jueves, 5 de julio de 2012

Domingo XIV Tiempo Ordinario (B)


8-7-2012                         DOMINGO XIV TIEMPO ORDINARIO (B)
Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
            Empieza el evangelio diciendo: “En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos”. Y las únicas palabras de Jesús que se recogen en el evangelio de hoy dicen así: “No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa”. Como se ve en el texto evangélico se contraponen dos grupos de personas: 1) los familiares y vecinos de toda la vida de Jesús, por una parte, y 2) los discípulos de Jesús, por otra.
            1) Los familiares y los vecinos de toda la vida de Jesús murmuraban de Él, lo criticaban, desconfiaban de sus enseñanzas y de sus milagros. Incluso en un pasaje del evangelio de San Juan se nos dice: “Sus hermanos hablaban así, porque ni siquiera ellos creían en Él” (Jn. 7, 5). Y en otro lugar se asegura que, al principio de la vida pública de Jesús, sus parientes fueron a buscarlo a donde estaba predicando, “pues decían que estaba loco” (Mc. 3, 21). Estos familiares no tenían fe en Jesús. “Y se extrañó de su falta de fe”, nos dice el evangelio de hoy.
            2) Los discípulos de Jesús le seguían a todos lados, creían y confiaban en Él. Ahí tenemos el caso de Jairo y de la mujer de los flujos de sangre del evangelio del domingo anterior: Estos buscaban a Jesús, se acercaban a Jesús, se echaban a sus pies y confiaban en Él. En definitiva, los discípulos de Jesús tenían fe en Él.
            El sábado 30 de junio estuve en una mesa redonda en Cabezón de la Sal. En un determinado momento se habló allí de la importancia de la familia y más aún hoy día con esta terrible crisis económica por la que estamos pasando: se dijo en la mesa  redonda que la familia es el sostén y bastión de tantas gentes; se dijo que, si no fuera por ella, estaría mucha gente en la más absoluta de las indigencias. En efecto, ante las situaciones de paro, de escasez de recursos, de deudas, etc., la familia (padres, abuelos, hermanos, tíos, primos…) está ayudando a tantos de sus familiares con sus casas, con sus dineros, con su generosidad, con comestibles, con la compra de ropa y de libros escolares para los niños, con su contactos a la hora de buscar y encontrar un trabajo… Pero, cuando esa familia, que tenía que ser como la última línea de defensa y de apoyo, se convierte, no digo ya en alguien indiferente, sino en el propio enemigo, ¡qué tristeza más grande! Pues bien, en determinados momentos, eso fue lo que le pasó a Jesús: su familia, sus amigos de infancia, sus vecinos de toda la vida le dieron la espalda y le despellejaron criticándolo sin piedad. ¡Cuánta tristeza tuvo que sentir Jesús en su corazón para decir aquellas palabras terribles del evangelio de hoy!: “No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa”.
            ¿A quién preferimos nosotros: a la familia de sangre, a los conocidos y vecinos de toda la vida, o a aquellos que tenemos la misma fe en Jesús[1]?
            Veamos lo que el mismo Jesús nos dice:
            Existen varios pasajes evangélicos en los que Jesús antepone la familia de la fe… a la familia de la sangre: en una ocasión Jesús predicaba y una mujer llena de alegría y de gratitud hacia Él grita: “¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!” Mas Jesús corrige esta expresión y dice: “Mejor: ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!” (Lc. 11, 27-28). Y en otra ocasión María y los hermanos de Jesús trataron de hablar con Él y se lo dijeron, pero Él contesto contestó: “¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? […] Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mt. 12, 48-50).
            ¿Qué conclusiones podemos sacar hoy nosotros?
            - Hace un tiempo escuché la siguiente historia, que es un chiste. Se dice que un gitano acudió por primera vez a una procesión de Semana Santa y vio todos los pasos: cómo prendieron a Jesús en el huerto de los olivos; cómo se ensañaron con Él los judíos, los romanos, Herodes y la gente que le gritaba; cómo se tuvo que despedir de su madre dejándola sola y abandonada; cómo lo crucificaron y cómo murió. Al ver todo aquello reflejado tan soberbiamente en los pasos escultóricos, el gitano lloraba con grandes gemidos y sentimiento, pues tenía una pena enorme por el enorme sufrimiento de Jesús. Al año siguiente, en la Semana Santa volvieron a sacar los mismos pasos, pero esta vez al gitano ya no le dio pena alguna de Jesús y uno que sabía de su reacción del año anterior le preguntó el motivo de su comportamiento: tan distinto y contradictorio de un año para otro. A lo que el gitano contestó: ‘Me dio mucha pena lo que le hicieron a Jesús el año pasado, pero, si así le trataron el otro año, ¿por qué vuelve éste?’ Quiero decir con este chiste que quizás nosotros ya somos en tantas ocasiones como este gitano y ya tenemos “callo” ante Jesús y sus enseñanzas, y no damos demasiado crédito a su evangelio. Los familiares y vecinos de Jesús desconfiaban y murmuraban de Él, y nosotros tampoco le hacemos caso porque es… lo de siempre. Entonces, pueden sernos perfectamente adjudicadas aquellas palabras del evangelio que iban dirigidas para los familiares de Jesús: “Y se extrañó de su falta de fe”.

