miércoles, 27 de julio de 2016

Domingo XVIII del Tiempo Ordinario (C)



31-7-2016                   DOMINGO XVIII TIEMPO ORDINARIO (C)
                                                           Ecl. 1,2; 2,21-23; Slm. 89; Col. 3,1-5.9-11; Lc. 12,13-21
            Seguimos con las homilías sobre las obras de misericordia:
            4.5.- Asistir a los enfermos
            - Dice Jesús: “Estuve enfermo y me visitasteis” (Mt. 25, 36). “La enfermedad y el sufrimiento se han contado siempre entre los problemas más graves que aquejan la vida humana. En la enfermedad, el hombre experimenta su impotencia, sus límites y su finitud. Toda enfermedad puede hacernos vislumbrar la muerte” (CDC, 1500).
            Quien visita a un enfermo, se hace semejante a Cristo, el cual, “siendo rico, se hizo pobre” (2 Co. 8, 9), es decir, siendo rico de salud, se acerca al pobre de salud. Además, el hombre que visita al enfermo aprende como en un espejo. Dirá el enfermo: ‘como me ves, te verás’. Dirá el sano: ‘como te veo, me veré’.
            - Hace tiempo recogí una serie de indicaciones muy valiosas de una hoja parroquial en la que se instruía al grupo de la parroquia que visitaba a los enfermos[1]:
            * “El enfermo tiene una sensibilidad especial para captar quién se le acerca por compromiso social, o sea para ‘cumplir’, o el que lo hace para hacerle un favor, o sea por ‘compasión’, o el que va con aires de superioridad, ya que ‘él está sano’, o el que le visita con plena disponibilidad y con afán de compartir”.
            * “Al enfermo se le ha de dar ocasión de hablar de su enfermedad, de sus dolores, de sus preocupaciones y temores. Hay que demostrar interés, con sinceridad y delicadeza. Hay que saber aceptar lo que afirma sin discutírselo, pero a la vez sin reafirmarle aquello que nos parece que es exageración”.
            * “No se puede imponer al enfermo el tema de la conversación. Se le ha de dar libertad de elección. No podemos cansarlo con nuestra conversación. No debemos hablarle de temas religiosos a la fuerza”.
            * “Hemos de velar para que, en lo posible, el enfermo siga viviendo los problemas de la sociedad entera, y en especial de su ambiente de trabajo y amistades. En caso contrario sufriría al verse fuera de juego de esta sociedad o de su comunidad. Todavía sufriría más de ser nosotros quienes ‘le expulsáramos’ al no decirle o explicarle las cosas que pasan con la excusa de ‘no preocuparlo’”.
            * “Incluso cuando el enfermo no tiene interés, hemos de procurar interesarlo por los problemas de la vida ‘normal’. Es malo para él encerrarse en sí mismo y en los problemas domésticos”.
            * “No le debemos mentir en lo referente a su situación y estado. No se trata de decirle ‘toda’ la verdad, pero sí de que ‘todo lo que le digamos sea verdad’. Hemos de decirle la verdad que él sea capaz de aceptar y asimilar. Tendremos que animarle y darle esperanza, pero nunca engañarle”.
            * “Al visitar a un enfermo hemos de saber escuchar con atención y hablar con calma y sin nervios. Muchas veces, como no ‘dominamos’ la situación, nos ponemos nerviosos y tendemos a hablar mucho y gritando”.
            * “El enfermo tiene necesidades fisiológicas de todo tipo que se le pueden hacer urgentes durante nuestra visita. Hemos de estar al tanto y tenerlo presente”.
            * “La visita al enfermo no es para que nosotros hablemos y le obliguemos a escucharnos. La visita es fundamentalmente para que el enfermo tenga ocasión de hablar y pueda encontrar oyentes acogedores”.
            * “Lo que se ve, lo que se oye y lo que se dice en la habitación de un enfermo es secreto. No podemos luego hacer comentarios”.
            * “No podemos hacer la visita tan sólo ‘por amor a Dios’. Más bien ha de ser por amor al prójimo ‘con el amor de Dios’”.
            * “Cuando se trata de un enfermo creyente, se ha de intentar ayudarle a progresar y a madurar en la fe y en su situación de enfermo. Si estamos ante un no creyente, debemos ofrecerle que comparta nuestra fe. Si no quiere hacerlo, le seguiremos visitando con la misma disponibilidad”.
            4.6.- Visitar a los presos
            - Dice Jesús: “estuve preso, y me vinisteis a ver” (Mt. 25, 36). Confieso que solamente fui en una ocasión a la cárcel. Ocurrió hacia el año 2009 siendo vicario judicial en Oviedo y tenido que ir a tomar a Villabona (cárcel de Asturias) a un preso por un tema de nulidad de matrimonio. Era el marido y estaba allí por maltrato hacia la esposa. La sensación fue de agobio y de opresión desde que se cerró la puerta de entrada hasta que salimos.
Visitar a los presos significa también atender a sus familias y sus necesidades. Visitar a los presos comprende también tratar de acogerles cuando salgan de la cárcel. Visitar a los presos significa, además, orientarles durante el procedimiento judicial.
            - Pero no sólo hay cárceles de muros y rejas, también hay cárceles de enfermedades y trastornos psiquiátricos que destrozan a los que los padecen y a sus familiares. Me refiero a los presos del alcoholismo, de la ludopatía, de las drogas, de sus propios pecados. Recuerdo en cierta ocasión en que un chico de unos 34 años vino a pedir una ayuda a la rectoral de Tapia de Casariego. Me decía que se estaba trasladando hasta Galicia. Yo le pregunté que si tenía familia a la que quisiera llamar por teléfono. En ese momento se echó a llorar y me confesó que su madre lo admitiría en casa, pero su padre que no. ¿Qué habría hecho para que la situación fuera así? Entiendo que atender a estas personas es también cumplir el mandato de Jesús de visitar a los presos.
            - Además, se ha de tener en cuenta que en el Nuevo Testamento se hablaba bastante de los presos cristianos. Jesús decía a sus discípulos: “os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles” (Lc. 21, 12). Pedro y Pablo estuvieron en la cárcel en varias ocasiones. También otros cristianos (Hb. 10, 34). Por ello, en este mandato de Jesús se comprende, no sólo visitar a los presos por delitos, sino también a los injustamente encarcelados.

[1] El título del escrito decía así: “EL ENFERMO ASIGNATURA PENDIENTE. La visita al enfermo (orientaciones prácticas)”.