jueves, 20 de marzo de 2014

Domingo III de Cuaresma (A)



23-3-14                                  DOMINGO III CUARESMA (A)
Homilía en vídeo. HAY QUE PINCHAR EN EL ENLACE ANTERIOR PARA VER EL VIDEO. Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
            Vamos hoy con la segunda y última parte del examen de conciencia, que estamos haciendo en Cuaresma como preparación para el Triduo Pascual:
            ¿He sido egoísta en el trato con los demás preocupándome tan solo de lo que me venía bien a mí, pasando o dejando de lado las necesidades de los otros? ¿Soy de los que cojo el mando de la TV y no lo suelto en modo alguno, y todo el mundo tiene que ver el programa que a mí me gusta? ¿Al sentarme en el coche o en casa escojo el mejor puesto… sin pensar en los otros? ¿Pienso en los otros, en lo que les gusta a los otros, en lo que les viene bien a los otros, o nada más me veo a mí mismo y mis apetencias y mis necesidades?
            ¿He faltado a la pobreza cristiana con gastos superfluos en cosas que no son del todo necesarias (ropas, tabaco, cafés, revistas, consumiciones, CD, bisutería, viajes, etc.)? ¿Compro cosas baratas que no necesito o que ya poseo más que suficientemente? Al comprar pregunto a mi gusto, a los demás… ¿y a Dios? Porque El tendrá algo que decir, sobre todo si me confieso cristiano y deseo que su Voluntad se cumpla en mí. Un cristiano no puede caer en el consumismo igual que otra persona que le dé igual vivir en su Santa Voluntad o no. ¿Tengo codicia y ansío poseer cosas materiales? ¿Doy limos­nas a la Iglesia o a ONGs o a familias necesitadas (es bueno aquí comparar cuánto gasto para mí al mes y cuánto doy en limosnas para los demás al mes; se verá que la diferencia es mucha)? La limosna es lo que yo llamo el dinero de Dios. Es suyo y yo he de administrarlo según su Voluntad y no según mi capricho. El dinero de la limosna nunca puede quedarse en mi bolsillo. Si no lo doy yo directamente, entonces debo de buscar a organizaciones o personas que busquen donde entregarlo y que conocen mejor que yo diversas necesidades de otros hombres. ¿Tengo mi corazón pegado a cosas mías (coche, ropa, objetos), personas, opiniones, mi físico, etc.? Para entender la pobreza cristiana se ha de partir de que sólo Dios es nuestra riqueza, porque es lo totalmente Absoluto, lo demás es relativo (Mt. 10, 37). ¿He robado, es decir, me ha apropiado de cosas que no son mías? Me apropio de cosas que no son mías, robo, cuando en el hospital en el que trabajo cojo tiritas, esparadrapos, tijeras... y lo llevo para mi casa o para mis familiares. Robo cuando en el colegio donde trabajo cojo hojas, bolígrafos... y los llevo para mi casa. Robo en el trabajo llegando tarde y saliendo temprano. Robo en el trabajo al no pagar lo justo y debido a mis empleados y no reconocerles sus derechos. El hecho de que lo hagan los demás no quiere decir que está justificado que lo haga yo. También robo si no dedico el tiempo y las cualidades que Dios me da en el servicio de los demás; o cuando le robo su gloria y me apropio de lo que es de Él: “No se gloríe el sabio en su sabiduría, ni el rico en su riqueza, ni el soldado en su fuerza. El que se gloríe que se gloríe en el Señor” (Jr. 9, 22-23).
            ¿He sido desobediente en mi casa, con mi familia, con Dios, con la Iglesia, con mi director espiritual, con las normas de tráfico, con las cosas que me piden muchas veces por favor; y soy más bien de los que siempre hace lo que les da "la realísima gana"? La obediencia no es simplemente hacer sin más lo que me digan o me pidan, también hay que mirar el modo y las maneras en que lo hago. Por ejemplo, si realizo las cosas que se me piden pero con protestas, interiores o exteriores, entonces no estoy obedeciendo. Yo nunca he visto ni he leído que, cuando Dios Padre indicó a su Hijo que fura a la Cruz, por el perdón de los pecados de los hombres, Jesús obedeciera pero diciendo: “¡Vaya, hombre! ¡Siempre me toca a mí!” ¿A quién tengo que obedecer yo? Pues en primer lugar a Dios, a mis padres, a mis hijos, a mi marido, a mi mujer...
