7-12-2014 DOMINGO
II DE ADVIENTO (B)
Homilía en vídeo. HAY QUE PINCHAR EN EL ENLACE ANTERIOR PARA VER EL VIDEO.
Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
En
el evangelio de hoy se nos habla de san Juan Bautista. Él fue quien mejor
preparó la llegada de Jesús. El domingo pasado hablamos de la necesidad de
estar vigilantes para cuando venga Jesús y también hablamos de la necesidad de
preparar la llegada de Jesús.
Pero, ¿por qué hay que preparar la llegada
de Jesús? En el evangelio de hoy san Juan Bautista nos responde algo a esta
pregunta. No responde todo, pero sí algo. El
único que puede responder completamente a esta pregunta es el mismo Jesús.
Y, ¿qué nos dice san Juan Bautista? Pues nos dice que 1) Jesús puede más que
él; 2) que él no merece agacharse para desatarle las sandalias; 3) y que Jesús
bautizará con el Espíritu Santo.
1)
Jesús puede más que san Juan Bautista.
Sí, Jesús, el que va a venir en la Navidad, puede más que Juan Bautista. De él
dijo Jesús que no hay nadie mayor en este mundo que Juan Bautista. Sin embargo,
Juan sabía que él era más pequeño que Jesús. Esto nos indica la humildad y el
reconocimiento de la verdad por parte de Juan Bautista. Pero, ¿es cierto que Jesús es más y puede más que san Juan Bautista o
que cualquiera de nosotros? Hace unos años una persona de Oviedo quiso
montar un negocio. Preparó un local, compró mercancía, se dio de alta en
Hacienda y en todos los organismos oficiales, me llamó para que le bendijese el
negocio. Así lo hice…, y el negocio no salió tan bien como esperaba esa
persona. Al cabo de un año montó esa persona otro negocio; realizó las mismas
operaciones (le bendije de nuevo el
segundo negocio), pero tampoco esta vez el negocio salió como esperaba. Desde
ese momento no volvió a llamarme para que le bendijese más negocios ni más
nada, pues se vio que la bendición de Dios no sirve para nada, o que yo estoy
gafado, o que es mejor probar con la bendición de otro sacerdote o de otro
‘gurú’. Pero, ¿fue cierto que la bendición de Dios no sirvió para nada? El otro
día iba de paseo, hacía un poco de oración y se me vino a la mente este caso.
Pensaba que la bendición de Dios no sirve para los negocios, o más bien (creo
que Dios me iluminó) que sí que sirve, pero para lo que Dios quiere. ¿Quién
sabe si con esas bendiciones Dios protegió a la familia de esa persona de una
serie de desgracias, o si les dio luz para una mejor relación familiar, o si
les impidió el cometer una serie de pecados, o si…? Solamente cuando lleguemos
ante Dios sabremos cómo ha actuado Él en nosotros y en nuestras vidas. Lo que
sí tengo claro y confío plenamente es que ni una sola de nuestras oraciones,
súplicas, lágrimas, bendiciones, buenas acciones… caen en saco roto.
San
Juan Bautista confiaba plenamente en Dios y por eso fue testigo de su poder, y
de su actuación en el mundo y en las personas. Juan Bautista fue capaz de ver más allá de los aparentes fracasos. Y
por eso supo que Jesús podía y puede más que él. Jesús puede más que
nosotros, y queremos que venza en nosotros el desánimo, el pecado, la falta de
fe, los fracasos, la apatía, la muerte…
2)
San Juan Bautista no merece agacharse
para desatar las sandalias de Jesús. Nosotros no tratamos igual a uno mal
vestido que a otro bien vestido; no tratamos igual a uno que tiene un sueldo de
700 € al mes que a otro que tiene miles de millones de euros en sus cuentas; no
tratamos igual a un desconocido que a otro ‘superfamoso’; no tratamos igual a
una persona vieja y fea que a otra persona joven y hermosa… Pero los que tienen
experiencia de Dios se comportan de otro modo: san Juan Bautista trataba igual
a unos que a otros a la hora de predicar. El evangelio nos dice que san Juan
Bautista echaba en cara los pecados a la gente, aunque fueran ricos o famosos o
poderosos. Otros hacemos de otro modo. Veamos dos ejemplos que nos narra el
evangelio de cómo actúa Juan Bautista:
- “Al ver que
muchos fariseos y saduceos se acercaban a recibir su bautismo, Juan les dijo: ‘Raza
de víboras, ¿quién os enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca? Producid
el fruto de una sincera conversión, y no os contentéis con decir: «Tenemos por
padre a Abraham». Porque yo os digo que de estas piedras Dios puede hacer
surgir hijos de Abraham. El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles: el
árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego’” (Mt.
3, 7-10). Los fariseos eran poderosos en la religión judía, los saduceos eran
muy ricos en el tiempo del Israel de san Juan Bautista y de Jesús, pero Juan no
se fijaba en su poder o en su dinero.
