jueves, 24 de octubre de 2013

Domingo XXX del Tiempo Ordinario (C)



27-10-2013                 DOMINGO XXX TIEMPO ORDINARIO (C)
Video de la homilía HAY QUE PINCHAR EN EL ENLACE ANTERIOR PARA VER EL VIDEO. Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
            El evangelio es muy sugerente y de mucha profundidad; sin embargo, hoy quisiera más bien fijarme en las dos lecturas.
            - Decía la primera lectura: “El Señor es un Dios justo... escucha las súplicas del oprimido; no desoye los gritos del huérfano o de la viuda cuando se queja; sus penas consiguen su favor y su grito alcanza las nubes; los gritos del pobre atravie­san las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansa”. Esto suena muy bonito... Pero mucha gente dice que es completamente falso:  Está ahí el caso, que ya he narrado en otras ocasiones, de la madre de un torero que rezaba siempre para que a su hijo no le pasara nada en la plaza, pero un día un toro le sacó un ojo y, desde ese día, nunca más volvió a rezar, pues no servía para nada, ni Dios ni sus rezos; hace ya unos años un chico me decía que él no rezaba nunca, porque eso no servía para nada; finalmente, tenemos nuestra propia experiencia con la oración. Sí, rezamos, pero no parece que saquemos demasiado fruto, pues seguimos con nuestros problemas, con nuestros defectos, con nuestras inquietudes, con nuestras enfermedades, con nuestras depresiones…
            ¿Quién tendrá razón? ¿La primera lectura, que dice que nuestras quejas y súplicas son escuchadas por Dios, o los que dicen que Dios está en su cielo bien tranquilo: sin molestarnos y sin querer que le molestemos?
            - Veamos ahora la segunda lectura; en ella dice S. Pablo: “He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará... El me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará...” Bien, S. Pablo ha sido un buen apóstol, ¿cómo va Dios a recompensarle? Lo dice él mismo al principio: “Yo estoy a punto de ser sacrifi­cado”. S. Pablo fue mandado decapitar por Nerón. ¿Y ésta es la recompensa que Dios le dio a este servidor tan cumplidor...? Tenía mucha razón Sta. Teresa de Jesús, cuando habiéndole mandado Jesús, en pleno invierno, irse con unas monjas a fundar un convento y la riada les llevó las carretas, los enseres y las dejó en un descampado sin nada que ponerse ni donde techarse y entonces Sta. Teresa, dirigiéndose al cielo, dijo a Jesús: ‘Así tratas a tus amigos’, y Jesús le contestó. ‘Así los trato’, a lo que Sta. Teresa, que era muy remangada y no se quedaba con nada en la lengua, le contestó: ‘¡¡¡Por eso tienes tan pocos!!!’
            - Quiero resaltar todos estos hechos para subrayar las contradicciones que palpamos en tantas ocasiones entre lo que nos dice la Sagrada Escritura y lo que nos ‘dice’ la vida de cada día: nuestra vida y la vida de los que nos rodean. Así, de este modo, quiero que nos demos cuenta de que, a pesar de tantos años como llevamos bautizados, comulgando, en el sacerdocio, en la Iglesia… todavía nos queda mucho para hacer nuestros los valores que Jesucristo nos propone en su evangelio. Los valores propuestos son las bienaven­turanzas, es decir, gozarse por tener hambre, por llorar, porque nos insulten, por ser pobres. Otro valor propuesto por Jesús y por su evangelio es el mensaje de la cruz, que “para los que se pierden resulta una locura; en cambio, para los que se salvan, para nosotros, es un portento de Dios... Nosotros predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y necedad para los griegos” (1 Co 1, 18. 23).
            Ser cristiano no significa tener un seguro a todo riesgo de que no vamos a tener problemas, de que nuestros hijos serán los mejores, de que gozaremos de muy buena salud, de que en nuestro matrimonio no habrá problemas, etc. Ser cristiano significa que nos sucederán problemas y alegrías, fracasos y triunfos, grandes momentos y tiempos de rutina… como al resto de mortales (creyentes o no, católicos o no), pero la manera de afrontarlos tiene que ser diferente. Sí, cuando clamemos a Dios con lágrimas en los ojos, con súplicas, con gritos…; cuando veamos todo oscuro…; entonces, sólo entonces, tendremos la certeza de que Él nos salvará y nos librará de todo mal, pero no quitándonoslo, sino sufriendo con nosotros esos mismos males. Cristo no está en la cruz haciendo gimnasia; Él está llevando sobre sí todos nuestros males y sufrimientos.
            Sólo quien ha experimentado la cruz puede llegar a la resu­rrección. Y desde esta perspectiva sí es totalmente cierto lo que dice la primera lectura y la certeza de S. Pablo, en la segun­da, de estar en Dios. Asimismo, desde esta perspectiva, se experimenta como real la respuesta del salmo: “Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha”.
            ¡Qué Dios nos conceda percibir esto en nuestras vidas!

8 comentarios:

  1. Gracias Andrés. Siempre está bien un recordatorio de lo que nos dices....creo que es una gracia especial el "percibir" ese acompañamiento en el dolor, Dios se hace prójimo y por tanto lo importante que es acompañar al otro, porque quizás esa sea la forma de percibir la presencia de Dios.

    Me encantó lo de la gimnasia....
    Un abrazo

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  2. Por ser cristiana no me libro de los malos momentos, ni por ir a misa ni por rezar o estar un rato ante el Sagrario, es verdad. Sin embargo, hacer todo esto sí que me ayuda a ver las cosas desde la otra perspectiva que en ocasiones es todavía peor pero, en las más de las veces es mucho más liviana.
    Ser cristiana y hacer de cristiana me da otra actitud.

