viernes, 31 de enero de 2014

Funeral

En esta semana no he tenido homilías de diario en Tapia de Casariego. Estamos con la novena de San Blas y la Misa se celebra en una capilla. Se hace el rezo del rosario, de la novena y a continuación la Santa Misa. Me dicen que no hay costumbre de predicación, pues es frío el lugar y la gente mayor, y así lo he hecho.
Sin embargo, tuve ayer, jueves, un funeral en la parroquia de Campos y Salave. Escribí la homilía y llevé el grabador, pero, a la hora de predicar, ¡se me olvidó encenderlo! Lo siento. Aquí os va solamente la homilía escrita.
Un abrazo


                               Andrés



30-I-14                                   FUNERAL EN SALAVE
Mc. 4,21-25

Queridos hermanos:
En la homilía de hoy quisiera comentar la primera y la última frase del evangelio que acabamos de escuchar: ¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? […] Porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará con creces hasta lo que tiene”. Vamos allá.
En un periódico digital de esta semana he leído un artículo, del que entresaco las siguientes frases: “Las unidades de paliativos o cuidados intensivos de los hospitales guardan una estrecha relación con la muerte, dando lugar a numerosas experiencias que se escapan a cualquier explicación racional. Pacientes que intuyen el momento exacto en el que van a morir, otros que parecen decidir por sí mismos el día y la hora, adelantando o retrasando su muerte, sueños premonitorios de familiares o presentimientos de terceras personas que, sin ni siquiera saber que alguien está ingresado o ha sufrido un accidente, están seguros de que ha fallecido. Sólo los profesionales sanitarios que trabajan de cerca con los pacientes terminales conocen de primera mano el alcance y variedad de estas extrañas experiencias. La ciencia no ha podido ser capaz de ofrecer algún tipo de respuesta, por lo que se suelen describir como sucesos paranormales o sobrenaturales.
Desde que llegué al concejo de Tapia de Casariego como párroco, en septiembre de 2013, me ha sucedido en varias ocasiones que ‘sentía’ en mi interior que iban a llamarme de la funeraria por tener algún difunto en mis parroquias. Al principio pensé que eran tonterías mías, pero, cuando a las pocas horas me llamaban de la funeraria, aquello ya me escamó un poco. Es más, este lunes 27 estaba en Oviedo atendiendo a mi madre y en un determinado momento sentí cómo me iban a llamar de la funeraria. Entonces me paré, dejé de hacer lo que tenía entre manos y en silencio hice una oración por ese feligrés mío que había fallecido o que iba a fallecer. Pasó el lunes, pasó el martes sin que me llamara nadie, por lo que pensé que había sido una tontería mía. Pero el miércoles por la mañana me llamaron de la funeraria y me avisaron del fallecimiento de Óscar. Sí, Óscar, yo ya oré por ti y te encomendé a Dios el lunes, cuando aún vivías.
Algunos podéis pensar que esto que os acabo de contar son tonterías. Otros os estaréis preguntando que para qué lo cuento. Y lo cuento porque quiero ligar esto con las frases del evangelio que acabamos de escuchar y porque quiero ligarlo también de algún modo con la vida de Óscar.
La vida no es sólo lo material: lo que vemos y lo que tocamos. Existen otras realidades, lo queramos reconocer o no, lo queramos aceptar o no. Estas realidades pueden ser denominadas extrasensoriales, paranormales, sobrenaturales, religiosas, espirituales… Como queráis, PERO EXISTEN. Existe el amor y ni lo vemos ni lo tocamos, pero mueve nuestra vida. Existe la fe y ni la vemos ni la tocamos, pero mueve nuestra vida.
Todos nosotros tenemos por regalo de Dios una serie de carismas, de capacidades, de dones, de sensibilidades… Llamadlo como queráis. Pero todos tenemos esto en nosotros. Por ejemplo, en Óscar he descubierto cuatro dones: Óscar tenía una sensibilidad para la música, pues le gustaba. Para la Misa de la Inmaculada de este mes pasado Óscar buscó y consiguió un coro precioso que embelleció y nos ayudó a vivir con mayor gusto, placer y fe la fiesta de la Virgen María. Óscar tenía una sensibilidad para los vecinos, por eso estaba en la asociación de vecinos de Campos. Podía haberse quedado en su casa mirándose el ombligo o rascándose la barriga, pero NO. Él si involucraba en actividades en pro de sus vecinos. Óscar tenía unos dones maravillosos que son su mujer (Angelines), hijos (Ramón, Miguel, Fernando y Sara), nietos y una familia por los que trabajó y se sacrificó; a los que amó y por los que se sintió amado. Óscar tenía una sensibilidad y un carisma religiosos, pues él venía a Misa los sábados acompañando a su mujer, se confesaba de sus pecados en torno a la Semana Santa y comulgaba. Él sabía que había una realidad oculta a los ojos materiales, pero real como la vida misma. Esta realidad era y es Dios.
¿Qué quiero decir con todo esto? Quiero decir que los carismas, las capacidades, los dones, las sensibilidades (como queráis llamarlo) que tenemos, que Dios nos ha dado, podemos usarlas en nuestro propio provecho, podemos dejarlas guardadas y sin usar, o podemos ponerlas al servicio de los que nos rodean. Pienso que, en gran medida y por lo poquísimo que puedo decir de Óscar, él decidió hacer esto último.
Óscar hizo verdad este evangelio que acabamos de escuchar: ¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? […] Porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará con creces hasta lo que tiene”. Sí, el candil, los candiles que Dios le dio Óscar no los guardó debajo de la cama, ni los metió en un armario, sino que los puso al servicio de su familia, de sus vecinos, de su parroquia… Por eso, pienso que Óscar ahora tiene en sus manos estos frutos y Dios le dará más.
Termino: ¿conocéis ya las capacidades, los dones, las sensibilidades que tenéis y que Dios os ha dado? ¿Las habéis guardado en el armario o debajo de la cama, o las habéis puesto a trabajar para el bien de los demás? Ya sabéis lo que dice Jesús en el evangelio: “Porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará con creces hasta lo que tiene”.

