15-12-2013 DOMINGO III ADVIENTO (A)
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Homilía de audio en MP3
Queridos
hermanos:
Estamos ya en el tercer domingo de
Adviento. Se le llama el domingo de la alegría. Es la alegría de saber que Dios
está cerca. Dios viene a nosotros.
En estos días se acaba de hacer
público un escrito del Papa Francisco. Él lo titula así: ‘Evangelii gaudium’, que significa ‘la alegría del evangelio’. Si me permitís, voy a comentar en esta
homilía algunos trozos de la Exhortación Apostólica del Papa, ya que viene muy
bien con lo que celebramos en este día.
*
Empieza así: “LA ALEGRÍA DEL
EVANGELIO llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús.
Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del
vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la
alegría” (n. 1). Sí, una de las características de la fe en
Dios es la alegría. El creyente es una persona alegre. Ya sabéis lo que
dice el refrán: ‘Un santo triste, es un triste santo’. Lo cuento muchas veces:
cuando Teresa de Calcuta vino a fundar una casa de religiosas en Madrid hacia
1984, bajaba del avión en Barajas y por todo equipaje llevaba una bolsa de
plástico, del tipo de cualquier supermercado en el que compramos nosotros. Los periodistas
le preguntaron: ‘¿Es Vd. feliz, Madre Teresa?’; a lo que ella contestó: ‘¿Es
que no se me nota?’ Sí, tiene que
notársenos a nosotros la alegría de la fe, de saber y experimentar que Jesús
está con nosotros.
*
Sigue diciendo el Papa: “El gran riesgo del
mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo[1], es
una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la
búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando
la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para
los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se
goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el
bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen
en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida” (n. 2). Es cierto que
la tristeza, el malhumor, la queja constante nos rodean y nos aplastan. Pero no
hemos de dejarnos vencer por ello. Es difícil no entrar en esta espiral, pero
hay gente que lo logra. Os voy a poner un ejemplo: “Hace ya unos años, era verano, un niño entró en una heladería y se
sentó en una mesa. La dependienta se acercó a él y el niño le preguntó:
‘¿Cuánto cuesta un helado de chocolate con almendras?’ La dependienta le
contestó: ‘Cincuenta céntimos’. El niño sacó su mano del bolsillo y examinó las
monedas que tenía. ‘¿Cuánto cuesta un helado solo?’, volvió a preguntar.
Algunas personas estaban ya esperando por una mesa y la dependienta un poco
impaciente le contestó bruscamente: ‘Treinta y cinco céntimos’. El niño volvió
a contar sus monedas y dijo: ‘Quiero un helado solo’. La dependienta le trajo
el helado, le puso la cuenta en la mesa y se fue. El niño terminó su helado,
pagó y se marchó. Cuando la dependienta volvió para limpiar la mesa, le costó
tragar saliva con lo que vio. Allí, puesto ordenadamente junto al plato vacío,
había veinticinco céntimos… su propina”. Este niño no tenía más que cincuenta céntimos; este niño quería tomar
un helado, pero también quería dejar una propina a la dependienta; este niño no
se echó para atrás de su decisión por el ‘mal café’ de la mujer; este niño no
permitió que la impaciencia ni la brusquedad de la dependienta le contagiara;
este niño quería hacer el bien y lo hizo independientemente de lo que encontró
a su alrededor o del mal que quiso mancharle y hacerle entrar en la espiral del
mal. Si Dios nos dio la alegría, la fe, la paciencia, el amor a los demás…, no
podemos permitir que el mal que nos rodea se apodere de nosotros. Dios es más
grande que el mal.
Pero
el Papa Francisco no es ningún ingenuo. Él sabe de las dificultades que tiene
la vida: “Comprendo
a las personas que tienden a la tristeza por las graves dificultades que tienen
que sufrir, pero poco a poco hay que permitir que la alegría de la fe comience
a despertarse, como una secreta pero firme confianza, aun en medio de las
peores angustias” (n. 6). “Puedo
decir que los gozos más bellos y espontáneos que he visto en mis años de vida
son los de personas muy pobres que tienen poco a qué aferrarse” (n. 7).
*
¿Dónde encontramos los cristianos la fuente de esta alegría y la fuerza para no
permitir que el mal nos venza? Nos lo descubre el Papa Francisco: “No me cansaré de repetir aquellas palabras de
Benedicto XVI que nos llevan al centro del Evangelio: ‘No se comienza a ser
cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un
acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con
ello, una orientación decisiva’. Sólo gracias a ese encuentro –o
reencuentro– con el amor de Dios, que se convierte en feliz amistad”
(nn. 7-8). “Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y
situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con
Jesucristo [...] No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque ‘nadie queda excluido de la alegría entregada por el Señor’. Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando
alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada
con los brazos abiertos. Éste es el momento para decirle a Jesucristo: ‘Señor, me he dejado engañar, de mil
maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza
contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus
brazos redentores’. ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando
nos hemos perdido! Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar,
somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia […] Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar,
con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la
alegría”
(n. 3). Sí, la alegría verdadera la encontramos en Dios, en Jesús, y no en las
cosas materiales que nos rodean.
Por eso, os propongo para esta semana
que hagamos todos unos compromisos de este testimonio de alegría y de
esperanza en Cristo y en los hermanos. Pueden ser los siguientes:
* Saber ver el lado bueno de las personas, de las cosas y de los
acontecimientos.
* Saber decir cosas buenas y agradables a los demás.
* Sonreír a todos.
¡¡Que Dios nos ayude a llevar a cabo
estos compromisos!!
