jueves, 4 de octubre de 2012

Domingo XXVII Tiempo Ordinario (B)



7-10-2012                         XXVII DOMINGO T. ORDINARIO (B)
Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
            Hace un tiempo me reuní con una pareja que deseaba contraer matrimonio y quería que yo asistiese al mismo. Resulta que la chica era creyente y practicante, pero el chico no creía, aunque estaba bautizado. A él le bastaría casarse ‘por lo civil’, pero ella quería hacerlo ‘por la Iglesia’ y él consentía en ello. En esa reunión que tuvimos para preparar la boda cogí el libro del ritual del matrimonio y leímos juntos lo que iban a decir;  yo procuraba explicarles lo que significaba cada frase. Esto siempre lo hago al preparar a las parejas ‘a las que voy a casar’. Pues bien, con aquella pareja, creyente ella y él no, llegamos a un punto del ritual de bodas en donde se lee la siguiente pregunta: “¿Estáis dispuestos a amaros y respetaros mutuamente, siguiendo el modo de vida propio del matrimonio, durante toda la vida?” El chico no creyente, de pronto, me interrogó: “Andrés, ¿qué quiere decir eso de ‘siguiendo el modo de vida propio del matrimonio’?”
            Era y es una buena pregunta. Ante todo se ha de decir que hay muchas clases de amor entre las personas: 1) Amor entre padres e hijos. 2) Amor entre hermanos. 3) Amor entre amigos. 4) Amor entre párroco y feligreses. 5) Amor entre Dios y cada persona. Etc. Pero la pregunta del ritual litúrgico (‘amarse y respetarse siguiendo el modo de vida propio del matrimonio’) se está refiriendo al amor peculiar en la vida matrimonial cristiana, es decir, entre un hombre una mujer. Este amor se denomina amor esponsal. Como sabéis, estoy desde hace unos cuantos años trabajando en el Tribunal eclesiástico del arzobispado de Oviedo y hasta allí llegan únicamente los matrimonios rotos y deshechos. Al confesionario, a la parroquia… llegan principalmente matrimonios con dificultades, pero –repito– al Tribunal los únicos matrimonios que llegan son los rotos. Allí he visto y aprendido lo que no debe ser un matrimonio y lo que no debe ser un amor esponsal y, viendo y percibiendo claramente lo que no deben ser, me he convencido de lo que deben ser un matrimonio y un amor esponsal, los cuales conllevan algunos de estos aspectos:
- Igual dignidad. Ésta es una premisa previa a cualquier cosa en el matrimonio y en el noviazgo. Si no existe la conciencia y el convencimiento por parte del novio y de la novia, y por parte del marido y de la mujer, que ambos son fundamentalmente iguales en dignidad humana, lo cual significa e implica: respeto mutuo, aceptación de la otra persona tal y como es, el no considerarse superior al otro bajo ningún concepto…; si no se está dispuesto a vivir así en el noviazgo y en el matrimonio, entonces es mejor no engañar y decirlo claramente antes de la boda. Voy a poner algunos ejemplos, que es como mejor se entiende todo esto: hace un tiempo en un matrimonio en donde el marido trabajaba fuera de casa y traía el sueldo a casa y ella atendía las tareas del hogar, él, que siempre estaba tirando puyas contra su mujer, le dijo esta lindeza y este piropo: ‘¡Anda, cállate tú, que eres una mantenida!’ Otro ‘piropo’ se da cuando uno de los dos tiene un carrera universitaria y el otro no, y el que la tiene le echa en cara al otro ante los demás que es un analfabeto o un inculto o se ríe de sus expresiones ‘poco cultas’. Esto no se puede dar nunca en una relación matrimonial, si existe verdadero amor esponsal entre el marido y la mujer, pues el ganar dinero o el tener títulos universitarios o cualquier otra cosa no hace que uno esté por encima del otro. En un matrimonio ambos cónyuges son iguales. La boda se celebra en una radical igualdad entre los esposos.
- Complementariedad, no clones. ¿Qué quiere decir esto? El hecho de que los esposos sean iguales en dignidad no quiere decir que sean fotocopias el uno del otro, o que sean clones, o que tengan que pensar y sentir exactamente lo mismo. NO. Los esposos son iguales en dignidad, pero dentro de la legítima diversidad de caracteres, la diversidad de formas de ver la vida, la diversidad de ideas, la diversidad de experiencias. Pues la riqueza del matrimonio consiste, en tantas ocasiones, en la unión de dos personas tan distintas, pero que son complementarias entre sí. Pues uno tiene unos valores y virtudes… y otro otros, y así, cada uno, siendo como es, forma con el otro un todo mucho más perfecto que cada uno por su lado.
