29-9-2013 DOMINGO XXVI TIEMPO ORDINARIO (C)
Homilía del Domingo XXVI del Tiempo Ordinario (C) from gerardoperezdiaz on GodTube.
Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
Hoy voy a hablaros un poco de la fe y
para ello voy a presentaros varios casos:
1)
La semana pasada me entrevistó una periodista de La Nueva España y me
preguntaba cómo era mi ‘aterrizaje’ en el concejo de Tapia de Casariego. Entre
las varias preguntas que me hizo, voy a destacar la siguiente: ‘¿Cómo harías
para que hubiera más presencia de jóvenes en la Iglesia?’ 2) El sábado pasado,
al terminar la Misa de 8 de la tarde, se me acerca una persona para saludarme y
me dice que le da pena ver cómo los niños se han ausentado del templo y no
acuden casi a las Misas dominicales. 3) En bastantes ocasiones, si miro la
televisión, si camino por Oviedo, o ahora últimamente, si camino por Tapia, veo
a distintas personas y me pregunto qué relación tienen con Dios, con la fe y
con la Iglesia. Y he de confesar que, en tantas ocasiones, percibo una gran lejanía
de todo lo que tiene que ver con lo religioso, al menos, con la Iglesia.
¿Por
qué saco a colación en la homilía de hoy estos temas? Pues, porque me preocupan
mucho, pero también porque de alguna forma el evangelio de hoy hace referencia
a este tema. En efecto, el hombre rico del evangelio vivió toda su vida, según
nos cuenta Jesús, de espaldas a Dios y a los hombres más necesitados. ¡Cuántas veces este rico pasaría al lado
del pobre Lázaro, que estaba tirado a la puerta de su casa y, a pesar de mirar,
no lo había visto! Y lo mismo hemos de decir con Dios: ¡Cuántas veces este rico
pasaría al lado de Dios, que también estaba a la puerta de su casa y de su
corazón, y, a pesar de tener ojos, mente y corazón, no lo había visto! Sólo,
cuando el rico está en el infierno y con una sed terrible, mira y ve a Dios y
al pobre Lázaro. Cuando tienen necesidades los demás y él está bien sobrado de
todo, no ve a nadie. Cuando tiene necesidades él mismo, entonces sí que ve a
Dios y a los demás. En estas circunstancias pide un poco de agua y, como no se
le puede dar, entonces hace otra súplica y el diálogo que nos narra Jesús no
tiene nada de desperdicio: “‘Te ruego,
entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco
hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este
lugar de tormento’”. Abrahán le dice:
‘Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen’. El rico contestó: ‘No,
padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán’. Abrahán le
dijo: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque
resucite un muerto’”. El rico no quiere que sus hermanos acaben de mala
manera como él. Dios le dice que lo que estos hermanos tienen que hacer es
escuchar la Palabra de Dios. Pero el rico insiste, porque sabe por experiencia
propia que ni él ni sus hermanos escucharon ni escucharán la Palabra de Dios,
pero, si un muerto les hablara, entonces sí que escucharían a Dios. Mas la
respuesta de Dios es terrible; no por se dura, sino por ser completamente real:
“Si no escuchan a Moisés y a los
profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto”.
Y aquí quiero entrar en el meollo de esta
homilía: ¿Por qué hay hombres que creen en Dios, y necesitan de Dios y de lo
religioso en muchos momentos de sus vidas? ¿Por qué hay hombres que no creen en
Dios, y no necesitan de Dios ni de lo religioso de modo habitual en sus vidas?
¿Por qué, lo que a unos les acerca a Dios, a otros les aleja?[1] ¿Por qué, habiendo
sido educados dos hermanos del mismo modo en la fe, uno cree y otro no cree?
¿Cómo tenemos que hacer los sacerdotes, los creyentes, los padres, los
catequistas… para transmitir la fe que hemos recibido a nuestra vez, para
transmitir la fe que da sentido a nuestras vidas y para transmitir la fe que es
lo más importante para nosotros? ¿CÓMO?
