jueves, 14 de febrero de 2013

Domingo I de Cuaresma (C)



17-2-2013                               DOMINGO I CUARESMA (C)

Homilía del domingo I Cuaresma - Examen de conciencia I from gerardoperezdiaz on GodTube.

Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
            Al llegar estas fechas siempre dedico algún domingo (en esta ocasión dedicaré dos) a realizar un examen de conciencia en el tiempo de la homilía. Deseo que ello nos sirva para profundizar en nuestra realidad, pero siempre abrazados al seno del Padre Bueno.
            No quisiera que este examen de conciencia fuera una especie de losa sobre nosotros. No. La miseria humana, en cristiano, va siempre acompañada de la misericordia de Dios. Sólo a través de los ojos y del corazón de Dios el hombre puede y debe mirar sus propios pecados. El nos los descubre, y al mismo tiempo nos los perdona. Pero yo no puedo cambiar y caminar hacia Dios si no veo dónde estoy de verdad, y esto me lo hace ver Dios con su luz y con la paz maravillosa que nos concede su perdón.
            ¿He sentido envidia hacia alguien por las cosas que tenía, por su carácter más simpático o por su saber más grande que el mío, por su físico; de tal manera que me alegraba de sus fallos o cuando las cosas le iban mal, y me entristecía cuando las cosas le salían bien? El sentimiento de la envidia en muchas ocasiones no es buscado por nosotros, pero es algo que surge en nuestro interior y nos da mucha vergüenza. En determinados momentos la envidia que sentimos es fruto de la tentación a fin de quitarnos la paz.
            ¿He sentido celos ante otras personas porque ellas son más valoradas que yo, más tenidas en cuenta que yo, más apreciadas que yo? ¿He sentido celos porque a los demás se les reconoce enseguida lo “poco” que hacen, y a mí no se me reconoce todo lo que hago (al cuidar a unos padres, al hacer las tareas de casa, en el lugar de trabajo…?
            ¿He hecho juicios en mi interior acerca de otras personas, desca­lificando las actuaciones de los otros, como si todo o casi todo lo de ellos fuese malo? El juicio interior supone ponerse en una posición de superioridad y desde ahí considerar como negativo lo que los demás dicen, hacen o dejan de decir y/o de hacer.
            ¿He murmurado contra alguien, bien iniciando yo la conver­sa­ción o siguiendo lo comenzado por otros? ¿He sacado los defec­tos de los demás a la luz pública? La murmuración presupone un juicio previo. El juicio queda en mi interior, mientras que la murmuración sale al exterior por la lengua. Lo malo o negativo que veo en los demás, ¿soy capaz de decírselo al interesado o interesada? La mayoría de las veces no, entonces ¿por qué lo digo?: ¿Porque me interesa de verdad esa persona y que mejore; por pasar el rato; por despecho; por quedar por listo o gracioso ante quien estoy murmurando? Si no soy capaz de decir lo negativo al interesado, entonces es mejor que me calle o en todo caso que se lo diga a Dios rezando por esa persona. Lo peor de la murmuración no es lo que decimos, que en muchas ocasiones es cierto, sino el “tonillo” con el que decimos esas cosas, es decir, no hay caridad. Y la verdad que no va acompañada de la caridad-amor, no es la verdad de Cristo. Yo no he descubierto nunca a Dios diciéndome las cosas, ni a mí ni a nadie, restregándolas por las narices. Dios me muestra las cosas, mi verdad, mis defectos, pero lo hace con tanto amor, que veo lo que me dice, lo acepto y mi amor hacia El crece más. Aprendamos a hacerlo así y, si no lo hacemos así, es que estamos murmurando.
            ¿He difamado, es decir, he dicho cosas negativas de los demás que son falsas, bien porque exagere lo que digo o porque no me cercioro y aseguro de la veracidad de lo que escucho sobre los otros y “alegremente” lo suelto sin más? CUANTO DAÑO HACE LA LENGUA, NUESTRA LENGUA. Ya leemos en la epístola del apóstol Santiago que “la lengua ningún hombre es capaz de domarla: es dañina e inquieta, cargada de veneno mortal; con ella bendecimos al que es Señor y Padre; con ella maldecimos a los hombres creados a semejanza de Dios; de la misma boca salen bendiciones y maldiciones”. “Todos faltamos a menudo, y si hay alguno que no falte en el hablar, es un hombre perfecto, capaz de tener a raya a su persona entera”.