            ¿He faltado a la castidad con pensamientos, deseos, miradas, actos impuros (solo o acompañado); he respetado mi cuerpo y el de los demás por ser Templo del Espíritu de Dios, me he mantenido alejado de aquello que me tentara en este punto como TV, revis­tas, conversaciones, etc.?
¿He tenido el pecado de la vanidad de tal manera que estoy demasiado pendiente de mi aspecto físico, de la moda, y al final soy un esclavo de ello? Hay personas que son incapaces de salir desconjuntadas de casa o de no salir a la calle con prendas que no son de marca. Hay personas que visten o se acicalan de una determinada manera, pero no por convencimiento o gusto propio, sino por obtener el parabién de la gente con la que están.
            ¿He tenido soberbia al considerarme superior a otros, al considerarme inferior y esto me hacía sufrir, puesto que no me acepto tal y como soy? ¿Me ando siempre quejando de la sociedad, de los demás, de mí mismo? ¿"Engordo" cuando los demás hablan bien de mí, y me entretengo después pensando y "repensando" lo que se dijo bueno de mí? ¿Me enfada el que los demás hablen mal de mí, sea mentira o verdad, y "despo­trico" contra ellos y busco rápidamente el justificarme? ¿Me cuesta admitir mis errores? ¿Me cuesta pedir perdón? ¿Hablo de mí mismo (mal o bien) con frecuencia, me pregunten o no? ¿Hago o dejo de hacer cosas, digo o dejo de decir cosas por el qué dirá la gente, de tal manera que soy un esclavo de lo que piensen los demás? Veamos algunos de los frutos de la soberbia: En las relaciones con el prójimo, el amor propio y la soberbia nos hace susceptibles, inflexibles, impacientes, exagerados en la afirmación del propio yo y de los propios derechos, fríos, indiferentes, injustos en nuestros juicios y en nuestras palabras. Nos deleita en hablar de las propias acciones, de las luces y experiencias interiores, de las dificultades, de los sufrimientos, aun sin necesidad de hacerlo. En las prácticas de piedad nos complace en mirar a los demás, observarlos y juzgarlos; nos inclinamos a compararnos y a creernos mejor que ellos, a verles defectos solamente y negarles las buenas cualidades, a atribuirles deseos e intenciones poco nobles, llegando incluso a desearles el mal. El amor propio y la soberbia hacen que nos sintamos ofendidos cuando somos humillados, insultados o postergados, o no nos vemos considerados, estimados y obsequiados como esperábamos.
            ¿He faltado en el amor al prójimo hacia los enfermos, ancia­nos, familiares, marginados, etc.? ¿Tengo verdadera preocupación por las necesidades materiales, morales y espirituales de las personas que me rodean, de la gente que vive en Asturias, en España, en Europa, en el mundo? ¿Considero a las demás personas como hermanos míos al ser hijos todos del mismo Padre?
            ¿He tenido falta de confianza en Dios buscando yo siempre el encontrar solución a todo y rápida; y cuando no salía tal y como era mi deseo me enfadaba con Dios o me descorazonaba con El? No tengo confianza en Dios cuando las cosas positivas o negativas que me suceden me afectan sobremanera. No quiere decir con esto que tengamos que ser insensibles a las circunstancias que acontecen a nuestro alrededor, pero sí es cierto que nuestra seguridad total está en Dios y no tanto en que las cosas me salgan bien o mal.
            ¿He dejado mis oraciones de lado, o las he hecho con rutina y sequedad? ¿He sido fiel a lo que el Señor me iba mostrando o pidiendo en ellas?
            ¿He faltado a la Misa de los domingos, o he asistido a ella con rutina, falta de fervor, de mala gana y distracciones?
            ¿He realizado alguna lectura espiritual para alimentar mi ser y abrirme a otras experiencias y a otros horizontes que puedan acercarme más a Dios?
            Se podían sacar muchas más cosas, pero de momento yo creo que con esto vale para tener una guía más o menos exhaustiva.

