1-12-2013 DOMINGO I DE ADVIENTO (A)
Queridos hermanos:
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Comenzamos hoy el año litúrgico en la Iglesia Católica. Es el año A y leeremos
los domingos, sobre todo, el evangelio de S. Mateo. El año litúrgico lo
comenzamos con el tiempo de Adviento en el que preparamos la venida de
Jesucristo. No tiene el Adviento simplemente el objetivo de celebrar y recordar
que Jesús ha venido hace más de 2000 años, sino para preparar la definitiva
llegada de Jesús, Mesías y Salvador.
-
Hace un tiempo estaba viendo la televisión, concretamente una cadena asturiana,
y vi una entrevista que hacían a un sacerdote. Este sacerdote estaba realizando
una labor muy buena en sus parroquias: asistía a la gente ante sus muchas necesidades
materiales, morales, familiares…. Me quedé viendo la entrevista hasta el final.
En dicha entrevista se recogió la llamada de una feligresa suya, la cual
alababa mucho a su párroco, pero lo hizo de un modo que me dejó un regusto
amargo y de tristeza, ya que decía que los curas como él sí que ayudaban a
creer y otros no, que hoy costaba mucho trabajo creer y que la fe recibía
muchas heridas. Esta forma de pensar y de expresarse es normal en nuestra
Asturias entre gente creyente, practicante o no practicante, entre gente
agnóstica o atea. Y yo pienso: ¡Ay de mí, si para creer, tengo que esperar
solamente de las obras buenas de los que me rodean! Una persona que crea
exclusivamente por el testimonio de los otros (esto ayuda mucho, sobre todo al
principio de nuestro caminar en la fe), esa persona tiene una fe infantil. La fe adulta es aquella que cree en Dios y
en la Iglesia (a distinto nivel, por supuesto), espera en Dios y en la Iglesia,
ama a Dios y a la Iglesia, no por lo que digan los demás, sino por lo que ellos
mismos han visto y oído del mismo Señor. Recordad sino lo que decían los
vecinos de la Samaritana: “Ya no creemos
en él por lo que tú nos dijiste, sino porque nosotros mismos le hemos oído y
estamos convencidos de que Él es verdaderamente el Salvador del mundo” (Jn
4, 42). Cuento esto muchas veces: hace unos años estaba en el despacho del
obispado y llamó un señor preguntando por la oficina para apostatar de la
Iglesia Católica (quería borrarse de ella). Yo le di el número directo y me
dijo el señor. ‘Pero Vd., ¿no me dice nada?’ Y entonces le pregunté por qué
quería borrarse de la Iglesia Católica y me contestó que en algunas ocasiones
escuchaba la COPE (entonces estaba en esta radio de la Iglesia Federico Jiménez
Losantos), Me dijo que no sabía cómo los obispos podían tener en una radio de
la Iglesia a una persona que destilaba un odio y un veneno tan grande. Me dijo
que, como los obispos y la Iglesia tenían a ese señor en la COPE, que él se
quería borrar. Yo le dije que estaba de acuerdo con él en su apreciación sobre
este locutor, que algunas veces ponía de penitencia a algunas personas estar
una semana sin escucharlo (porque se llenaban de ira contra todo y contra
todos), pero que a mí la fe en Dios y ese amor a la Iglesia me los había dado Dios
y que esa fe y ese amor no me los iba a quitar ni Federico Jiménez Losantos, ni
‘Federica Jimena Lasantas’, que no me la iba a quitar ni el Papa Juan Pablo II,
ni ‘la Papa Juana Pabla segunda’. Si Dios me había dado fe, yo no iba a
permitir que me la quitaran los hombres. El señor me dijo entonces que él no había
pensado las cosas así y que muchas gracias por mis palabras. ¿Qué hizo
después? No lo sé. No supe más de él. Eso lo sabe Dios.
Si no tenemos un encuentro personal con
Dios, no podemos creer con fe adulta y cualquier problema o circunstancia adversa
o favorable hará que nuestra fe se tambalee. Ya lo dice el libro de los
Proverbios: “No me des riqueza ni
pobreza, concédeme mi ración de pan; no sea que me sacie y reniegue de ti,
diciendo: '¿Quién es el Señor?'; no sea que, necesitando, robe y blasfeme el
nombre de mi Dios” (Prov. 30, 8-9).
- El término
Adviento viene del latín ‘adventus’, que significa venida, llegada. Jesús
puede llegar de tres modos: 1) Como vino hace más de 2000 años, es decir, se
encarnó en la Virgen María y se hizo hombre como nosotros. 2) Puede venir a
nuestro corazón y a nuestro espíritu y nos comunica su amor a Dios, su fe, la
alegría de la salvación, el perdón… 3) La última venida, bien sea de modo
personal, con nuestra muerte, bien sea con el fin del mundo.