    Ayer miércoles salí de la oficina con la cabeza hecha caldo, me dolía, iba saturada y llevaba la mochila llena de piedras. Casi me iba arrastrando por la acerca camino de mi casa.
    Miré el reloj y eran las 19.25 minutos, me dije “y si rematas el día yendo a Misa”. Le di las gracias y le pedí que me ayudara a prescindir de todo lo que no fuera importante.
    Cuando llegué a mi casa el cansancio era el mismo pero había dejado atrás gran parte de la mochila.

    Ah, qué bueno! a mi también me encantó lo de la gimnasia.

    Un abrazo para cada un@

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  3. Querido Andrés.

    Tenía ganas de leer una Homilía tratando este tema. Es como si me acabases de hacer un retrato.

    Asumo que entiendes que haya momentos en los que los acontecimientos te inviten a tirar la toalla, pensando que Dios o te está dando la espalda o te está poniendo a prueba. No creo que nadie esté libre de haberlo pensado alguna vez. El problema es cuando uno tiene la sensación de ser el 'perseguido'(aunque tampoco es para tanto) y se empieza a preguntar por qué siempre le toca a él.
    Si hoy me tuviera que preguntar si me consuela que Dios sufre conmigo, lo siento pero creo que ya no.

    Intentaré escucharte 'en vivo'.

    Un fuerte abrazo.

    Un andresista

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  4. En primer lugar, gracias Andres por tus homilias, que tanto bien nos hacen.
    Me parece muy acertado lo que dices sobre las respuesta a de Jesus a nuestras peticiones. Yo se bien que Dios siempre me escucha, y is no me concede lo que pido, me quedo a gusto con El, pues no dudo de su amor. No puedo dejarlo, pues si lo hago, el mundo me puede ofrecer disfrutes,
    felicidades enganosas, en definitiva falsedades. No hay color, con Jesus me encuentro en Paz, armonia, con un Padre Dios que todo es Amor. Esta es mi experiencia.

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  5. " Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha. "

    En muchos momentos he sentido el silencio de Dios, pero siempre he depositado mi confianza en ÉL.
    Aceptar todos mis límites, flaquezas, impotencias, contrariedades, me ayudado nuestro querido Pater, siempre acompañando con los ojos fijos en " Jesús " con sus palabras penetrantes con poder de confortar y aliviar, con miradas compasivas, y gestos amables, todo esto trae consigo una refrescante libertad interior que custodia la paz de mi corazón.
    Un abrazo pleno de cariño

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  6. Gracias Andrés por comparir tu palabra que también nos hace ...
    Hoy recordé cdo sentí el silencio de Dios ... Y eso me hacia sentir tan vacía .....maque mi enojo con El fue muy corto pues hacer mi oración llenaba y llena mi alma .. Se que su voluntad muchas veces no es la mía ... Y aprendí a aceptarla
    Rezar hace bien al corazón y nos acerca al Padre .. Rezar un Rosario meditando los misterios es como llevarle un ramo de rosas a nuestra Madre celestial . Luego de rezar el alma se llena de una gran paz .
    Buena semana amigos ....

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  7. Es cierto, Dios siempre nos escucha, siempre está a nuestro lado ya sea en el sufrimiento o en las alegrías. Pero a veces no le percibimos como quisiéramos en medio del dolor, sino pasado un tiempo o unos días, en los que al mirar hacia atrás y hacia adentro,nos damos cuenta de que ha estado ahí con nosotros en el momento que mas lo necesitábamos, consolándonos. Algunas veces como presencia interior que esponja nuestra alma, otras a través de personas que nos acompañan o alivian, pero...percibimos que también ahí, en esa persona, está Dios mismo con nosotros. ¡Qué grande es la fe! y cuánta luz da a nuestro caminar diario, si no fuese así,¡que sería de nosotros!

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  8. Si que merece la pena rezar, orar….aunque en ocasiones nos parezca que Dios no nos escucha. Hoy en el evangelio nos recuerda Jesús dos formas de orar, una agradable a Dios y la otra no. En la misa de niños de mi parroquia esta mañana, el párroco supo enfocar muy bien estos dos personajes del fariseo y el publicano. Celebra la misa muy participada para los niños y en el momento de acercarle éstos las ofrendas al altar, le presentaron en una bandejita dos medallas: una como de competición (fariseo prepotente y presumido) y la otra hecha de cartulina coloreada por un niño. En la 2ª lectura S. Pablo habla de correr hacia la Meta. También en otra bandeja presentaron muchas como “nubecitas de algodón”, que hacían referencia a la 1ª lectura. El sacerdote les preguntaba: ¿donde colocamos esta ofrenda, sobre el altar para Dios o la tiramos a la papelera? Papelera, colocada a un lado del altar al principio de la misa. Nubes y medallas que los catequistas, habían explicado a los niños haciendo referencia a las lecturas de la misa. Las medallas tenían distintos significados: una representaba el esfuerzo propio del soberbio, que se cree mejor que los demás, y ésta fue a la papelera, lo que gritaban los niños. La otra hecha en cartulina por uno de los niños, llevaba su esfuerzo personal y deseo de ser perdonado y de rezar de modo agradable a Dios; ésta medalla se colocó sobre el altar y estamos seguros que Dios sí escuchó y respondió a esta oración. Creo que los “rezos” de la madre del torero, que nos cuenta nuestro pater, acabaron en la papelera, por su actitud, ya antes de la corrida y que confirmó después del accidente de su hijo, el torero.
    Comparto esta catequesis con vosotros, porque es muy gráfica y puede ayudarnos…si somos un poco niños. Me recordó a la del Pater del jueves de esta semana pasada, sobre los “frutos de vida y frutos de muerte”. Muy buena y práctica.

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