- Exclusividad y fidelidad. Estás características significan que en un matrimonio sólo él ama de ese modo (esponsal) a ella, y ella a él. No puede haber terceras personas en ese mismo tipo de amor y entre esas dos personas. Cuando está bien asentando el amor esponsal, surge inmediatamente la confianza; una confianza que es mutua. Atenta contra la fidelidad y contra la exclusividad del matrimonio, no sólo la traición y los ‘cuernos’, sino también la desconfianza y los celos. ¡Cuánto sufrimiento hay por estas dos últimas cosas en tantas parejas!
Indisolubilidad. Los esposos se deciden a amarse y unirse entre sí para siempre (‘hasta que la muerte los separe’), independientemente de los avatares de la vida: ya sea en el trabajo, en la enfermedad, en las alegrías, en las pruebas. Recuerdo que hace un tiempo una señora me invitó a ver la casa que estaba construyendo su hijo, al cual después yo asistí en su celebración del matrimonio. Al ver la casa estaba allí trabajando un albañil y la mujer me presentó como el cura que iba a casar al hijo y el albañil me dijo. ‘¡Qué sea por unos cuantos años!’ ¿Cuánto tiempo va a durar el matrimonio de Fulano y de Mengana? No lo saben ellos, ni nosotros. Sólo Dios lo sabe. Lo que ellos pueden decir el día que contraen matrimonio es que se aman hoy, y mañana otra vez y así siempre. Hay que decirlo y hacerlo cada día.
Ayuda mutua, en donde él está para ella y ella para él, en donde hay diálogo mutuo y constante, en donde las decisiones importantes se toman de modo compartido. Voy a contaros un hecho real para aclarar esto: (Caso de Laurentino y ‘yo no hago feliz a éste, a ésta’). En el matrimonio se ha de olvidar uno de sí mismo para que sólo el otro esté en el centro. Así no hay matrimonio que falle. Claro que tiene que este amor ha de ser mutuo, pues en caso contrario uno se convierte en una especie de esclavo del otro. El amor hacia los hijos puede funcionar en una dirección (de los padres a los hijos), pero, para que funcione el amor matrimonial, tiene que actuar en las dos direcciones.
Sexualidad (genitalidad); es importante esto en el matrimonio. Es como el termómetro de una vida conyugal. A veces sucede que, de solteros, ‘se hace’ frecuentemente y, de casados, se distancia dicha frecuencia. Siempre digo que tan pecado es hacerlo antes de la boda como no hacerlo después. Normalmente se denomina a esto ‘hacer el amor’. Yo distingo entre ‘hacer el acto sexual’ (entre novios y casados que buscan más su placer físico, el cual predomina sobre el cariño y el afecto), y ‘hacer el amor’ (donde el detalle, el cariño se manifiestan en todos los momentos, y el coito es el culmen de ese amor esponsal).
- Hijos. Los hijos forman parte del amor esponsal, pues son la consecuencia lógica, salvo problemas particulares y graves en los cónyuges. Este tema de la descendencia tiene una doble vertiente: la generación de la prole y la educación de los hijos. En cuanto al primer punto, en el amor esponsal, si no es egoísta, surge uno de sus mejores frutos: los hijos. Y, una vez que los hijos están aquí, los esposos deben continuar con su tarea, es decir, su amor esponsal, de uno para el otro, se abre a la paternidad – maternidad, que debe explayarse en la atención, cuidado y educación de la prole.
Para nosotros, que somos hombres de fe, sabemos que el origen, medio y meta de este amor esponsal es Dios. Cuando los esposos basan este amor mutuo en la mera atracción física, en la mutua simpatía y en las aficiones comunes, en el pensar igual…, llega un día que esto se acaba, o llega un día en que este amor por sí solo no basta para alimentar y sostener el matrimonio, o llega un día en que otra persona cumple mejor estas expectativas que quien se tiene al lado. Por eso, nosotros sabemos que es Dios quien nos enseña cómo amar esponsalmente y quien alimenta continuamente este mutuo cariño. Ante él os casáis y ante él dais la promesa de matrimonio, y así queréis pedir su ayuda.
¡¡¡Dios ayude a todos los matrimonios a vivir este amor esponsal!!!