            ¿Soy una persona mal hablada con frecuentes tacos, con blasfemias, con palabras soeces o hirientes (“cada día te pareces más a tu madre…”, “cállate, gorda…”); buscando siempre el insulto, el dejar mal a los otros, el decir la palabra graciosa, aunque sea a costa de los demás?
            ¿He mentido a alguna persona, a mi familia, en el trabajo para no quedar mal, por aprovecharme de otros, por venganza, etc.? ¿He dicho medias verdades por las mismas motivaciones? Cuando Jesús fue condenado a muerte por los judíos del Sanedrín, para ello utilizaron sus propias palabras. Le preguntaron si El era el Hijo de Dios y Jesús contestó que sí, que lo era. Y esto le ocasionó su muerte. Podía haber dicho una mentira piadosa. Total esa mentira piadosa le hubiera permitido vivir más años, curar a muchos enfermos, hacer muchos milagros, enseñar mejor a los apóstoles, asentar mejor la Iglesia que quería fundar, anunciar mejor el mensaje de Dios Padre. Pero no, El dijo siempre la verdad, aún a costa de ser muerto, aún a costa del fracaso de su misión entre nosotros. Y su verdad le llevó a la cruz, y esta cruz, fracaso entonces, es salvación para todos nosotros.
            ¿He sido impaciente con los demás y conmigo mismo? El impaciente es aquél que no tiene paz en su corazón y por eso “salta” con frecuencia. Estoy impaciente cuando no soy capaz de esperar con sosiego y tranquilidad que llegue el ascensor al que he llamado, a que el semáforo se ponga en verde, a que te atiendan en el médico, o que atienden en el supermercado a la persona que está por delante de mí. Estoy impaciente cuando no me pongo en el lugar de los otros y quiero que ellos hagan las cosas como yo las hago y en el tiempo en que yo las hago. No aguanto los fallos de los demás, pero los míos propios… tampoco.
            ¿He tenido ira, rabia, enfados hacia alguna persona (familiar, amigo, en el trabajo, etc.), y he manifestado esta ira externamente con expresiones hirientes o soeces, con voces, o incluso también en mi interior?
            ¿Tengo rencor hacia alguna persona, de tal modo que no hablo con esa persona, ni la perdono de ningún modo y, cuando la veo o surge una conversación sobre ella, siempre se nota mi inquina contra ella? ¿Llevo mi “agenda” de los agravios que me han hecho los demás y las fechas en que me las han hecho y ante quien me las han hecho? ¿Hay alguien a quién no salude ni tenga intención de hacerlo? ¿Soy una persona vengativa; las cosas que me han hecho las tengo bien guardadas y presentes, y ante la más pequeña oportuni­dad se las "restriego" en la cara o suelto mi "veneno" ante otras personas?
            ¿He tenido pereza para levantarme, para acostarme, para hacer los estudios, el trabajo, mis oraciones, asistencia a la Misa, etc.? Perezoso es aquel que hace las cosas que le gustan, y las que no, las va dejando siempre de lado: el cesto de la plancha, los azulejos, tareas en el trabajo, escribir cartas, visitar a personas, enfermos. Con frecuencia la pereza va asociada al egoísmo, pues saco tiempo para las cosas que me gustan y me interesan, pero las otras cosas quedan las más de las veces sin hacer o a medio hacer.
            ¿He perdido el tiempo? Tenía diversas cosas que hacer y las he ido dejando de lado para hacer lo que me gusta: ver la Tv, hablar por teléfono, leer una novela, dar la lengua con alguien… y mientras tanto las cosas sin hacer.
            ¿He tenido gula, es decir, me dominan las apetencias y los gustos por encima de mi voluntad: domina el dulce sobre mi voluntad, domina el alcohol sobre mi voluntad, domina el café sobre mi voluntad, domina el tabaco sobre mi voluntad…? Seguramente que en muchas ocasiones pensamos como el gallego: “perdono o mal que me fai, por o ben que me sabe”. Tengo gula cuando como entre horas por el simple hecho de picar, o como nada más de lo que me gusta, o no como jamás lo que no me gusta, o protesto por la comida, o como o bebo con ansia, etc.?