El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor. Sí, los creyentes tenemos que desear que Jesús venga a nosotros, bien del segundo modo, bien del tercero y definitivo. De hecho, casi las últimas palabras de la Biblia dicen esto: “Amén. ¡Ven, Señor Jesús!” Así, lo decían todos los cristianos. Y a lo largo de la Misa lo decimos varias veces: 1) Tras la consagración: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!”; 2) en el Padre nuestro decimos: "Venga a nosotros tu reino”; 3) Después del Padre nuestro decimos: “mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo”.
El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor. Sí, los creyentes tenemos que desear que Jesús venga a nosotros, bien del segundo modo, bien del tercero y definitivo. De hecho, casi las últimas palabras de la Biblia dicen esto: “Amén. ¡Ven, Señor Jesús!” Así, lo decían todos los cristianos. Y a lo largo de la Misa lo decimos varias veces: 1) Tras la consagración: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!”; 2) en el Padre nuestro decimos: "Venga a nosotros tu reino”; 3) Después del Padre nuestro decimos: “mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo”.
¿Cómo podemos
hacer que Jesús venga a nosotros, como lo pedimos en este tiempo de Adviento?
¿Cómo podremos prepararnos para ese encuentro y adquirir sensibilidad para
reconocer el paso de Dios a nuestro lado? Nos lo dice la segunda lectura que
hemos escuchado. Hemos de practicar el ascetismo, o sea, quitar de nosotros
todo aquello que nos embota la mente y el espíritu, todo lo que no es Dios, que
no hace más que ocupar espacio: “Dejemos
las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz […]
Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas
ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo y que el cuidado de vuestro cuerpo
no fomente los malos deseos”. Pongamos ejemplos concreto para traducir a
fecha de hoy lo que dice San Pablo en la carta a los romanos: no comer dulces
navideños hasta el 24 de diciembre; no comprar lotería por si acaso tenemos la
mala suerte de que nos toque, aunque sea la pedrea; no murmurar y perdonar en
nuestro corazón; y sobre todo “vestíos de
Jesús”, es decir y entre otras cosas, oremos más tiempo y con más calidad
al Padre, y crecer en misericordia hacia los que nos rodean. Y todo esto, ¿por
qué? Por lo que nos dice el evangelio: “Por
eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene
el Hijo del Hombre”. Y ese día se cumplirá la poesía de Thierry Maertens:
“Venga el día, Señor,
en que nuestra miseria
encuentre misericordia.
Venga el día, Señor,
en que nuestra pobreza
encuentre tu riqueza.
Venga el día, Señor,
en que nuestra senda
encuentre el camino de tu casa.
Venga el día, Señor,
en que nuestras lágrimas
encuentren tu sonrisa.
Bendito seas, Padre,
por aquel día
en que nuestros ojos verán tu rostro”.
Tiempo de adviento cdo era niña mi abuela me contaba que este tiempo era para poner en orden el corazón … ya que en estos días Jesus nos invitaba a recordar el pasado, nos impulsaba a vivir el presente y a preparar el futuro. Es un tiempo para pensar en qué tan buenos hemos sido hasta ahora y lo que vamos a hacer para ser mejores que antes. Es importante saber hacer un alto en la vida para reflexionar acerca de nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios y con el prójimo. Todos los días podemos y debemos ser mejore esto lo lograremos si estamos a dispuestos a llevar a Jesus en nuestro corazón .. es el momento de abrirlo para que El se instale en nuestro ser ….par ello debemos estar dispuestos
ResponderEliminarBuena semana amigos .. a preparar nuestro corazon nos invita Jesus ...
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.... Para ese encuentro personal con Dios necesitamos limpiar nuestro corazón de tantas cosas que nos impiden verle: codicia, envidia, lujuria... Para lograrlo, dos caminos: oración (Eucaristía) y penitencia (confesión). Felicidades en tu onomástica.
ResponderEliminarEn la celebración de la santa Misa de ayer martes, empezabamos con un canto que habla de preparar el camino y el sacerdote en su breve homilia - cuánto te hemos echado de menos Andrés, pero seguro que tu la celebrabas con otras almas tambien necesitadas de alimento espiritual, por eso, aunque echandote mucho de menos estamos felices por ti -, nos decía que eso era el Adviento preparar el camino pero no nuestro camino, sino el caminod del Señor. Preparar para que El entre en mi alma.
ResponderEliminarEso es lo que intentaré hacer en estos dias, prepararle el camino para que el Señor entre en mí.
Un abrazo para cada un@