12 comentarios:

  1. Buenos dias .. mientras estoy tomando mi cafe por la mañana tempranito leí esta homilía ¡¡¡¡ que bien explicada ... mira una amiga de mi hija se casa el dia 27 ya mismo se la estoy enviando .. se que le sera de provecho ... no solo a ella sino a la pareja ¡¡¡¡
    A Dios gracias ya hace 33 años que estoy casada .. y hemos tenido nuestars altas y bajas pero siempre Dios nos sostuvo en sus brazos y juntos ....tambien tome consejo de mi abuela Servanda que me decia que para que un matrimonio funcione tiene que tener como las mesas 4 P .. (patas) pues si una de esta P falta quedan enclenque. la primer P es la de la prudencia .. en el hablar .. La 2 P de paz interior basada en el amor que nos da Dios ,la 3 P de perseverancia en el amor y en el dar al otro ..y la 4 Paciencia ..pues el otro ser es unico y diferente a nosotros y seguro con otras costumbres ...
    Les mando desde aaqui mi cariño y mi deseo que tenagn un lindo fin de semana para ti Andres mi cariño de siempre ¡¡¡¡y gratitud

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  2. Maravilloso. Gracias Andrés.

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  3. ¡¡AAAhhhh!! Si esto se explicase a su debido tiempo y con claridad.....los fracasos matrimoniales no serían tantos.
    Esperemos el audio.
    Buena homilía.

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  4. Hola Andrés, que homilía tan preciosa, que cosas tan sencillas, tan naturales y que importantes, un matrimonio que viva estas características es admirable y a mi me parece que es algo que puede estar al alcance de todos indiferentemente cual sea su edad, su escala social, o incluso sus creencias, simplemente haciendo lo que tú dices: “olvidándose uno de si mismo para que sólo el otro este en el centro”, de esa forma los dos son lo primero para el otro, así de sencillo y así de grandioso.

    Tengo un vecino, Marcos, que se le murió la mujer va hacer dos años, uno de los muchos días que nos encontramos me decía; “hoy hace 65 años que he conocido a Lucí, mí único y gran amor, después de dos años de novios nos casamos y en todos esos años de convivencia no hubo ningún reproche por ambas partes hacia el otro, por que ella para mí era lo primero y yo para ella era lo primero, cada nuevo día era un regalo de Dios para querernos más” esta confidencia me llegó hasta lo más profundo de mi ser, él tiene carrera superior y ella tenía estudios primarios.

    Al leer hoy la homilía pase largo rato pensando que Andrés no debía estar en el mismo mundo que yo, pero de pronto me vino a la mente este matrimonio vecino que nos conocemos desde hace treinta años, se percibía lo que tú dices Andrés; “el amor matrimonial, entre ellos actuaba en las dos direcciones” ¡siempre los admire! Doy gracias a Dios de haberlos conocido, me han hecho mucho bien sin saberlo ellos, ruego para que el buen Dios tenga a Lucí en la gloria y a Marcos que le ayude a salir de ese pozo negro de la tristeza y angustia en la que se encuentra por tener que separarse de su amada.

    Esta es la grandeza del matrimonio cristiano. Si cabe, más todavía que la grandeza del matrimonio inicial relatada por el primer libro de la Biblia, cuando nos descubre el origen del hombre.

    El hombre ha sido creado a imagen de Dios y puede sacar a flote esa imagen en su vida: Un Dios que es amor y que por amor nos creó. Un Dios que permanece siempre unido a nosotros, como hijos muy queridos y nos perdona una y otra vez. Un Dios que no nos abandona sino que camina a nuestro lado. Para que sigamos pareciéndonos a Él.

    Como admiro a las parejas de novios y a los matrimonios que se acercan a ti, Andrés, para que los acompañes en su caminar hacia la meta, que distinta sería mi vida si Dios te hubiera puesto en mi camino hace 33 años, aunque a pesar de encontrarte un poco más tarde todavía te toco un buen tajo ¿a que sí? Muchas gracias por ello, por el gran esfuerzo que estas haciendo por atendernos, por las homilías y por todos tus desvelos hacia nosotros, todo esto es algo que no tiene precio.

