17-8-2014 DOMINGO XX TIEMPO ORDINARIO (A)
ORACION (III)
Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
Hoy quiero detenerme en una serie de
cosas muy prácticas que también se han de tener en cuenta para la oración.
Vamos allá:
* Lugar. No vale cualquier
sitio. Se ha de buscar un lugar sin ruido, con luz tenue, que invite al
recogimiento. Podemos tener ante nosotros alguna imagen que no nos distraiga y
a la vez nos ayude en la oración. El mejor lugar es delante de un sagrario,
pero, si esto no es posible, entonces buscaremos una habitación o sala
tranquila. Si es posible, siempre en el mismo lugar para que las cosas nuevas
no nos distraigan. Y si la hacemos en una iglesia, siempre ocupando el mismo
lugar para habituar nuestra vista a ver las mismas cosas y que se fije sólo en
Dios.
Tiempo. Es conveniente hacer
la oración siempre a la misma hora, pues de otro modo lo más normal es que, un
día por otro, nos vaya quedando. A algunos les viene mejor por la noche y a
otros por la mañana para concentrarse mejor. Si es posible, no hacer la oración
cuando inmediatamente después vamos a hacer otra cosa o a salir de casa, pues
nos distraerá de lo que hemos de realizar a continuación. Además, mejor es
proponerse hacer 5 minutos, que proponerse hacer media hora y hacer 15 minutos.
Empezar por poco.
Postura. Ni tan cómoda que
nos durmamos, ni tan incómoda que no nos deje concentrarnos. Preferentemente
sentados en una silla (no en la cama, ni en sillón) con la espalda recta y
pegados al respaldo. Se pueden poner las manos sobre las rodillas, en actitud
de súplica o de intercesión. También puede ser de rodillas o de pie.
*
Entre las muchas divisiones que puede
hacerse de la oración, podemos decir que hay tres tipos de oración: de
petición, de agradecimiento y de alabanza. En las dos primeras entra el
“yo”, “para mí”, “conmigo”. Petición: “YO te pido que cures a MI abuela; que YO
apruebe las oposiciones; que YO entienda la fe, que YO”. Agradecimiento: “YO te
doy gracias porque ME diste esto o lo otro, o porque diste a MI familia esto o
lo otro”. Sin embargo, en la oración de alabanza sólo entra el Señor y nada más
que Él. Fijaros en la oración del Santo de la Misa, en el que no entra para nada ni el YO, ni
el MI, ni el MIO: “Santo, santo, santo es
el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el
cielo.” Sólo está Dios, sólo importa Él. La oración de alabanza es el
culmen y la cima de la oración. Por tanto, os insto a practicarla, pero sobre
todo os exhorto a que la pidáis al Señor para que os la regale.
* Y ahora, para terminar esta
homilía, voy a daros unas normas prácticas para hacer-recibir una oración
cristiana.
1) Hacemos una invocación al
Espíritu Santo, porque es Él quien ora, no nosotros. A veces esta invocación
dura unos minutos, y otras toda la oración. Nos ponemos ante Dios Padre, ante
Dios Hijo, ante Dios Espíritu Santo o ante la Virgen María, con los
que dialogamos (o ellos con nosotros). Aprovechamos este tiempo para silenciar
nuestro ser de los ruidos que traemos de fuera.
2) Se ora sobre una oración escrita,
sobre un salmo, sobre los evangelios, sobre un acontecimiento de mi vida, sobre
unas palabras, etc. Por ejemplo, podemos orar sobre la oración en Getsemaní.
Leemos el texto, lo recreamos de nuevo en nuestra mente despacio como si
nosotros estuviéramos allí con Jesús. Sentimos su soledad de los apóstoles y de
Dios, su miedo, su oscuridad, su incertidumbre, su fracaso. Luego recordamos
situaciones parecidas nuestras de gran sufrimiento y de soledad, y podemos
repetir las palabras de Cristo: “Padre,
que me pase de mí este cáliz, pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú
quieres”.
3) Al terminar, se da gracias a Dios
por todo lo que hemos recibido, aunque no seamos conscientes de haber recibido
nada. Eso son cosas que no se ven, y muchas veces no se perciben. Otras se ven
fuera del tiempo de la oración, otras las ven en nosotros quienes están a
nuestro lado, y otras reciben los frutos de nuestra oración otras personas más
necesitadas que nosotros mismos.
4) Al terminar la oración siempre es
conveniente hacer un propósito para que dicha oración no sea improductiva. Es
bueno que el propósito tenga que ver con el tema de la oración o las luces
recibidas en la misma.
Cuando era niña no comprendía como mi abuela ..a las tres de la tarde se sentaba en silencio con un Rosario en sus manos .... Y no se podía molestar ....en los días feos o de invierno lo hacía en la sala a solas ..los días lindos se sentaba junto a los Rosales .... Y me decía Farruca este es un momento de intimidad con La Virgen y su hijo ... Si tu me hablas .... Es como si tirara y pisara las rosas ...en el silencio y la oración te encuentras con Dios
ResponderEliminarPasaron muchos años y hoy yo hago lo mismo que ella .hice un taller de Oración del Padre Ignacio Larrañaga ..y allí aprendí mucho ... Aprendí el valor del silencio... El valor de invocar a Espíritu Santo ....
Algo muy gracioso que siempre sonrió a recordarlo .... A las tres de la tarde mis animales perrita y varios gatos me seguían y se ponían en ronda a mi alrededor mientras yo rezaba el rosario y meditaba el misterio del día ...... El clima era especial y amigos no es una soberbia lo que diré en este momento pero sentía Dios en ese momento en mi hogar .... Luego seguir con el día era y es más facil
Son consoladoras las palabras de Jesús en aquel momento tan durísimo de Getsemaní:
ResponderEliminar“Padre, que pase de mí este cáliz, pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres”.Cuando vivimos momentos de abandono, oscuridad y soledad saber que Él lo pasó antes que yo, me debería de consolar. Esa es hoy mi oración.