6 comentarios:

  1. Este Examen de Conciencia- la primera parte- y que conozco hace años estoy convencida que ha sido obra del Espíritu santo, que se ha valido de un buen sacerdote para hacérnoslo llegar a muchos fieles cristianos; también a sacerdotes.
    Hace unos seis años, lo llevó mi marido a Santo Toribio de Liébano, y lo llevaba al ir a confesar; al hacer una consulta con el sacerdote y leerle un párrafo el confesor se lo pidió, echándole un vistazo. Le pidió que por favor le hiciese una copia para su comunidad, reconociendo que pocos había visto tan completo y acertado.Era durante el Triduo Pascual. A través de ese Examen hizo amistad con aquel sacerdote, con quien siempre se encuentra en S. Santa.
    Yo le he dejado a muchas personas que normalmente no saben "qué confesar" y quedan alucinadas de cuánta materia tienen para llevar al sacramento y...que no siempre debemos "confesar lo mismo"; la carta es muy amplia.
    Buena semana amigos y mejor aún Examen de conciencia.
    Mi cariño para todos. Santa semana.

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  2. Buenas tardes .. despues de leer la homilia .. y este examen de conciencia .. me has dejado pensando y mucho .. estamos en una epoca de introspección de mirar dentro de nuestro corazon .. sin mentirnos ..prometo hacerlo .. y reflexionar ¡¡¡¡
    Que El Señor te siga dando esta luz que tienes y tan bien hace y llega a los corazones ¡¡

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  3. Estimado P. Andrés :

    En la cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. Es tiempo de perdón y de reconciliación.
    Seguir a Jesús es una aventura difícil, sin medios, sin bastón, únicamente con la fe Él.

    Estamos en un mundo en donde no es fácil la virtud. En donde la verdad, la honestidad, la justicia... ¡No dan dividendos. !

    Estamos un poco enfermos de egoísmo, de envidia, de rencores, de celos, de violencia, de resentimiento.....y de mil cosas más.

    Somos dichosos porque Él perdonará nuestros pecados como perdonó a Pedro, somos dichosos porque Él enderezará nuestro Amor como el de Magdalena. Todos estamos llenos de amores torcidos.
    A veces es difícil reconquistar la paz.

    Un abrazo

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  4. Creo que la mejor manera de comenzar esta cuaresma es, hacer un alto en nuestras actividades, invocar al E.S. para que nos ayude a entrar en nosotros mismos, y tratar de descubrir lo que se alberga en nuestro corazón; nuestros deseos, nuestras esclavitudes, nuestras omisiones, etc. ver que lugar le dejamos al Señor. Y poder acudir al sacramento de la penitencia. Cierto que muchas veces parece que no vemos demasiados pecados para confesar; creo que porque no damos demasiada importancia, a muchas cosas que realmente la tienen. Así que, este examen que hoy nos hace D. Andrés, viene a ayudarnos a descubrir lo que realmente somos. Es importante examinar cada punto, despacio, con un corazón limpio y sincero que no rechace la posibilidad de que, lo que leemos, es precisamente para interrogarnos, y ser sinceros con nosotros mismos.
    Yo le doy gracias a D. Andrés, porque a mi me ha servido en muchas ocasiones; ya que lo tengo hace bastantes años, y me parece estupendo.
    Poder comenzar esta cuaresma reconociendo y confesando nuestras miserias, es una gracia muy grande que, nos ayudará a vivir la Pascua, exultantes y agradecidos.
    Santa cuaresma, hermanos.
    BENDITO SEA DIOS.

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  5. Este examen de conciencia me ha hecho pensar mucho.
    A veces creemos que tenemos línea directa con Dios, y que el pecado es algo sólo entre nosotros y Él.
    Pero todas esas cosas aparentemente poco importantes que hacemos contra los demás son mucho peores. Cuánto daño hacemos con un juicio, un gesto, una palabra de más, o un perdón que no pedimos.
    Nos falta Amor, y nos sobra Soberbia. A mí por lo menos.
    Miseria mía, misericordia de Dios.

    Un abrazo.

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  6. Ya conocía este examen de conciencia tan maravilloso, (como otras personas habituales del blog) no tiene desperdicio. En esta vida tan acelerada, siempre con prisas, que difícil es sacar un hueco para prepararse y hacer una buena Confesión. Con este examen no hay disculpa.
    Para más “INRI” esta sociedad nos quiere quitar el sentido de pecado, todo está permitido.
    Gracias D. Andrés por decir las cosas claras, es lo que necesitamos, y lo que necesita nuestra juventud, buenos Pastores.

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