    ¡Que Dios nos bendiga todos los días de nuestra vida!
    Un abrazo para todos y que tengáis una buena semana.

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  5. Ojalá hubiese muchos matrimonios como el del vecino de María, Marcos. El mio dista tanto del que el ha vivido.
    Es triste ver que lo esencial del matrimonio, no le hemos vivido y dificilmente lo haremos,porque se necesitan dos partes para hacerlo y no es mi caso.
    Es un testimonio bonito el de María.Gracias.

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  8. Me he quedado sin recursos para hablar de esta homilía impecable sobre el matrimonio, no hay ningún cabo suelto, estoy de acuerdo en que si se hablasen todas estas cosas a tiempo, y con la solvencia con que las expone D. Andrés, se evitarían auténticas catástrofes entre las parejas.

    Así que como no puedo argumentar nada, salvo si acaso, que como la perfección no existe, a lo mejor es imposible llegar a este consenso matrimonial, porque el estado del matrimonio tal como lo describe D. Andrés, es realmente un camino de santidad, ya que es muy difícil vivir exclusivamente para el "otro" para hacerle feliz,para cuidarle, para un sinfín de cosas..., creo que uno de los dos tiene que ser santo necesariamente, dado que los humanos somos débiles y egoistas en muchas ocasiones, así que habrá matrimonios ideales donde uno repito, necesariamente será santo.

    Me alegró mucho ver lo concurrida que estaba la Parroquia de La Peña, cada día se suman nuevos feligreses, y la comunidad de las 11 cada vez es más numerosa.
    Observé la enorme atención con que fue seguida esta Homilía y el clima de paz que se respiraba en La Peña.

    Gracias D. Andrés por ayudarnos a mejorar en esta vida, que el Señor le siga bendiciendo.

    Un fuerte abrazo para los hermanos del blog, la comunidad de las 11, y los feligreses de La Peña.

    Feliz y santa semana para todos.
    Aloya.

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  9. La homilía preciosa, preciosa para los matrimonios que la "vivan" (¡Cuántas parejas no se habrían desecho, si ese proyecto de vida, se hubiera llevado a cabo........! y aplicable también para los no casados que en nuestro entorno podemos, asimismo, ponerlo en práctica con las personas con quienes convivimos y tratamos: el respeto, la amabilidad, la actitud de servicio, la ayuda, la condescendencia, el apoyo en momentos difíciles, etc. etc.

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  10. Al socaire del contenido de la Homilía extraordinaria de D. Andrés, les cuento algo que me relató mi hija y que le llamó profundamente la atención.

    En una carrera popular de fondo reciente, sin trascendencia, los participantes se afanaban por participar y/o llegar a la meta "sin pretensiones" como es el caso de mi hija, pues bien, se dió cuenta de que iba una joven pareja delante de ella, la chica estaba un poco rellenita, pero era muy guapa, en determinado momento, sintió que la abandonaban las fuerzas y que el tramo de subida era muy costoso para ella, así que aminoró la marcha y respiraba con dificultad, mientras, su compañero le decía lindezas como éstas ...¡no sirves para nada, eres un fracaso, qué vergüenza verte, es el colmo! La joven optó por abandonar la carrera por verse imposibilitada fisicamente para continuar los kilómetros pendientes, quiera Dios que estos piropos de su novio/pareja, la hagan despertar de su ceguera.

    Es triste la historia, pero la realidad, supera la ficción de cualquier thriller de esos que vemos en el cine con mucha tensión emocional.

    Un fuerte abrazo para todos.
    Aloya.

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  11. ¡¡Extraordinaria homilía!!
    Que pena que tan pocas parejas vayan al matrimonio desconociendo aquello a lo que se enfrentan, que es algo preciosísimo, y una forma de santificarse.
    No podemos olvidar que este sacramento ha de hacer visible el amor de Dios, y de Jesucristo a su iglesia.

    Creo que a todos los que tuvimos la gran suerte de escuchar esto en directo, se nos dilató el corazón, deseando ardientemente que, cada palabra de D. Andrés, pueda realizarse en cada pareja que se acerca a la iglesia, para que su matrimonio sea bendecido por el Señor.
    Por mi parte he de deciros que, lo que mas me conmovió fue, el gran amor que se desprendía de cada palabra de nuestro sacerdote; estaba muy claro que sabe lo que es amar, y así lo demuestra cada día; sencillamente porque él percibe el gran Amor del Esposo, y de la esposa, la Stª Madre iglesia, a la cual corresponde del mismo modo.