            - No nos durmamos en los laureles y pensemos que ya somos de los discípulos benditos de Jesús por “años de servicio”: tanto tiempo de curas, haber sido catequistas, gran cantidad de rosarios, rezos, peregrinaciones, limosnas, etc. y tener todo esto a nuestras espaldas. Pues, como bien dice Jesús, “no todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino aquel que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo” (Mt. 7, 21). Esforcémonos en ser siempre personas de fe, al modo de Jairo y de la mujer de los flujos de sangre: ellos buscaron a Jesús, se acercaron a Él y se echaron a sus pies. Así hemos de hacer nosotros, pero no un día o en una ocasión, sino todos los días de nuestra vida.


            - Vuelvo a plantear la pregunta de la mitad de esta homilía: ¿A quién preferimos nosotros: a la familia de sangre, a los conocidos y vecinos de toda la vida, o a aquellos que tenemos la misma fe en Jesús? Y contesto yo mismo: ¡Qué gozo sería el poder unir la familia de sangre con la familia de fe! ¡Qué gozo cuando se puede vivir dentro de la misma familia (esposos, hijos, padres, hermanos, tíos…) esta fe en Jesucristo! Pidamos a Dios que nos conceda a todos nosotros formar parte de su familia de fe, y que conceda también a nuestra familia de sangre entrar en esta familia de fe.

[1] También resulta terrible cuando uno se siente atacado o ignorado por aquellos que confesamos la misma fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

11 comentarios:

  1. Andrés, rápidamente te digo. ¡Esta homilía es una bendición de Dios!.
    El Evangelio y las lecturas, me han llenado.
    "Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen"
    "El que cumple la voluntad de mi padre que está en los cielos, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre".
    ¡Qué bien me han hecho las lecturas y la homilía, ahora ponerlo en práctica toda la vida!
    "No por decir Señor, Señor, entraremos en el reino de los cielos, ni por años de servicio como bien dices".
    Gracias, Andrés. La volveré a leer y meditar por la noche.

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  2. Estimado P. Andrés :

    Esta homilía me ha conmovido. Mi deseo en el día a día, es que Cristo no deje de sorprenderme, ha tocado mi corazón y mi alma, me siento querida y arropada. Veo su rostro en cada uno de mis hermanos, que feliz me siento cuando puedo hacer algo por los que me rodean.
    Nuestra Paz y nuestra vida es el Señor. La fe como el " amor " se puede perder entre los amigos, cómo no se cuide es una planta delicada. Y se puede recuperar si nos acercamos al Señor.
    Feliz semana a tod@s. Amar más y confiar más en Dios.

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  3. La homilía de hoy tiene una parte difícil de comprender y otra digna de imitar.

    ¡Que experiencia más amarga la que debió sufrir el Señor Jesús en la sinagoga de Nazaret al ser rechazado por su mismo pueblo! Tan amarga que se “extrañó de su falta de fe”, pues no se esperaba esta reacción de parte de sus conciudadanos.

    “¿Por qué fue rechazado en Nazaret? ¿Por qué los suyos no lo aceptaron a pesar de haber oído antes de sus milagros? ¿Por qué el pueblo judío, como tal, rechazó a Jesús y fue condenado a muerte? Pero lo más misterioso es que este rechazo se ha repetido a lo largo de la historia y hoy también nos inquieta.”

    Creer en Jesús nos parece lo más natural, a la vez que lo más indispensable y necesario: necesitamos de el como sentimos necesidad del sol, del aire o del alimento diario.