[1] Decía
un periódico el 11-12-13: Un hombre se
quita la vida después de cinco horas de compras con su novia. “Los hechos ocurrieron en China. Habían
pasado cinco horas de compras y Tao Hsiao, de 38 años, le dijo a su novia que no quería seguir comprando. Varios
testigos han explicado cómo el hombre le decía a su novia que ya tenían ‘más bolsas de las que podían cargar’,
pero ella insistió en entrar en una tienda en la que había una oferta especial
de zapatos. ‘Él le dijo que ya tenía bastantes, más zapatos de los que podría
usar en toda una vida por lo que era inútil seguir comprando. Ella comenzó a
gritarle, acusándole de ser un tacaño y
de echar a perder la Navidad’ (¿?). La discusión terminó
cuando él, desesperado, tiró las bolsas
al suelo y saltó desde uno de los balcones del edificio”.
Buenos días ..... Y si que lo es ....mira me he levantado a las 5 y 30 ...pues tengo una cachorrita que es como un bebe y mientras tomaba mi café llego tu Mail que fue un empujón en este día ...ya que hace unos días estoy con tristeza por la actitud de uno de mis hijos en esta fechas tan especial ...y tu palabra no sólo me toco el alma sino me dio el sacuden que necesitaba .....
ResponderEliminarAsí que Andrés dejare la tristeza ,la cual puede dañar a otros seres que me rodeen y mostrare la alegría de saber que Jesús esta conmigo .....y lo esperare con fe y muchas esperanzas ..... . Cumpliré tu palabra ...gracias Andrés por dar luz a mi vida
¡Qué compromisos tan bonitos nos propones, Pater! Gracias.
ResponderEliminarY en fondo de esa sonrisa, de ese buen pensamiento o el decir cosas agradables, saber que lo hago con la alegría de saberme amada por Dios.
Al leer el comentario de Ana, recordé una frase de la fundadora de mi colegio, Sta. Magdalena Sofia Barat. Tras fundar la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús, extendida por todo el mundo, dijo: "Por una sola niña hubiera fundado la Sociedad". Creo, Ana, que al Pater por una "sola Ana" se esfuerza en regalarnos puntualmente cada jueves la homilía, sabiendo cuántos la esperamos con alegría y el bien que nos hace. No le importa madrugar, tener mucho trabajo por delante,es fiel en entregrarnos lo mejor de él mismo, desde ese don, de saber acercarnos a la Palabra de Dios, que ha recibido.
Leer la homilía con el café delante recién levantado uno, es una gozada.
Alegre semana para todos, amigos.
Tantas veces Andrés nos ha recordado la importancia del silencio.
ResponderEliminarHoy nos lo dice Francisco en Sta. Marta: la Navidad se aproxima, en silencio escuchar la ternura de Dios. Este jueves el santo padre recuerda que así como los papás hablan como niños para comunicarse con los hijos, también Dios lo hace con nosotros
CIUDAD DEL VATICANO, 12 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - Hacer un poco de silencio para escuchar a Dios que nos habla con la ternura de un padre y de una madre nos hará bien. Lo ha afirmado el papa Francisco esta mañana en la misa celebrada en Santa Marta.
Haciendo referencia a la lectura de hoy del profeta Isaías, el papa ha subrayado no tanto "lo que dice el Señor" sino "cómo lo dice". Dios nos habla como lo hace un papá y una mamá con su hijo. Y lo explica así: "cuando un niño tiene una pesadilla, se despierta, llora... papá va y dice: no temas, no temas, estoy yo, aquí. Así nos habla el Señor. 'No temas, gusano de Jacob, larva de Israel'.
El Señor tiene esta forma de hablarnos: se acerca... Cuando miramos a un papá o una mamá que hablan a su hijo, vemos que ellos se hacen pequeños y hablan con la voz de un niño y hacen gestos de niños. Uno que mira desde fuera puede pensar: ¡pero estos son ridículos! ¿Se empequeñecen precisamente ahí no? Porque el amor del papá y de la mamá tiene la necesidad de acercarse, digo esta palabra: de abajarse precisamente al mundo del niño. Eh, sí: si papá y mamá hablan con normalidad, el niño entenderá igual; pero ellos quieren tomar el modo de hablar del niño. Se acercan, se hacen niños. Y así es el Señor".
El papa ha recordado que los teólogos griegos explicaban esta actitud de Dios con una palabra difícil: la synkatábasi, es decir, "la condescendencia de Dios que desciende a hacerse como uno de nosotros". Y para matizar la idea, Francisco ha señalado que "el papá y la mamá dicen también cosas un poco ridículas al niño: "Ah, amor mío, juguete mío..." y todas estas cosas. También el Señor lo dice: 'gusano de Jacob', 'tú eres un gusano para mí, una cosa pequeña, pero te amo tanto'. Este es el lenguaje del Señor, el lenguaje de amor de padre, de madre. ¿Palabra del Señor? Sí, escuchemos eso que nos dice. Pero también veamos cómo lo dice. Y nosotros tenemos que hacer eso que hace el Señor, hacer lo que dice y hacerlo cómo lo dice: con amor, con ternura, con esa condescendencia hacia los hermanos".
Bonita explicación. Nos introduce en la alegría de la Navidad. ¡Ven Señor, Jesús!
Mi querido cura de Tapia cada día me das un nuevo ejemplo de cómo actuar en la vida libre de ataduras y sin prejuicios.
ResponderEliminar¿Te acuerdas de aquellas cadenas de “Gracias a san Juan Tadeo por la gracia concedida?, pues no quiero dar ideas pero algo así me pasa a mi contigo.
Un abrazo muy fuerte