7 comentarios:

  1. D. Andrés en una ocasión escuche hablar a dos personas sobre la gula espiritual y me sorpendió la expresión que no comprendí pues eran personas de iglesia, de misa y comprometidas. Me gustaría que pudiese aclararme su significado.
    Gracias.

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  2. ¿Qué es la gula espiritual? Se podría definir como: "servirnos de Dios y no servir a Dios".
    En los inicios de la relación con Dios, en la que Él se nos muestra con fuerza y con mimo, el alma siente una serie de gustos sensibles, que antes se desconocían: alegría desbordante en ejercicios espirituales, en Cursillos de Cristiandad, en la oración, en la confesión, en la Misa… Todo esto puede hacer que el alma se engolosine con el gusto y el sabor de los mismos procurando más el sabor de su espíritu que la pureza de estar con Dios por Dios. Decía D. Ezequiel: ‘Tenemos que buscar al Jesús del caramelo y no al caramelo de Jesús’. Tenemos que buscar más vivir en fe y en la voluntad de Dios que no la sensiblería y las emociones espirituales, que al final son usadas por Satanás para tenernos ahí parados y no avanzar hacia Dios.
    Una persona que tiene gula espiritual busca en todo momento sentir, emocionarse, gustos en las cosas de la fe y, cuando no los tiene, entonces se entristece. Una persona con gula espiritual habla mucho de lo que vio, de lo que sintió en las cosas de la fe, pero no está dispuesta a vivir en sequedad y en aridez, ni siquiera por amor a Dios. Una persona con gula espiritual usa esos gustos para estar o sentirse por encima de los demás, lo cual le acarrea que caiga en la soberbia.
    En definitiva, lo que empezó tan bien para esa persona, puede hacer que acabe mal o que se estanque durante años en su vida religiosa.

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  3. Buenos días ...gracias Andrés ...me he alimentado con tu homilia ... Me has dejado mucho para trabajar y reflexionar ... Dios te bendiga

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  4. El camino de sanación que propone D. Andrés para esta Cuaresma, sigue siendo muy espinoso, pero es realmente apasionante, al menos voy a seguir intentando una ligera aproximación a sus propuestas, todas ellas son como un espejo donde nos vemos tal y como somos y eso a veces duele o no gusta.

    Me parece muy interesante la aclaración del término "gula espiritual", yo desconocía no solo su significado, sino el que ciertas emociones espirituales puedan acabar en la pura soberbia,
    ¡Este Pater y su extraordinario magisterio!

    Estamos a la espera de recibir material de ese primer encuentro de formación para laicos en Tapia, que ha sido todo un éxito de asistencia,(eso que es el primer encuentro), niños, catequistas, Sacerdotes, personas procedentes de Oviedo y de otros puntos de Asturias han tenido la suerte de recibir esta primera lección. Le deseo mucha suerte D. Andrés en este nuevo y afortunado cometido, me tranquiliza pensar que nos cuida Vd., con mimo a todos y que su gran trabajo se expande como la luz.
    Un fuerte abrazo para todos. Feliz y santa semana.
    Solideo negro.