Como dice el
refrán, ‘hace más preguntas un tonto, que respuestas da un sabio’. Yo
desconozco las respuestas a todas estas preguntas, que me hago muchas veces.
Confieso mi absoluta impotencia ante dos realidades: la primera, ante el dolor
y el sufrimiento; la segunda, ante la increencia. No sé qué hacer y muchas
veces sé que no puedo hacer nada. Pero
también he experimentado otra cosa terrible y es la absoluta incapacidad del no
creyente para creer. A veces, quiere, pero no puede. Otras, ni quiere ni
puede. Por eso, son tan reales las palabras de Jesús en el evangelio de hoy: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas,
no harán caso ni aunque resucite un muerto”.
Entonces,
¿hemos de rendirnos todos: ateos y creyentes? NO. Lo que yo creo firmemente y
propongo con fuerza es esto:
1) La fe y el
encuentro con Dios… depende de Dios. Hemos de mendigarlos hemos de suplicarlos
para que Dios, a lo largo de nuestra vida, en algún momento nos los conceda.
Esto lo conseguimos con la oración o, si queréis llamarlo de otro modo,
cogiendo por las solapas a Dios y exigirle y/o implorarle la fe todos los días,
sin desfallecer. Leamos y escuchemos la Palabra de Dios. Ya nos lo decía Jesús
en el evangelio de hoy: “Tienen a Moisés
y a los profetas; que los escuchen”.
2) Nos decía
San Pablo en la segunda lectura: “Conquista
la vida eterna a la que fuiste llamado”. Sí, la fe y el Reino de Dios son
regalos de Dios, pero también deben ser alcanzados gracias a nuestro esfuerzo.
Ambas cosas son necesarias. Aunque no
tengas fe, lucha y esfuérzate por ella. Aunque tengas fe, lucha y esfuérzate
por no perderla y por aumentarla. ¿Cómo? También nos lo decía San Pablo en
la lectura de hoy: “Hombre de Dios,
practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza.
Combate el buen combate de la fe”. Todo esto lo logramos mirando a nuestra
puerta si hay algún Lázaro tirado que necesita nuestra ayuda. Mientras
preparaba esta homilía, me llegó un mensaje al móvil de un compañero sacerdote.
Me decía: ‘Estoy triste y nervioso. El domingo fui a las nuevas parroquias que
me dieron. Allí fui ignorado y se me dijo que me anduviera con ojo. Tengo miedo
después de 33 años de sacerdote. Perdona que te moleste con esto, pero cada vez
tenemos menos con quien hablar. Reza por mí, lo estoy pasando francamente mal y
me siento un poco solo. Si no fuera por los ratos que paso en la capilla y el
cariño de mis otras parroquias. Gracias por escucharme, Andrés. Dios te
bendiga’.
Sí, la ayuda a
los Lázaros que se nos presentan a nuestras puertas puede ser material o de
afecto y cercanía. Todos, todos tenemos un Lázaro a nuestra puerta. Miremos y
veamos. Hace tiempo un chico que trabaja con los transeúntes en el Albergue
Cano Mata de Oviedo me contó una conversación que tuvo con uno de ellos. Le
dijo éste: ‘Acepto que la gente por la calle no me dé limosna, cuando pido,
pero me destroza que no me miren al decirme que no, o que me rehúyan, o que me
ignoren, como si fuera invisible. Tú dame, si quieres, o, si no quieres, no me
des. Pero, por favor, mírame siempre a los ojos cuando me hables’.
Sinceramente,
si hacemos estas dos cosas, creo que, los que no tienen fe, estarán en mejor
disposición de recibirla, y, los que ya la tenemos, seremos un ejemplo para los
que no la tienen y, además, aumentará nuestra fe.