    El domingo pasado nos decías, Andrés, que ‘Jesús nos enamora, que nos atrae, que nos enseña’, claro que sí, y ¡de que manera! se nos presenta en una apariencia sencilla, humilde, desprovista de poder, igual en todo a nosotros, como se presentó en Nazaret. Pero es el que venció en la cruz, el que siguió venciendo en la divinidad de Pablo y el que ha vencido en los cristianos que a lo largo de los siglos lo soportaron todo por amor.

    En mi caminar por la vida al encontrarme con personas, que tienen y viven la misma fe en el Señor Jesús nos animamos y nos reconfortamos mutuamente, aunque con unas se tiene más afinidad que con otras.

    Señor Jesucristo, manso y humilde de corazón, que pasaste por el mundo haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal, compadécete de nosotros, en estos momentos que vemos tantas cosas que no comprendemos. Enciende la fe en nuestros corazones, también en los que tienen el poder de mover los hilos, para que obremos según tu voluntad y compartamos tú misma vida.
    Un saludo y buena semana a todos.

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  4. Es duro que sea entre los nuestros, los más cercanos precisamente donde en ocasiones seamos más juzgados, criticados y atacados cuando no coincidimos en la manera de pensar y vivir con la de ellos, en el tema religioso, ya que este afecta toda nuestra vida. Es fácil que en algún momento nos haya ocurrido y tengamos experiencia de ello.
    Siempre tuve claro y sobretodo en estos últimos 15 años de mi vida, más o menos, la importancia que tiene para mi esa familia con la que comparto mi fe, mis esperanzas, mis desilusiones…..suelo estar más a gusto que con parte de mi familia de sangre; quizás por los temas de conversación, actitudes entre nosotros, forma de vida…que incluso deseamos para los nuestros, los de casa.
    Cuanto sufrimiento el de Jesús ante las actitudes y palabras de los de su casa y pueblo. Y ahí está el Maestro, dejándonos sus huellas para que nosotros le sigamos como discípulos. Pues sabía que esto también nos iba a ocurrir sin nos decidíamos a seguirle. Si sentimos que son los de casa los que fallan….¡qué doloroso!!, pero cuando proviene de ese otro Grupo familiar de la FE, que tanto significa para nosotros, entonces resulta ¡¡Terrible!! Por eso al leer esa frase del evangelio, únicas palabras de Jesús en este pasaje, enseguida mi vista se dirigió a la nota al pie de página: “También resulta terrible cuando uno se siente atacado o ignorado por aquellos que confesamos la misma fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.” Más doloroso aún, ya que éstos son más conscientes (¡¡se supone!) del significado de la caridad, de la fraternidad, del servicio mutuo que nos debemos como cristianos.
    Queriendo seguir a Jesús escucho sus palabras, como promesa de una Dicha y Felicidad que Él desea que empiece a vivir aquí en al mundo…¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!” (Lc. 11, 27-28) ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? […] Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mt. 12, 48-50). Equipara Jesús la Voluntad de Su Padre a poner en práctica Su Palabra escuchada, y esto es para mi promesa que Él cumple cuando somos fieles.
    No es el discípulo mas que su maestro….S. Pablo nos dice, que vive contento en medio de las dificultades, insultos y persecuciones sufridas por Cristo. Solo el estar muy muy cerca del Señor nos dará fuerza para seguir sus huellas como fieles discípulos. Además Él nos ha dicho: “Te basta mi gracia”. Yo lo creo y así deseo orarlo/vivirlo con todas las fuerzas de mi alma.
    En el trasfondo de la homilía, percibo la tristeza del Pater…le preocupa la Diócesis de Asturias, y nos quiere a todos nosotros muchísimo, Su Comunidad de las Once. Pero por encima de esta tristeza percibo la Paz de Dios que está con él, percibo una Fe recia, porque sabe de quien se ha fiado y un gran Amor por su Familia de la FE. Al final todo es cuestión de Fe. Oremos unos por otros para que el Señor nunca se “extrañe de nuestra falta de Fe”.
    Comenzamos nuestra preparación para el Año de la FE, que comenzará en octubre.
    Buena semana.

