: “Una chica estaba esperando su vuelo en una sala de un aeropuerto. Como debía esperar un largo rato, decidió comprar un libro y también un paquete de galletas. Se sentó para poder descansar y leer en paz. En un asiento de por medio, se sentó un hombre que abrió una revista y empezó a leer. Entre ellos quedaron las galletas. Cuando ella cogió la primera, el hombre también tomó una. Ella se sintió indignada, pero no dijo nada. Solo pensó: ‘¡Qué descarado; si yo fuera más valiente, hasta le daría una bofetada para que nunca lo olvide!’ Cada vez que ella cogía una galleta, el hombre también tomaba una. Aquello le indignaba tanto que no conseguía concentrarse ni reaccionar. Cuando quedaba solo una galleta, pensó: ‘¿Qué hará ahora este aprovechado?’ Entonces, el hombre partió la última galleta y dejó media para ella. ¡Ah! ¡No! ¡Aquello le pareció demasiado! ¡Se puso a resoplar de rabia! Cerró su libro, cogió sus cosas y se dirigió al sector del embarque. Cuando se sentó en el interior del avión, miró dentro del bolso, y para su sorpresa, allí estaba su paquete de galletas intacto y cerrado. ¡Sintió tanta vergüenza! Sólo entonces se dio cuenta de lo equivocada que estaba. ¡Había olvidado que sus galletas estaban guardadas dentro de su bolso! El hombre había compartido las suyas sin sentirse indignado, nervioso, consternado o alterado”.
Una de las moralejas de esta historia es ésta: ¿Cuántas veces en nuestra vida sacamos conclusiones cuando debiéramos observar mejor? ¿Cuántas cosas no son exactamente como pensamos acerca de las personas?
- Esta historia encaja muy bien en las lecturas que acabamos de escuchar. Encontramos palabras preciosas en la primera lectura: “Tu soberanía universal te hace perdonar a todos […] Enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento”. Dios perdona a todos, no sólo a unos pocos: no sólo a los ricos, no sólo a los pobres, no sólo a los católicos, no sólo a los de arriba o a los de abajo…
Cuando el hombre peca, esa acción procede del hombre, que voluntariamente se aparta de Dios. Pero, en medio de ese pecado, Dios se muestra al hombre y le concede una “dulce esperanza”: el arrepentimiento, que es el preludio del perdón. El pecado procede del hombre; el arrepentimiento y el perdón proceden de Dios. Y Dios pide al hombre, a todo hombre, pero sobre todo al justo que sea humano, es decir, compasivo y misericordioso, como Dios lo es. El justo, al modo del mundo, hace las cosas bien, pero eso no basta. El justo, al modo de Dios, hace las cosas bien, es humano, y perdona, porque es perdonado por Dios. Así le ha enseñado Dios a actuar.
¿Cuántas veces nos hemos preguntado por qué Dios permite la existencia de los malos en este mundo? ¿Por qué Dios no les saca de este mundo o les deja morir antes para que hagan menos daño? A esta pregunta contesta Jesús con la parábola del trigo y de la cizaña, que acabamos de escuchar: Dios no quiere que se arranque la cizaña (los malos) antes de tiempo, porque “podríais arrancar también el trigo”. Nosotros sí que hubiéramos llamado la atención al hombre que en el aeropuerto “nos comía” las galletas, sin darnos cuenta que, en muchas ocasiones, somos nosotros quienes comemos las galletas a los demás. En efecto, ¿quiénes de nosotros somos el trigo? ¿Quiénes de nosotros somos la cizaña? Nosotros somos en tantas ocasiones los malos, la cizaña, pero también, en tantas ocasiones somos el trigo.
cuánto nos falta aprender de Dios, sobre todo esa paciencia tan importante que necesitamos para soportar el mal de los demás pero también el mal de nosotros. Esa primera lectura de hoy es de una belleza inigualable.
ResponderEliminarBendiciones Andrés.
Acabo de leer la homilía por primera vez pues tengo la costumbre de darle un primer vistazo y más adelante volver sobre ella e interiorizarla. A lo que voy, al leerla me vino a la cabeza una conversación que tuve el otro día con un grupo de personas en la hablamos que hay veces en la vida que adoptamos posturas extremas, de blanco o negro, y yo les relataba un hecho familiar en el que sólo veo blanco o negro, no veo otros matices.
ResponderEliminarEn ese momento una de aquellas personas me dice “es que no has experimentado el gris, es tan liberador…”.
Acabo de darme cuenta que es cierto, no todo es como yo lo veo, hay muchos más matices y desde luego la gama de los grises se muy amplia.
Buena semana para tod@s
Cuanto he aprendido con tus palabras .. y con estas lecturas .. la abuela siempre me decia ..." si no existiera lo malo ... como sabriamos caul es lo bueno " ... lo bueno te lo dicta el corazon atraves del Señor ...
ResponderEliminarGracias Andres por tus enseñanazas que dia a dia trato de poner en practica .. La lecturas de hoy han llenado mi alma ...
Que tu y todos los que por aqui pasen tengan una semana llena de luz en el camino
Hola Andrés, bienvenido, ya te echaba de menos, gracias por la homilía, me ha venido muy bien recordar que tengo que ser paciente con todo, especialmente con lo que me cuesta:
ResponderEliminar- Ser paciente con los niños.
-Ser paciente conmigo cuando veo que caigo tantas veces en la ira y tantas cosas.
Sin duda Dios pone sus palabras en tu boca para nosotros y nos hace tanto bien. Gracias.
Estoy totalmente de acuerdo en que el demonio existe, es mas, creo que cada vez está mas presente entre nosotros.
ResponderEliminarPienso que cuanto mas se esmera el Señor en sembrar buena semilla, cuidarla, regarla etc. mas se empeña el demonio en poner su cizaña para impedir que prospere en nosotros, aquello que Dios siembra con tanto esmero. ¡Cuantas veces estás en oración y satanás te impide concentrarte en aquello que el Señor intenta decirte, o en lo que quieres decirle tu a Él, o simplemente trata de colarse en ese momento de contemplación; y lo hace con una sutileza increíble, llevando tu mente hacia cosas externas, cotidianas, a cosas "inofensivas" pero eficaces para apartarte del Señor, o al menos, para que no entres en intimidad con Él.
Hace años cuando escuchaba este evangelio, siempre me veía como buena semilla, a la que satanás intentaba fastidiar; ahora comprendo, gracias a Dios, la cantidad de veces que he sido cizaña para todos aquellos que me rodean, incluso conmigo misma, no perdonándome, no queriéndome, juzgando y juzgándome. Si, es muy fácil que el "ángel negro" se te cuele; por eso el Señor me dice que, no me aleje, que siempre esté atenta a su llamada, que acuda a pasar tiempo a su lado, rezando meditando, escuchando.
Que el Señor nos conceda a todos el poder descubrir al tentador y sepamos hacerle frente y rechazar sus insinuaciones; que tantas veces aparentemente son inocentes, pero siempre encierran una mala intención.
Muchas gracias Andrés, y que Dios te bendiga.
Un abrazo cariñoso a todos los amigos del blog.
BENDITO SEA DIOS.