[1] Hace años, cuando estaba de párroco en Taramundi,
murió de accidente de tráfico un joven y, estando yo rezando el responso en la
casa, llegó una prima joven desde Gijón e interrumpió el responso diciendo en
voz alta: ‘¡Demostrado, Dios no existe!’ Y, por aquellas mismas fechas, a un
chico se le murió su madre de cáncer. Este chico estaba un tanto alejado de
Dios y de la fe y, al morir su madre, sintió un revulsivo en su interior,
empezó a acercarse a Dios, terminó yendo al Seminario y luego se ordenó
sacerdote.
Cuando tenemos un buen amigo, sus amigos acaban también formando parte de nuestra vida. Es el caso de este sacerdote-amigo de Andrés, que está triste, nervioso y con miedo en su nuevo destino. Propongo que oremos por él y los que viven situaciones parecidas. A veces es lo único que podemos hacer desde fuera, o bien desde este Blog de amigos, donde encontramos quien nos escuche siempre y nos ayude a reafirmar nuestra fe, como hace D. Andrés. ¡Auméntanos la Fe, Señor!! que la firmeza de cuántos la tenemos sirva de apoyo, base o testimonio al menos para quienes no teniéndola la piden con sincero corazón.
ResponderEliminarEn otro momento comentaré esta hermosa homilía. Hoy me ha dolido en el alma el sufrimiento de este sacerdote, sobretodo por su miedo.¿Qué está ocurriendo, Señor?
Buena semana para todos.
Estimado P. Andrés
ResponderEliminarCuántas veces pensamos que la fe es creer cosas increíbles. Sin embargo creo que la base, el fundamento de la fe, es la confianza. Creer en Dios será entonces, creer el Alguien, fiarse de lo que ese Alguien nos dice, de Él mismo y de nosotros, por medio de su palabra.
Desde mi experiencia nosotros podremos descubrir en nuestro interior el cúmulo de riquezas con que nuestro padre nos ha adornado, toda esa serie de dones que nos ha regalado para que seamos felices y hagamos felices a los demás, para ayudarnos a construirnos como personas y construir entre todos un mundo mejor, más justo y más humano.
Desde este blog quiero hacer llegar a todos los sacerdotes mi cariño, y respeto, mirarlos como los mira Dios, con ternura, por todo el bien que hacen a todos, caminemos todos juntos.
Un abrazo pleno de cariño
D. Andrés, por qué no cuelga la entrevista que le han hecho? La he leído y me resulta muy interesante.
ResponderEliminarGracias, Andrés por la homilía para el domingo 26 T.O.
ResponderEliminarTu problema, es mi problema y es el problema de todos los sacerdotes en España ¿qué pasa con la juventud?. Oremos y suframos por ellos. Dios los ama a pasar de todo; los ama en su rebeldía.
Un abrazo
Hola amigos, en la primera lectura de la homilía, al leer esas preguntas, me dije: ¡qué bien, nos dará una respuesta….!! pero no ha sido así, tampoco el pater las tiene. Y somos muchos quienes nos las hacemos. Recuerdo que la primera vez que en dirección espiritual con el Padre Andrés, me confesó ante una pregunta que le hice, que no sabía…me desconcertó su humildad y sinceridad, y el verle hoy confesando su absoluta impotencia ante preguntas tan importantes también para él como sacerdote, me hace aferrarme más a la Palabra de Dios y a las respuestas que desde ella le va dando a mi vida y reafirmando mi fe.
ResponderEliminar“Aunque no tengas fe, lucha y esfuérzate por ella. Aunque tengas fe, lucha y esfuérzate por no perderla y por aumentarla.” Es difícil sin fe, luchar y esforzarnos por ella, y el que sea el testimonio de los que tenemos fe, lo que más pueda ayudar a los no creyentes a encontrar al Señor, nos hace responsables de su mejor disposición a recibirla, y en ellos pueda entrar Dios. Si no lo hacemos podría ser una grave omisión por nuestra parte, al menos por la mía como creyente.