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  5. Es duro que sea entre los nuestros, los más cercanos precisamente donde en ocasiones seamos más juzgados, criticados y atacados cuando no coincidimos en la manera de pensar y vivir con la de ellos, en el tema religioso, ya que este afecta toda nuestra vida. Es fácil que en algún momento nos haya ocurrido y tengamos experiencia de ello.
    Siempre tuve claro y sobretodo en estos últimos 15 años de mi vida, más o menos, la importancia que tiene para mi esa familia con la que comparto mi fe, mis esperanzas, mis desilusiones…..suelo estar más a gusto que con parte de mi familia de sangre; quizás por los temas de conversación, actitudes entre nosotros, forma de vida…que incluso deseamos para los nuestros, los de casa.
    Cuanto sufrimiento el de Jesús ante las actitudes y palabras de los de su casa y pueblo. Y ahí está el Maestro, dejándonos sus huellas para que nosotros le sigamos como discípulos. Pues sabía que esto también nos iba a ocurrir sin nos decidíamos a seguirle. Si sentimos que son los de casa los que fallan….¡qué doloroso!!, pero cuando proviene de ese otro Grupo familiar de la FE, que tanto significa para nosotros, entonces resulta ¡¡Terrible!! Por eso al leer esa frase del evangelio, únicas palabras de Jesús en este pasaje, enseguida mi vista se dirigió a la nota al pie de página: “También resulta terrible cuando uno se siente atacado o ignorado por aquellos que confesamos la misma fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.” Más doloroso aún, ya que éstos son más conscientes (¡¡se supone!) del significado de la caridad, de la fraternidad, del servicio mutuo que nos debemos como cristianos.
    Queriendo seguir a Jesús escucho sus palabras, como promesa de una Dicha y Felicidad que Él desea que empiece a vivir aquí en al mundo…¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!” (Lc. 11, 27-28) ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? […] Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mt. 12, 48-50). Equipara Jesús la Voluntad de Su Padre a poner en práctica Su Palabra escuchada, y esto es para mi promesa que Él cumple cuando somos fieles.
    No es el discípulo mas que su maestro….S. Pablo nos dice, que vive contento en medio de las dificultades, insultos y persecuciones sufridas por Cristo. Solo el estar muy muy cerca del Señor nos dará fuerza para seguir sus huellas como fieles discípulos. Además Él nos ha dicho: “Te basta mi gracia”. Yo lo creo y así deseo orarlo/vivirlo con todas las fuerzas de mi alma.
    En el trasfondo de la homilía, percibo la tristeza del Pater…le preocupa la Diócesis de Asturias, y nos quiere a todos nosotros muchísimo, Su Comunidad de las Once. Pero por encima de esta tristeza percibo la Paz de Dios que está con él, percibo una Fe recia, porque sabe de quien se ha fiado y un gran Amor por su Familia de la FE. Al final todo es cuestión de Fe. Oremos unos por otros para que el Señor nunca se “extrañe de nuestra falta de Fe”.
    Comenzamos nuestra preparación para el Año de la FE, que comenzará en octubre.
    Buena semana.

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  6. Ayer estuve en la Catedral a las once y de regreso a casa recordé una frase que había leído en un mensaje: Tu maestro no es aquel del que oyes discursos, sino aquel cuya presencia te transforma." Y pensé, qué razón tiene. Es una pensamiento sabio y cierto.
    Gracias por tu presencia Andrés. Refleja la cercanía de Dios.

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  7. Hola Andrés, ayer leí por primera vez los comentarios que me quedaron sin leer de la homilía anterior. Acabo de leer otra vez el de Pepitina y me ha emocionado mucho. Siento pena por no haber pertenecido antes a esta gran familia de las once que tu has formado. Le doy gracias a Dios por haber formado parte de ella los dos últimos años. Ya le dije al Arzobispo en su día que esa Misa se vivía de una manera muy especial. Sí, como dice Pepitina, rezábamos unos por otros conforme tú lo pedías. Había mucha unión y sobre todo el sentirnos acogidos y queridos por ti. Eso es muy importante para un Sacerdote, saber transmitir a los feligreses, ser cercano. Explicar la Palabra de Dios de una manera tan clara, adaptada a nuestro entendimiento. Recuerdo comentarios de personas que habían asistido alguna vez a tu Misa conocidos míos y me decían que era amena, diferente, que apetecía quedarse.
    Me queda el recuerdo de lo vivido y el regalo tan apreciado que nos has dado publicando las homilías por internet y el blog maravilloso que creaste. Ahí está al alcance de todos y podemos mirarlo cuando queramos desde 2006 y espero que sea hasta que te jubiles. Es un gran regalo, de gran ayuda y consuelo, gracias Andrés.
    Allí a dónde vayas seguirás formando familias, sin duda, todo lo que dices cala muy hondo. Dios está contigo, como me dijiste una vez: "La Palabra de Dios es Dios mismo" Él te pone su Palabra en tu boca, doy fe de ello.
    Me da mucha pena el cambio, pero hay que verlo desde los ojos de Dios. Por primera vez estoy de acuerdo con el Arzobispo, decía en la carta semanal: "He tenido que oír de todo en estos días", no entiendo como me pueden decir algunos feligreses que se les quita su fe por transladar a su párroco, ¿en quién creían? un sacerdote no es propiedad de nadie, es un servidor de la Iglesia. Está bien que se les quiera, eso indica su gran labor, pero nadie se puede adueñar de ellos.
    Más o menos vino a decir esto, estoy de acuerdo con él, pero entiendo que es complicado para las personas. El sacerdote es muy importante, instrumento de Dios para llevarnos a Él, pero mucho más importante es nuestro Señor Jesucristo, en Él es en quién tenemos que confiar, descansar, seguir, los sacerdotes y lo fieles. Deseo con toda mi alma que así sea en mí y en todos.