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  5. Si llevas cuenta de los delitos Señor ¿Quien podrá resistir?.....
    Ciertamente con este examen tan exaustivo, creo que no se escapa nadie; está clarísimo que si el Señor no nos tiende su mano, y nos mira con misericordia, pobres de nosotros.
    Pater, es que hilas muy fino, pero yo al menos te lo agradezco, esto me ayuda a conocerme y a experimentar ese gran amor del señor hacia mi, así como lo necesaria que fue su pasión y muerte, para matar todos estos pecados que brotan de mi, pero que gracias a la resurrección de Cristo, han sido sepultados.
    Meditar en todo esto, despierta una gran gratitud esperanza y amor en mi corazón, hacia Jesús hijo de Dios. ¡¡Y que dulce, y que bueno ha sido su amor conmigo!!
    ¡Que bien nos educas y enseñas Andrés! Muchas gracias por tu total entrega.
    Santa Cuaresma a todos; hermanos que todo esto nos sirva para prepararnos, a celebrar la Pascua exultantes de gozo, y gustando ya aquí, un trocito de cielo, la vida eterna.
    BENDITO SEA DIOS

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  6. "Tenemos que buscar más vivir en fe y en la voluntad de Dios que no la sensiblería y las emociones espirituales, que al final son usadas por Satanás para tenernos ahí parados y no avanzar hacia Dios." Nos dice Andrés sobre la Gula espiritual. Es cierto esto. He experimentado en mi vida espiritual ese -no avanzar hacia Dios- como probablemente el deseaba y por donde deseaba llevarme, por apegarme a esos caramelos del Señor en lugar de hacerlo al Señor que me regala esos caramelos. Me cuesta, pero intento tener mucho mas presente al Señor de las cosas, que a las cosas del Señor.
    Gracias a un buen director espiritual lo he podido experimentar. Doy gracias a Dios por ello.

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  7. Sabemos que hay temas muy importantes que enfrentar, pero este tema causa desorientación entre los seglares D. Andrés, por el sufrimiento que conlleva para muchos.¿Que dice la iglesia hoy ante esto? Oriéntenos por favor. Tengo hijos y preguntan..Gracias.

    "Divorciados vueltos a casar y la comunión: el pensamiento del cardenal Kasper
    La relación al consistorio del purpurado alemán en "Evangelio de Familia" ha desencadenado un fuerte debate. Pero, ¿qué ha dicho realmente?
    Por Antonio Gaspari
    CIUDAD DEL VATICANO, 21 de marzo de 2014 (Zenit.org) - Del 5 al 19 de octubre de 2014 se celebrará, en Roma, el sínodo extraordinario sobre la familia. Para prepararlo mejor se ha formulado -por voluntad del papa Francisco- un cuestionario con 38 preguntas enviado a todas las diócesis del mundo.
    El sábado 1 de marzo el texto completo de la relación del cardenal Kasper fue publicado por el periódico romano Il Foglio. El suceso ha desatado un enorme revuelo, no solo porque la publicación no ha sido autorizada por el autor, sino sobre todo porque sobre la cuestión de los divorciados vueltos a casar y el acceso a la comunión hay ya, de hecho, una intensa discusión.
    Antes incluso de leer y entender cuál era realmente el pensamiento del purpurado alemán, han llovido críticas y polémicas. ¿Pero qué ha dicho realmente Kasper? El texto completo de la relación del cardenal fue publicado la semana pasada por ediciones Queriniana en un libro de 78 páginas, titulado El Evangelio de la Familia.
    En el quinto capítulo, titulado precisamente El problema de los divorciados vueltos a casar, el cardenal Kasper escribe: "Si se piensa en la importancia de las familias para el futuro de la Iglesia, el número en rápido crecimiento de las familias disgregadas aparece como una tragedia aún más grande. Hay mucho sufrimiento. No basta considerar el problema solo desde el punto de vista y de la perspectiva de la Iglesia como institución sacramental; necesitamos un cambio del paradigma y debemos considerar la situación también de la perspectiva de quien sufre y pide ayuda".

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