jueves, 30 de enero de 2014

Domingo IV del Tiempo Ordinario (A)



2-2-14                            DOMINGO IV TIEMPO ORDINARIO (A)
En este domingo se celebró la presentación del Señor en el Templo, también conocido como el día de la Candelaria. Se bendijeron las velas y en esta parroquia se pensó en hacer una procesión con los niños. Veamos lo que resultó. Vídeo de la procesión. Homilía en vídeo. HAY QUE PINCHAR EN EL ENLACE ANTERIOR PARA VER EL VIDEO. Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
            El domingo pasado nos decía el evangelio que Jesús era la luz y la esperanza para tantos hombres que viven en la oscuridad y en el sufrimiento. Pues bien, hoy el evangelio sigue profundizando en el mismo tema y nos propone las BIENAVENTURANZAS como el gran faro luminoso que señala en la oscuridad a los pescadores la entrada a puerto.
            Los hombres nos comunicamos a través del lenguaje. Pero el lenguaje no es sólo con la lengua, a través de las palabras, sino que también es a través de los gestos y de los hechos. Jesús utilizó mucho este lenguaje de hechos: tocando a los leprosos, cuando la gente se apartaba de ellos para no contagiarse; tocando a los enfermos: sordos, mudos, ciegos, cojos, tiñosos, paralíticos…, cuando la gente se apartaba de ellos y sólo los tocaban los familiares más cercanos; tocando a los muertos, como la niña de 12 años que hizo revivir; tocando y acariciando a los niños; dando de comer a los hambrientos; hablando con prostitutas como personas y no como mercancía de compraventa; padeciendo y muriendo en la cruz por todos nosotros… Con todos estos gestos Jesús nos estaba diciendo lo mucho que quería a la gente y lo mucho que Dios quería a esa gente, pues Jesús venía y actuaba en nombre de Dios Padre.
            También el Papa Francisco utiliza mucho este lenguaje de gestos y de hechos. Así, en noviembre de 2013 el Papa Francisco abrazó a Venicio, un enfermo italiano de 53 años. Vinicio tiene la enfermedad de Recklinghausen o también conocida como neurofibromatosis de tipo 1. Es una enfermedad genética que produce bultos (tumores y quistes) por todo el cuerpo. No existe un tratamiento para curar esta enfermedad. Vinicio vive con su tía, que lo quiere, le lava y le cura todas las llagas de su cuerpo. Ella lo acompañó a la plaza de San Pedro a ver al Papa junto con una peregrinación de enfermos de Italia. Cuenta Vinicio que la gente, cuando lo ve, cruza la calle y que su aspecto provoca horror en los médicos.