    Señor, te pido por todos los matrimonios, por todas las familias, para que vivan este sacramento a imagen la la familia de Nazaret.

    Muchas gracias Andrés, mi mas profundo agradecimiento, por estas homilías que nos llenan el corazón de alegría.

    A los hermanos de la comunidad de las once, y a los nuevos feligreses de D. Andrés, mis mejores deseos de que todo este esfuerzo de el fruto apetecido; y también muchas gracias a todos.

    BENDITO SEA DIOS

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  12. Habiendo tenido la suerte de que el Pater, celebrase el matrimonio de cuatro de nuestros seis hijos,-este año próximo será el de la pequeña- las homilías de las celebraciones siempre han tenido gran resonancia, entre la familia y también entre los invitados, quienes durante el aperitivo/cena se acercaban al cura a preguntar, a protestar, a dar su parecer…
    Me quedaron grabados dos puntos que tocó en la homilía de la boda de nuestra hija María. La comparto con vosotros, porque creo que es muy real y también hermoso.

    “……………………………
    A continuación voy a reseñar algunas de las condiciones necesarias para contraer matrimonio por la Iglesia Católica:
    1) Es necesario tener unas tijeras para cortar el cordón umbilical que se tiene con mamá, o con papá, o con el trabajo, o con los amigos. A partir de la celebración del matrimonio, lo más importante para él y para ella pasa a ser su marido o su mujer. Los demás están, pero… en un segundo o tercer lugar. Si alguien no es capaz de relegar a un segundo plano, respecto a su cónyuge, a los padres[1], amigos, etc., es que no vale para casado o casada. Si alguien sabe que no va a ser capaz de cumplir esto, por favor, que sea honrado y que lo diga para no causar tanto sufrimiento inútil y tanto matrimonio fracasado. Todo esto que digo no es mío, sino del mismo Jesucristo cuando dice: “por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos uno solo. De manera que ya no son dos, sino uno solo” (Mateo 19, 5-6)……..

    5) La última condición es que Dios y la Iglesia sean centro del matrimonio. Si uno dice que cree en Dios y no en la Iglesia, yo le diría entonces que te case Dios, que te entierre Dios, que te bautice Dios, que te dé la comunión Dios. Cuando uno está ante este altar es porque quiere hacer su matrimonio ante Dios y ante su santa Iglesia, si no es una hipocresía y un engaño. Ante tanto sufrimiento y tantas alegrías como hay en la vida de un matrimonio, Dios y la Iglesia siempre están presentes dando ese punto de equilibrio y de ayuda a los cónyuges. Cuando una pareja se casa se dan las manos, y Dios pone su mano sobre las suyas. Puede ser que el marido retire o decaiga su mano, pero permanecen las manos de la mujer y de Dios. Puede ser que la mujer retire o decaiga su mano, pero permanecen las manos del marido y de Dios. Puede ser que los esposos retiren o decaigan sus mano, pero permanece la mano de Dios. El siempre está. Y es este Dios al que habéis llamado al inicio de vuestro matrimonio para llegar al Reino de Dios juntos.”
    ………………………………………………………………………………

    “por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos uno solo. De manera que ya no son dos, sino uno solo” (Mateo 19, 5-6)……..dice en la primera condición.
    Creo que muchas veces, no ocurre esto, hoy, ahora, y ocasiona gran sufrimiento. Los padres podemos hacer daño a los hijos si en un momento oportuno no les ofrecemos esas “tijeras”, para que sigan su vocación de casados como debe ser, sin significar menosprecio alguno hacia sus padres, ni dejar de lado los amigos, ni dejar de ser responsable en el trabajo.
    El quinto punto me encanta.
    Cuarenta años de matrimonio, son muchos años, muchos días, muchas luces y sombras… y tengo la convicción de que El siempre está; siempre ha estado y seguirá estando mientras encuentre colaboración en nosotros, y aún sin ella. Porque Él es el único fiel, el amante por excelencia para los esposos, aunque no reciba lo que espera de nosotros como pareja.
    Lo siento, me he alargado pero creo que merece la pena.

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