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  8. " Negar la evidencia"

    "Los discípulos de Jesús, le seguían y confiaban el El ..."

    Todos sabemos que al menos en nuestra querida España, las Iglesias se están vaciando a pasos agigantados, se ha culpado de ello a muchas circunstancias (el desencanto de los fieles, la desmotivación en un mundo inestable, la falta de preparación, la juventud que está desorientada por toda la situación socioeconómica que vivimos, y la falta de coherencia en muchas actitudes de los propios Sacerdotes, etc.). Hoy quiero expresar desde este blog mi profunda tristeza y desencanto con la Diócesis de Asturias, es cierto que la fe me ayuda, es cierto también lo que ha dicho nuestro Sr. Arzobispo, que los Párrocos no son propiedad de los fieles, yo añadiría, y de nadie...

    Los fieles no tenemos ninguna propiedad en nuestra Iglesia, ni tan siquiera ningún derecho mínimo como seguir a un Pastor concreto (las ovejas siguen siempre al pastor que las cuida con esmero, que se lo digan al Sto. Cura D´Ars), a lo sumo, la historia eclesial nos ha impuesto muchas obligaciones, entre ellas yo destaco dos: el silencio y la contribución económica, ambas creo que a veces han sido nocivas, no han servido ni sirven para crear comunidad, porque no están en muchas ocasiones sustentadas en la caridad, en el amor y en la transparencia que debe reinar en una familia bien estructurada. Me recuerda esta situación, a las que denunciaba el propio Jesús, con justa indignación, cuando llamaba " raza de víboras, fariseos, etc., o cuando entró en el Templo y arrojó de él a todos los mercaderes que en su nombre, se permitían esquilmar al pueblo en el lugar inadecuado.

    Me alegra profundamente el hecho de encontrar a sacerdotes felices con sus parroquianos y viceversa ¿Porqué destruir esta maravillosa convivencia? La vida es breve, y en estos tiempos una comunidad unida a su Sacerdote es todo un lujo testimonial para la Iglesia y fuente de conversiones. ¿Porqué terminar con ello? Los políticos tiene por costumbre, derribar todo lo que hayan hecho sus antecesores, bueno o malo, lo importante es terminar y "comenzar una nueva singladura", aunque sea nefasta. Siempre pensé que es un grave error, destruir lo que funciona, pues difícilmente lo que funcionaba correctamente, vuelve a ser operativo después de una debacle.
    ¿Puede la Iglesia permitirse esto?
    Como fiel católico, me siento sin voz ¿Quién nos escucha? No cuento, al menos así lo percibo, estoy a merced de un capricho más, de los muchos a los que la historia de la Iglesia nos somete a través de los siglos. Jesús, nos dio la voz para alzarla con caridad, pero con contundencia ante las situaciones que nos superan, como es el caso de la partida de D. Andrés de la Misa de las 11.

    La Misa de las 11, es toda una referencia para los fieles ovetenses y para otros que llegan de varios lugares. Hay que decir las cosas claras: muchos de nosotros somos el producto del desencanto en nuestra vida de feligreses en otras parroquias, y aquí en esta Misa de las 11, encontramos un reducto de paz y de grandes enseñanzas que antes no habíamos conocido, y ha sido D. Andrés: ese Sacerdote, bondadoso, firme y humilde, que destila un enorme cariño por el mensaje evangélico de su Señor Jesús, quien sabiamente nos ha ido introduciendo en las enseñanzas que cada día extraemos de las Lecturas; él nos sitúa siempre en la actualidad de la Palabra, porque si algo extraordinario tiene el Evangelio es su "rabiosa actualidad", pero hay que desgranarla con inteligencia y coherencia, todo ello, es el producto de un trabajo intenso de nuestro querido Pater. ¿Desvestimos a un santo, para vestir a otro?
    Entiendo que los parroquianos de Mieres tienen todo el derecho del mundo a tener atención espiritual, ¡faltaba más! Yo sólo quiero expresar lo innecesario del cambio, porque hay más posibilidades de arreglo para todos; sólo hace falta voluntad de escucha al clamor de los fieles que ya nos manifestamos epistolarmente hace unos meses, sobre la injusta "mordaza" impuesta a D. Andrés.
    (Y sigue....)