Estando en la plaza de San Pedro el Papa vio a Vinicio, se acercó a él, lo abrazó, lo acarició y Vinicio sintió que era como “estar en el paraíso”. Escuchemos algunas de las cosas que Vinicio dijo de ese momento: “El Papa no me ha tenido miedo y me ha abrazado. Mientras me acariciaba, no sentí más que amor. Me abrazó completamente en silencio. A veces el silencio dice más que las palabras. Primero me tomó la mano, mientras con la otra mano, me acarició la cabeza y las heridas. Y después me atrajo hacia él, en un fuerte abrazo y me beso mi cara. Me apretó fuerte, fuerte, como si me mimara, y ya no me soltó. Intenté hablar, decirle algo, pero no lo logré. La emoción era demasiado fuerte. Esto duró algo más de un minuto, pero me pareció una eternidad. Sentí que el corazón se me salía del cuerpo. Las manos del Papa son muy tiernas. Tiernas y bellas. Y su sonrisa clara y abierta. Pero lo que más me ha impresionado es que no lo pensó dos veces antes de abrazarme. Yo no soy contagioso, pero él no lo sabía”.
Otro gesto en el que me voy a fijar no es en el de otro Papa, sino en el de un niño. El lunes leí esta noticia en un periódico. Zac, el niño de la derecha, padece leucemia (cáncer en la sangre). Tuvo que ponerse quimioterapia y, a consecuencia de ello, le cayó todo el pelo. Quedó completamente calvo, pero Zac quiso seguir asistiendo cada día a la clase de su colegio. Su mejor amigo, Vicent, decidió apoyarle y se rapó la cabeza (es el niño de la izquierda). Decía Vicent: Me lo corté para que Zac no sintiera que era el único que no tenía pelo. Además, Vicent está vendiendo bufandas para ayudar a pagar el coste del tratamiento de Zac.
            Cuando uno tiene estos gestos, entonces significa que está diciendo con sus hechos lo que Jesús dijo con sus palabras: “Bienaventurados, dichosos, felices…”.
Sí, Jesús dijo: “Bienaventurados (dichosos) los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.” Son limpios de corazón aquellos que ven detrás de los quistes de Vinicio, de los tumores de Vinicio, de los bultos de Vinicio, de las llagas de Vinicio, de un rostro deforme de Vinicio… El Papa vio detrás de todo eso a un hombre, a un hijo de Dios, a una persona necesitada de afecto y de cariño. Y como el Papa tuvo limpieza de corazón con Vinicio, fue capaz de ver a Dios en Vinicio. Sí, con este abrazo del Papa Francisco a Vinicio se cumplió en el Papa esta bienaventuranza de la limpieza de corazón, pero es que en Vinicio se cumplió otra bienaventuranza: “Bienaventurados (dichosos) los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. Sí, Vinicio tenía hambre y sed de amor, hambre y sed de que no le rechazaran por su aspecto…, y, con este abrazo del Papa, Vinicio ha quedado saciado. Era como “estar en el paraíso”, dijo Vinicio después.
Con el gesto de Vicent se cumplen también, al menos, dos bienaventuranzas: “Bienaventurados (dichosos) los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” y “bienaventurados (dichosos) los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. En el corazón de Vicent hay misericordia hacia Zac, su amigo; por eso se rapó la cabeza, por eso vende bufandas…, porque lo quiere. Además, este comportamiento de Vicent hace que crezca la paz en el mundo, porque hace que afloren buenos sentimientos en todos los que conocemos estos hechos.

jueves, 23 de enero de 2014

Domingo III del Tiempo Ordinario (A)



26-1-2014                   DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO (A)
Homilía en vídeo. HAY QUE PINCHAR EN EL ENLACE ANTERIOR PARA VER EL VIDEO. Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
            En este domingo voy a tratar de explicar un poco el texto del evangelio y de la 1ª lectura que dice así: El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.
            Como sacerdote, diariamente me llegan noticias de personas dolientes y con problemas en sus vidas, en sus familias, en sus trabajos, en su salud…: ‘Tengo un hijo de 40 años con una carrera y sin trabajo. Casi no ha cotizado a la Seguridad Social y, a su edad, ¿qué trabajo va a encontrar?...’; ‘tengo 32 años y no tengo trabajo, y no me puedo casar con mi novia. No podemos más…’; ‘tengo que irme con mi novia al extranjero a buscar trabajo y temo tener que regresar habiendo fracasado, gastando el dinero que no tenemos…’; ‘mis hijos son agresivos en casa y fuera de casa…’; ‘tengo miedo por mi trabajo, pues mi jefe me está haciendo la vida imposible…’; y un largo etcétera de muchas más cosas que podéis contar vosotros mismos.
            En esta situación y en estos días me venía de modo recurrente a la memoria una canción de Ricardo Cantalapiedra, un cantautor leonés de la década de los 60 y de los 70. Fue seminarista, luego comunista y ateo o agnóstico. Él cantaba una canción titulada: ‘¿En dónde están los profetas?’ (podéis pinchar en el título para escucharla del mismo Cantalapiedra). Os canto un poco de la canción, cuya letra es ésta:
¿En dónde están los profetas
que en otro tiempos nos dieron
las esperanzas y fuerzas
para andar, para andar?