- “Herodes, en efecto, había hecho arrestar,
encadenar y encarcelar a Juan, a causa de Herodías, la mujer de su hermano
Felipe, porque Juan le decía: ‘No te es lícito tenerla’” (Mt 14, 3-4).
Nadie se hubiera atrevido a decirle esto a la cara a Herodes. Por detrás sí,
pero a la cara no. Nadie…, salvo san Juan Bautista. Y es que para san Juan Bautista no era importante el ‘tener’, sino el
‘ser’ de cada persona.
Sin embargo, Juan, que no se
arrodillaba ante nada ni ante nadie terreno, sí que ante Dios y ante Jesús se
sentía como el más pequeño. Juan Bautista sabía la distancia que había entre él
y Jesús. Por eso, el evangelio de hoy nos dice que Juan Bautista no se
considera ni siquiera digno de desatar las correas de las sandalias de Jesús.
Desatar las sandalias de otro era tarea de un esclavo. Un esclavo era lo más
bajo de la sociedad de aquel tiempo. Pues bien, Juan Bautista se consideraba
menos que un esclavo ante Jesús.
¿Qué vería él en Jesús que nosotros no vemos? ¿Cuán grande será Jesús
para que nosotros no merezcamos siquiera desatarle las sandalias? Sólo los
santos saben de verdad de estas cosas. Pidamos en este tiempo de Adviento LUZ
PARA VER LA VERDAD DE JESÚS COMO LA VEÍA SAN JUAN BAUTISTA Y HUMILDAD PARA
RECONOCER SU GRANDEZA.
3) Jesús nos bautizará con Espíritu Santo. Esto lo dejamos para otro
momento y para otra homilía, si Dios quiere. Solamente quiero decir que uno es
bautizado con Espíritu Santo cuando siente el consuelo de Dios sobre sí, cuando
siente que Dios le habla al corazón. Así nos lo dice el profeta Isaías en la
primera lectura de hoy: “Consolad, consolad a mi pueblo, –dice
vuestro Dios–; hablad al corazón de Jerusalén”.
Yo me pregunto muchas veces ,si viniese Jesús a visitarnos hoy en día,¿como nos vería,nos echaría de los templos,con la desigualdad que hay entre unos y otros,la soledad de los mayores,el no manifestarse contra las injusticias,el ver a un Jesús a nuestro gusto,el callar cuando el problema no nos atañe a nosotros.Sinceramente a mi me gustaría manifestarme ,junto con la iglesia,de que las vacunas lleguen a los africanos,que no muera gente por hambre,como pasa en el tercer mundo.Jesús nos diría cuando los mios están mudos ,que harán los demás.Me llamaréis pesada pero lo siento ,el mundo tiene hambre y sed de justicia.Por eso le pido a Jesús,que me envuelba de amor hacia los demás y que me deje decir lo que siento,aunque moleste.Jesús te espero,tú eres mi fuerza.
ResponderEliminarAh,se me olvidaba hacer un comentario,Me encantaría ir a los sitios donde nació Jesús,estar por los sitios donde Él anduvo predicando, confirmarnos en el Jordán no habría forma de hacer una excursión.Posiblemente no se podrá,porqué será peligroso y muy caro.
ResponderEliminarSolamente cuando lleguemos ante Dios sabremos cómo ha actuado Él en nosotros y en nuestras vidas. Lo que sí tengo claro y confío plenamente es que ni una sola de nuestras oraciones, súplicas, lágrimas, bendiciones, buenas acciones… caen en saco roto.
ResponderEliminarEsta mañana en Misa después de la predicación de mi párroco quien habló bien sobre la humildad de Juan Bautista, me quedó una pregunta en mi interior: ¿qué es más dificil la humildad o la denuncia/corrección fraterna que también hacía el Bautista y le provocó su muerte? De ésto segundo no dijo nada mi párroco...a nadie le agrada, bien recibirla o bien hacerla, pues es fácil que nos critiquen, incluso que nos humillen si la hacemos.
ResponderEliminarLuego pensé, realmente sin humildad, la denuncia o corrección que podamos hacer es fácil que pueda faltar a la caridad...y entonces sería peor el remedio que la enfermedad.
Buena semana, amigos.
¡¡VEN SEÑOR, JESÚS!!
Sí que Dios cuida y protege a D. Andrés cuando va por la carretera. Seguro que muchos rezais por él cuando viaja; yo le tengo muy presente en mi oración mañanera sobretodo los martes tempranito cuando sale de casa de sus padres de regreso a sus parroquias de Tapia.
ResponderEliminar¡Bendícele Señor!¡cuánto te ama y trabaja por Tu Reino!
Querido Cura de Tapia,
ResponderEliminarRespecto a la primera parte de la prédica, el hombre propone y Dios dispone y en cuanto a la segunda, ¡que gran verdad! que nos acercamos a los que consideramos poderosos pero, ¿sabes qué?, al final la trampa rescampla y mas pronto que tarde Dios nos muestra dónde está la verdad.
Querido Andrés, gracias.
Un abrazo para cada un@