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  9. (...continúa)
    Yo sigo al Pastor que me aporta luz en el camino, y en otros lugares de momento no lo encuentro.

    Este gesto de "trasladar" a D. Andrés a otras parroquias, donde a buen seguro, dará muchos frutos a la Iglesia, porque él es ante todo y sobre todo un Sacerdote extraordinario, no deja de producir un "boquete" en las celebraciones de la Catedral difícilmente rellenable, al menos lo digo por mí, y por muchas personas que asistimos a la Misa y opinamos igual. Ahora mismo estoy visualizando en mi mente las largas "colas" de fieles para confesar. ¿Qué hacemos con ellos?
    Son otros sin voz en esta historia como todos nosotros.

    Siento profundamente que ese "boquete", también esté en corazón de D. Andrés, que es humano como todos y que sufre por su querida comunidad de las 11.

    ¿Estamos recreando nuevamente la catedral que Clarín nos dibujó en su obra?

    Yo también me despido de la Misa de las 11 en la Catedral, el silencio mal interpretado nos hace cristianos débiles, y yo no quiero ser así, si tengo que ayudar a construir una Iglesia coherente, mi silencio no vale, es mi testimonio el que puedo dar, el "único derecho que tengo como fiel" y lo ejerceré dónde quiera que vaya.

    Gracias querido D. Andrés, le voy a seguir donde quiera que vaya si Dios quiere, es difícil no hacerlo, hasta que no le trasladen de nuevo a Taramundi, o al pico de alguna de esas montañas, que Vd. "corona" de vez en cuando, cuente con mi presencia en Mieres, quiero seguir aprendiendo; sólo permítame por una vez no seguir sus buenos consejos con relación a la aceptación de esta realidad, el Señor sabrá perdonarme.

    Un fuerte abrazo para los hermanos del blog.

    Mi oración aunque me cueste, para que el Señor "ilumine" y de discernimiento a los tristes artífices de este cambio, ellos han cubierto su "planilla diocesana", y nosotros hemos quedado al "socaire" del abandono al que nos tienen acostumbrados.

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  10. Gracias Andrés por esta homilía tan llena de contenido y de signos. Me viene muy bien y la necesito para seguir creciendo.

    Con la que está cayendo, tanto en lo económico, como en lo social, como en lo religioso a nivel mundial, no es momento de tibiezas ni de mirar a otro lado cuando se hacen tropelías.

    Decimos que todo está muy mal pero nos quedamos muy tranquilos en nuestra casa hasta que nos toca el paro de cerca, nos echan de la casa, tenemos que ir a quitar el hambre a casa de un familiar, y en lo religioso actuamos de igual o todavía peor. Yo voy a misa el domingo y con eso ya cumplo.

    Se nos educa para obedecer y no cuestionar ordenes porque, como somos Iglesia, si levantamos la voz es que estamos en contra y eso no es signo de fraternidad.

    Por el hecho de ser creyente/practicante no se me congela una parte del cerebro ni se me queda bloqueada para razonar y cuestionar decisiones que, como humanos que somos, son desafortunadas y no por eso dejo de querer a mis hermanos y a mi Iglesia.

    El que sea oveja no me impide escoger a mi Pastor. Me atrevo a mas, a saber a qué Pastor sigo.

    Pido perdón si con este comentario creo malestar o produzco desazón en alguien. Un abrazo Aloya, has sido muy valiente.

    Un abrazo para cada un@

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  11. Lo siento pero yo tampoco asistiré a Misa a La Catedral, si se va D. Andrés. El caso es que me estoy quedando sin Iglesia para ir a Misa porque a San Juan con el nuevo párrococo tampoco pienso asistir .
    Tenemos que ser un poco más "rebeldes" y manifestar nuestro descontento al Sr. Arzobispo y hacerle ver que no es objetivo y que se deja influir por personas venenosas y trepas.

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