En las ciudades, en los campos,
Entre nosotros están (bis).

En la ciudad, ¿dónde están?
En el mar, ¿en dónde están?
En la ciudad, ¿dónde están?
¿Dónde están?

Sencilla cosa es la muerte
difícil cosa la vida,
cuando no tiene sentido ya luchar, ya luchar.

Nos enseñaron las normas
para poder soportarnos
y nunca nos enseñaron a amar.
            Sí, yo me pregunto dónde están los profetas que nos den esperanza en esta vida que llevamos, que nos den fuerzas, que nos den sentido en nuestras vidas. Si no tenemos profetas, si no tenemos esperanza, si no tenemos fuerzas, si nuestra vida no tiene sentido, entonces tiene razón el cantautor:
Sencilla cosa es la muerte
difícil cosa la vida,
cuando no tiene sentido ya luchar, ya luchar.
            Pero el mismo Cantalapiedra en la canción nos dice dónde están estos profetas:
En las ciudades, en los campos,
Entre nosotros están (bis).
            ¿Conocéis aquí ahora algún profeta o lo habéis conocido? ¿Conocisteis o conocéis alguien que os haya dado luz, fuerzas, esperanza, sentido de la vida…? Cada uno tiene que tener sus propios profetas. Yo conozco al Profeta mayor: JESUS. Así nos lo dice el salmo que hoy hemos leído:
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?”
            E igualmente conozco pequeños profetas que iluminan mi vida en pequeños momentos de ésta, como, por ejemplo, la niña del domingo pasado, cuando dijo a su madre: ‘Adivina qué mamá, ¡¡¡He sido elegida para aplaudir y animar!!!’ Pero también me he encontrado esta semana con otra niña que me ha dado más luz[1], y que está siendo profeta en mi vida en esta semana. Me explico: ¿Sabéis lo que es un niño o una niña adoptada? Yo creía saberlo a mi edad, con mis estudios y con mi experiencia, pero en estos días leía un episodio de una escuela y una niña me enseñó qué significa de verdad la palabra ADOPTADO. Escuchad: “Una maestra estaba estudiando con su grupo de primer curso una pintura. El cuadro representaba a una familia entera: con los padres, con los hijos, con los abuelos… En la pintura había una niña que tenía el cabello de color diferente al resto de miembros de la familia. Uno de los niños del grupo sugirió que aquella niña pintada era adoptada. Entonces una niña del grupo dijo: ‘Yo sé todo de adopciones, porque yo soy adoptada’. ‘¿Qué significa adoptado?’, preguntó otro niño. ‘Significa’ –dijo la niña- ‘que tú creces en el corazón de tu mamá en lugar de crecer en su vientre’.
Esta niña sabía que había sido adoptada por su papá y por su mamá; no se lo habían escondido. Esta niña se sentía querida por su mamá y, aunque no había estado en el vientre de su mamá, sabía que estaba en su corazón, y eso le bastaba.
Pues bien, hoy quiero pediros una cosa, por favor. Quiero que me adoptéis, es decir, quiero crecer en vuestro corazón día a día. Además, hoy también quiero hacer un compromiso con vosotros: quiero adoptaros, es decir, quiero que crezcáis en mi corazón día a día. Le pido y le rezo a Dios para que estas parroquias sean unas parroquias de adoptados, en donde todos crezcamos en los corazones de los otros. Sí, que los otros crezcan en nuestros corazones. Si esto sucede, entonces podemos decir como en la primera lectura y en el evangelio de hoy: “El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló”.

[1] ¿Qué es una luz? Es el instrumento que nos ayuda a ver lo que nos rodea de una forma nueva. Sin luz no hay colores, ni relieves, ni matices, ni calor. En la oscuridad de una habitación o de una casa o de una calle o de una carretera…, poco se distingue. Pero con la luz (por ejemplo, con la luz larga del coche) ya vemos más claramente y vamos más seguros. Tenemos que dar gracias a aquellas personas que nos dan luz para caminar en la vida.