Quedan dos cosas: Abrir los ojos y suplicar al Señor que sea su mirada la que me muestre los Lázaros de mi vida, donde he de escuchar y saber estar. Y por supuesto, dejar que su Palabra se vaya haciendo Vida en mi pobre vida. Dos pasos para conquistar la vida eterna a la que he sido llamada, según palabras de S. Pablo. Pido al Señor, que aumente y de firmeza a mi Fe, hermoso Don recibido, y me capacite para ser su testigo ante tanta limitación como percibo en mi.
El Señor nos aumente la Fe, amigos. Una Fe alegre y sencilla que trasmitamos en cercanía y bondad a los que nos rodean.
Buena semana.
El evangelio y la homilía de hoy remueven y sacuden mucho las conciencias, el que reparemos o no si hay algún Lázaro a nuestra puerta, cerca de nosotros. A veces son seres queridos y muy cercanos, con los que tenemos una responsabilidad y unos cuidados que darles, sobre todo si en ese momento necesitan de nosotros por algún problema del tipo que sea. Debemos estar atentos para poder darnos cuenta. Pueden ser amigos o también personas que se nos cruzan en la vida y que nos necesitan, que no debemos dejar pasar, pasar de largo. Nuestro Papa también nos anima a salir a buscarlos a donde ellos se encuentren. Creo que D. Andrés es, con los que acudimos a él, “.. como el hospital de campaña tras la batalla”, que tiene “…la capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía y proximidad”.
ResponderEliminar¿Que es la Fe?
ResponderEliminarEl año pasado tuve un familiar muy enfermo, por el que recé mucho. Mi oración durante meses fue: Señor, tengo fe, se que si Tú quieres, puedes hacer el milagro, por favor, hazlo. Un día me di cuenta que eso no era tener fe de verdad, porque yo estaba dirigiendo la oración, le estaba diciendo a Dios lo que tenía que hacer, lo que yo quería que hiciera, en lugar de ponerme en sus manos y dejar que Él obrara como quisiera.
Hay personas que quisieran creer y no pueden creer...¡qué angustia deben vivir! y esto me hace cuestionarme como creyente: ¿qué hago yo con mi fe? ¿la agradezco lo suficiente, la alimento, la comparto,la fortalezco con los sacramentos? Qué sería de mí sin Dios, sin la oración, sin la confesión, sin la eucaristía, porque si no tuviera fe, todo esto dejaría de existir, de tener sentido para mí.
ResponderEliminarGracias por el don de la Fe, Señor. Gracias. Es mi mayor tesoro.No la merezco y cada día vivo de ella.Don y misterio, es cierto.¡Auméntanos la fe,Señor! A todos y a cada uno de nosotros, auméntanos la fe.
Hay dos cosas a las que he dado vueltas del evangelio.
ResponderEliminarUna, que el Rico epulón, no tiene nombre y eso me horroriza, es una forma de pluralizar en la que nos podemos fácilmente encontrar todos. Lázaro, es nombrado por el mismo Jesús, mostrando su preferencia por el pobre y el que sufre. Es tan bonito escuchar nuestro nombre desde un tono de voz comprensivo y cariñoso.
Otra cosa es que podemos considerar que el Rico, no era tan malo pues tiene un recuerdo para sus hermanos de sangre y no desea para ellos el mal que él está viviendo condenado. Sin embargo: Murió el rico y lo enterraron. Es su pecado de omisión, de la indiferencia ante el dolor del hermano, lo que le condena, no el hecho de ser rico, sino las consecuencias que esa riqueza tiene en su vida, endureciendo su corazón. Porque un día nos examinarán del Amor, y para prepararnos y aprobar ese examen tenemos ahora un tiempo precioso. El consejo de buscar y mirar viendo los Lázaros que hay en mi vida, a mi alrededor, es indispensable para conseguir al menos un aprobado.
Buen día para todos.
Todo verdad,real y complejo,como el propio hombre.
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